Capítulo 7

19.2K 1.1K 53
                                    

—Pensé que ya no querías saber nada de mi —Derek me sonríe, y yo siento como mi corazón cambia el ritmo de sus latidos.

—Al contrario, quiero saberlo todo de ti —toma una de mis manos y deposita un beso en la palma, provocándome un suspiro—. Me sorprendió un poco tu llamada.

—Me canse de esperar por un mensaje que nunca llego —confieso, en un arranque de valentía—. Fuiste muy grosero al no responderme a mis disculpas, Derek.

Asiente, arrimándose más cerca de mí, aunque la distancia no puede ser menos estando sentados dentro de su lujosa camioneta, con la consola interfiriendo entre los dos.

—Lo sé, pero olvidémoslo. Ahora estamos aquí, juntos y eso es lo único que debe importarnos —susurra, mirándome fijamente a los ojos.

Algo dentro de mí se estremece y me cuestiono, ¿Qué tanto estaría dispuesta hacer por este hombre? Es como si su mirada tuviese el poder de doblegar por completo mi voluntad.

Ni siquiera con Esteban llegue a sentir una conexión como esta.

— ¿Por qué insiste en estar cerca de alguien como yo? —Pregunto de pronto, en voz muy baja, con temor de saber su respuesta.

Derek junta su frente con la mía, cerrando sus ojos, yo lo imito; dejándome envolver por su aroma, por este momento.

—Si al decir: alguien como tú, te refieres a que eres una chica hermosa, espontánea y sencilla, hermosa, trabajadora, algo reservada —hace una pausa—. ¿Ya dije que eres hermosa?

Me rio.

—Sí, lo has dicho dos veces —le recuerdo.

—Bien, entonces lo diré las veces que sean necesarias hasta que entiendes que me gusta estar cerca de ti por todas las razones que ya mencione y algunas otras.

— ¿Cómo cuáles?

—Como por ejemplo, que me gustas mucho —dice alejándose un poco para verme a la cara—, que tienes unos ojos preciosos y unos labios por demás provocativos —me sonrojo al escucharlo decir esas cosas, mientras sus manos toman mi rostro y sus ojos contemplan con intensidad mi boca—. No sé si me lo permites pero voy a besarlos justo ahora.

Le escucho y gimo al sentir el roce suave de sus labios sobre los míos. Mi cuerpo tiembla bajo su toque, que hace que mi piel se erice por completo; es tan sublime, casi perfecta, la manera en que su boca encaja con la mía, en un beso húmedo, lento y lleno de deseo.

¿Acaso estoy soñando? Porque si es así, no quiero despertarme jamás.

— ¡No dejes de besarme, por favor! —suplico, en un susurro.

—Todo el tiempo que me lo pidas, te besare —le escucho decir entre besos.

— ¿Me lo prometes? —Mis palabras suenan necesitadas, casi como una súplica.

Me mira a los ojos y sonríe, asiente con un movimiento de cabeza.

—Te lo juro, Ámbar —y me besa una vez más.

—No dejes de besarme, nunca —exijo entre gemidos entrecortados.

—Disfrutemos este instante, antes de que todo termine —susurra contra mis labios.

—Ni se te ocurra parar ahora —le pido sintiendo un calor intenso recorrer mi cuerpo.

—Pero debes irte, Ámbar.

No entiendo lo que dice, su voz por alguna razón comienza a escucharse lejana, distorsionada.

— ¿De qué hablas? No quiero que te detengas —lloriqueo.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADAWhere stories live. Discover now