Capítulo 13

13.5K 908 53
                                    


Disfruten el cap y perdonen la tardanza...

****


― ¿Te sientes más tranquila ahora?

Miro el documento entre mis manos y lo aprieto contra mi pecho como algo demasiado valioso para mí.

―Si papá ―suspiro―. No sabes la paz que me ha devuelto el abogado Ballesteros con este documento ―sonrió viendo hacia atrás, donde se encuentra la oficina del abogado que me recomendó Derek―.Gracias por acompañarme ―digo volviendo la vista al frente con una pequeña sonrisa.

―Por un día viajamos en el tiempo ―se acerca y pasa un brazo por encima de mis hombros, abrazándome―. Volviste a ser mi chiquita y yo tu superhéroe. Se sintió bien.

Sonreí con ternura y lo abrace con más fuerza, sin importarme que nos encontráramos en un piso lleno de desconocidos.

―Siempre serás mi héroe papi, te amo.

―Yo también te amo, hija. Ahora me gustaría saber si después de hoy por fin piensas perdonar a tu abuela.

Rompo nuestro cómodo abrazo al escuchar su pregunta.

―Nunca he estado enojada con ella ―digo encogiéndome de hombros, comenzando a caminar hacia los ascensores―. Sé que he estado un poco indiferente con ella pero igual Yuye me ignora y finge que no ha pasado nada malo.

―Yo en su lugar habría hecho lo mismo.

― ¡Papá! ―me paro de golpe―. ¿Por qué todos dicen lo mismo?

Damián se encoge de hombros,

―Porque esa es la verdad, Ámbar. No puedes esperar que si alguien que te ama y te ve sufrir por alguna circunstancia, teniendo la solución en sus manos no haga nada por ayudarte ―pone una mano sobre mi hombro dando un apretón―. Eso hacen las personas que aman de verdad, hija. Procuran tu felicidad por encima de cualquier cosa.

Y por alguna razón el rostro sonriente de Derek aparece en mis pensamientos.

―Tienes toda la razón, papi ―es todo lo que digo, pensando en que yo también haría lo que fuera por mi hija y mi familia, entre ellas mis mejores amigas.

―Muy bien, entonces ¿vamos a casa o tienes otra cosa que hacer? ―pregunta cuando ya estamos caminando de nuevo hasta los ascensores.

De pronto recuerdo que al llegar al bufete tenía ganas de hacer pipí pero con los nervios lo deje pasar y ahora que mi cuerpo esta menos tenso, las ganas de vaciar mi vejiga han regresado con más urgencia que antes.

―Voy al baño primero y después te digo ―le paso mis cosas con torpeza―. ¿Me esperas abajo?

El me mira y con la cabeza me hace un gesto que me indica que está de acuerdo con mis palabras.

―Anda, ve, que no traje ropita de repuesto para accidentes y a tú edad sería muy vergonzoso que te hagas del uno encima ―se burla de mí.

No me da tiempo recriminarle porque ya las ganas son incontrolables y me obligan a correr hacia los baños que no se encuentran demasiado lejos.

― ¡Oh, dioses! ¡Que delicia! ―gimo de placer cuando por fin he vaciado mi pobre vejiga.

Recompongo mis pantis junto con los pantalones y salgo del cubículo para lavar mis manos.

Frente a mi hay un espejo reluciente adornando de extremo a extremo la pared. Mi reflejo es tan exacto y nítido que por un momento soy consciente de que mi rostro luce un tanto cansado y a pesar de que me maquille esta mañana antes de salir, debajo de mis ojos verdes se pueden ver las manchas oscuras de mis ojeras. Mi pelo rojizo luce algo desaliñado y con friz; reconozco que quizás no puse demasiado en empeño al peinarme y mucho menos en elegir mi vestuario.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora