Capítulo 21

10.2K 736 32
                                    

 

Capítulo larguito, difrutenlo y dejenme sus comentarios..

amo leer sus comentarios!!



― ¿Qué mierda haces tú aquí? ―Pregunte una vez más con voz más firme, apretando con fuerza la puerta de entrada para darme valor.

Mi cuerpo ha entrado en un completo estado de alerta.

― ¿Puedo pasar? ―Pregunta señalando el interior de mi casa.

No permitiría que estuviera cerca de mi hija, primero muerta.

― ¿Acaso se te chiflo la cotufa? ―reí sin gracia―. ¡Tú no eres bienvenido en esta casa! Eres demasiado descarado para haber venido hasta aquí ―espetó demostrando mi descontento mientras salgo afuera y cierro la puerta tras de mi―. ¿Para qué has venido? ¿Qué coño es lo que buscas?

Siento mi corazón latir con fuerza, la sangre bombeando rápido por todo mi cuerpo; la rabia comienza a crecer dentro de mí como la espuma.

―He venido a saber cómo seguías, me quede muy preocupado ―dice guardando las manos en los bolsillos de su pantalón.

―Entonces no lo imagine. Tú fuiste quien me sostuvo cuando me desmaye después de mi audición. Estuviste en la ANBA ―asiente bajando la mirada―. ¿Quién te dio mi dirección? ―Cruzó los brazos sobre mi pecho buscando protección.

―Tengo contactos, no fue difícil ―mira a sus botas negras como si fueran los más interesante del mundo en este momento―. Te dije que no me daría por vencido; solo que no pensé que las cosas se precipitarían y el destino jugaría a mi favor.

Su actitud me desconcierta un poco; luce muy confiado en sí mismo, pero a la vez cauteloso, como si no viniera con intenciones de atacarme.

―Te puedo acusar de acoso ―intento amedrentarlo y alzo mi barbilla―. No tienes nada que hacer aquí... ¿a cuenta de qué? ―abro mis brazos, retándolo a contradecirme―. Además, lo que pase conmigo no es tú jodido problema.

―Tú nunca has dejado de importarme, nena ―alza su mirada y trata de acercarse a mí―, y ahora mucho más que existe una hija en común.

Escuchar la palabra nena salir de sus labios, hace bullir mi sangre con más intensidad.

―En primer lugar: ¡No me llames nena! No soy tú nena, nunca lo fui y nunca lo seré. No seas payaso ―comienzo a gesticular con las manos, enojada―. En segundo lugar: ¿Nunca he dejado de importarte? Jajaja, déjame reírme en tu cara ―finjo reír a carcajadas e incluso me doblo a la mitad sosteniendo mi barriga―. Que forma tan extraña tienes de demostrar que alguien te importa. ¡Te desapareciste por casi dos años, marico! ¿Tú eres loco o qué te pica? Y por si no lo llevas claro, pues te lo repito: tú y yo no tenemos nada en común. Mi hija es solo mía, aun cuando tu esperma haya sido parte fundamental en su creación.

Me alejó lo más que puedo de él buscando serenarme; estoy perdiendo el control de la situación

―Por favor, cálmate un poco. Sé que tienes razón en estar tan indignada conmigo, pero no me hables de esa forma. Tú no eres así ―lo miro de reojo; parece nervioso mientras pasa una mano por su cabello rubio y la deja contra su cuello.

―No asumas conocerme, Esteban ―le encaro con una mano sobre mi pecho; mi corazón late rápido―. No soy ni la sombra de la chica tonta que alguna vez fui contigo. Me enerva que vengas aquí con tu cara tan fresca como si el tiempo entre nosotros no hubiera pasado. Si tú te quedaste atascado en el pasado, pues déjame aclararte que yo no.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADAWhere stories live. Discover now