Capítulo 28

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La mañana del lunes llego más rápido de lo que pensé.

De repente estaba dando vueltas sobre el colchón sin poder conciliar el sueño y sin darme cuenta ya había amanecido y un resplandor rosáceo se colaba a través de la cortina que cubría mi ventana.

No pienso culpar a mi alarma porque mi celular sonó insistente y ya la había aplazado varias veces; cuando me fijé en la hora casi me da algo, acabe en el piso enredada con mis sabanas con el aspecto de una serpiente a punto de atacar.

Mis cinco minutos más se convirtieron en una hora de retraso y todo gracias a que había estado despierta hasta las tantas de la madrugada esperando la llamada de Derek, que por cierto nunca llegó. No había cumplido con su promesa y eso me enojó mucho e incluso lloré, pero trate de consolarme pensando que él estaba muy ofuscado con lo de su padre y no había reparado en que su novia, estaba pegada a su teléfono a miles de kilómetros de distancia esperando una llamada suya para sentirse un poco feliz.

¿Por qué tenían que existir las diferencias de horario?

Con una carrera digna de las olimpiadas llegué hasta la ducha, y el agua ―siempre fría― me hizo dar un respingo y si no fuera por mis maniobras, seguro habría terminado con mi bello rostro impactado contra el suelo de cerámica azul. Cuando mi cuerpo se aclimató a la temperatura del agua, comencé a disfrutar de mi rápido baño; sin embargo, el gusto me duro hasta que me fijé que ya no teníamos jabón. Grité frustrada porque la vida conspiraba en mi contra justo hoy que tenía que llegar puntual a mi primer día en la academia. Mi larga melena dejo un reguero de agua por todo el pasillo de vuelta a mi habitación y para mi desgracia tenía que limpiar sino quería ganarme un buen regaño de mi abuela. Quince minutos después estaba casi lista para salir, ya eran las 7:25am y mi hora de entrada según me dijo Diego, era a las ocho.

Tome mi morral y con una opresión en el pecho me despedí de mi pequeña aún dormía plácidamente en su corral, me incline con cuidado para depositar un beso en su rubia cabecita y suspire al sentir de nuevo un poco de culpa de tener que pasar menos tiempo con ella, pero si quería darle un buen futuro a Mila, lo primordial era prepararme como profesional y el ballet era algo que se me daba muy bien. Trabajar por siempre de dependiente en una tienda de ropa no sonaba muy alentador para una madre soltera y tampoco tenía en mente que Derek nos mantuviera, aun si nuestra relación perdurara en el tiempo. La vida me había enseñado a ser independiente y nada iba a cambiar eso.

― ¿Lista para tu primer día? ―Preguntó mi abuela cuando me vio aparecer en la cocina ya lista―. Te ves horrible, niña. ¿Y esas ojeras?

Caminé hasta el mesón y me serví un poco de café sin azúcar.

―Estoy muy ansiosa ―confesé emocionada, ocultando la verdad de mi terrible animo esta mañana.

―Ven. Siéntate para que te comas una arepita ―la sonrisa cálida y amable de mi abuela, me lleno de sosiego.

Se me antojaba una de sus perfectas arepas, pero no tenía tiempo para comer.

―No puedo, Yuye ―hice un puchero sosteniendo mi panza con mi mano libre―. Voy con el tiempo justo ―di un último trago a mi café y deje la taza de peltre en la mesa con prisa―. Ten un buen día y cuida mucho a Mila. Te quiero mucho.

Besé su mejilla y me encaminé hasta la salida; mi abuela me siguió.

―Diviértete y disfruta. Las oportunidades en la vida no siempre se repiten dos veces. Así que, ve y comete el mundo. Enséñales a todos tu magia, mija.

Afirmé y le di un rápido abrazo, amaba demasiado a está sabia mujer.

― ¡Hare mi mejor esfuerzo! ―grité con una sonrisa mientras corría hacia el ascensor que acababa de llegar al piso―. ¡Nos vemos en la noche!

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADAWhere stories live. Discover now