Capítulo 2

27.6K 1.3K 131
                                    

― ¿Por qué tenemos que ser pobres?

Me reí al escuchar esa pregunta sin mucho sentido.

―No somos pobres, Lucia ―respondo a los lamentos que no han parado desde que llegamos esta mañana al trabajo―. Pero para poder vivir bien, tenemos que trabajar.

Ambas trabajamos en una Boutique de ropa en el centro de la ciudad. Tengo nueve meses de haber entrado como asistente de ventas. Gracias a Lucia había obtenido el puesto; ya que, en mi condición de madre soltera y sin tener un título profesional era casi imposible encontrar un buen empleo donde el horario fuese flexible. Aunque al principio me resulto bastante difícil tratar con los clientes, con ayuda de Lucia y otras chicas, poco a poco fui adquiriendo confianza y aptitud para las ventas. Tres meses después, descubrieron que era buena y rápida con las cuentas y me ascendieron de puesto. Han sido meses de aprendizaje, cansancio y mucho esfuerzo, pues nunca antes había tenido que trabajar, mi vida solo se trataba del ballet y nada más. Estoy orgullosa de mis logros y me gusta lo que hago; el sueldo en algunas ocasiones no es del todo suficiente para cubrir las deudas, pero es lo que hay por los momentos.

―No sabes lo difícil que se me hace levantarme todos los días tan temprano ―Lloriqueo una vez más.

― ¡Bienvenida a mi mundo, bebé! ―bromeo―. Es lógico que te cueste levantar temprano después de la trasnochada de ayer, Lucia ―la pequeña reunión de cumpleaños se había alargado hasta pasadas las dos de la madrugada―. A mí también me costó y eso que yo me levanto más temprano que tú.

Mi pequeña hija hacia un buen trabajo como despertador, además de contar con un gran apetito madrugador.

― ¡Lo sé, lo sé! ―resolló con desgana mientras hacía las veces de estar organizando las mismas prendas de ropa por tercera vez desde que llegamos. Lucia era supervisora de ventas, llevaba dos años en este trabajo, a la par con la academia de baile―. No sabes cómo se me parte el corazón cuando veo mi cama calentita y ella me dice "espera un poco, un poquitito más".

― ¿Cantadito y todo, no? ―me reí con desgana.

―Te lo juro ―murmuro haciendo uno de esos pucheros infantiles―. Pero hablando en serio, gracias por lo de ayer. ¡Me encanto mi sorpresa!

Se acercó hasta el mostrador donde estaba sacando unas cuentas en la caja registradora; me jalo de las manos y me abrazo con entusiasmo. Sonreí sobre su hombro.

―Te lo mereces, eres como mi hermanita.

―Pero tu hermanita menor ―aclaro luego de deshacer nuestro abrazo.

― ¿Como que menor? Soy menor que tú ―recordé; Lucia era mayor que yo por tres años.

―Bueno entonces soy la del medio, tú la pequeña y Karen la mayor ―ciertamente de las tres, Karen es la mayor.

―Mejor se lo preguntamos a tu prima y que ella decida ―Le vi rodar los ojos fastidiada por mi respuesta antes de irse a atender a dos chicas que venían entrando a la tienda.

Me aleje hasta el almacén para revisar unas facturas que habían quedado pendientes por cancelar.

―Ámbar ―escucho que me llama lucia, luego de un buen rato. Alzo la vista dándole toda mi atención―, ¿qué harás hoy en la noche? ―Me pregunta sonriente.

―A ver, dame un minuto y me lo pienso ―bromeo poniendo una mano en mi barbilla fingiendo estar muy concentrada―. Pues, entre cambiar pañales y acompañar a mi abuela mientras ve sus culebrones en Telemundo, creo que nada más. ¿Por qué?

Su sonrisa me hace suponer que algo se trae entre manos.

―Karen me ha llamado para invitarnos a un bar esta noche ―de pronto se me cuelga de un brazo y me mira entusiasmada―. ¡Ya sabes! Para celebrar su regreso a la ciudad y su graduación ―la veo recelosa de sus intenciones―. Y no puedes decir que no, Amb, ¡por favor! ―me advierte y junta sus manos suplicantes.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang