Capítulo 20

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― ¡Ámbar, me escuchas!

Una voz resuena dentro de mi mente, se escucha lejana.

― ¡Amb, preciosa! ¡Despierta!

Derek... esa es la voz de Derek.

Pero mi cuerpo duele en cada rincón y siento la lengua muy pesada; abro un poco los ojos y trato de incorporarme pero es imposible.

―Tranquila, no te muevas ―con dificultad logró asentir.

La luz blanca del lugar me enceguece y vuelvo a cerrar los ojos. Poco a poco las imágenes de lo ocurrido se asientan en mi cabeza y un latigazo de pánico me atenaza el pecho.

― ¿Dónde está? ―me incorporó de golpe.

Todo comienza a dar vueltas y tengo que agarrarme del brazo de Derek para no caer de boca al piso.

― ¡Amb, cálmate! Todo está bien ―Derek me toma del brazo y me ayuda a sentar de nuevo; luce angustiado.

― ¿Dónde está, Esteban? ―Preguntó con un hilo de voz, a la vez que analizo el lugar donde nos encontramos. Es una especie de oficina, estoy recostada sobre un sofá bastante amplio y comodo.

Pero él no está por ninguna parte.

― ¿De qué hablas, belleza? ―Cuestiona, Diego, acercándose a mí―. ¿Quién es Esteban?

Alzo la mirada hacia Derek, su mirada seria me hace saber que escuchar ese nombre no le hace gracia para nada.

― ¿Estuvo aquí contigo? ―el tono de voz de Derek me remueve los nervios de antes―. Quizás lo confundiste con alguien más.

Me encojo de hombros; no sé qué responderle. Me siento un poco confundida, pero estoy segura de que era él, yo lo vi.

―Si tienes razón, seguro es eso ―concedo al mirar los gestos el gesto que me hace Lucia desde una esquina de la habitación donde estamos―. Debe de ser el estrés de estos días ―Derek acaricia mi hombro, alentándome. Se siente muy bien tener su apoyo, me gusta su cercanía―. ¿Dónde está Mila?

Espero que Esteban no la haya visto; no soportaría verlo cerca de ella, no quiero eso.

―Con Karen y Saúl ―contesta con voz taciturna, Lucía.

Eso me deja más tranquila.

― ¿Qué fue lo que me paso?

Mi amiga se queda callada, Derek me mira y luego ve hacia Diego, quien termina aclarando mi duda.

―Pues... lo que alcanzamos a ver entre el grito y la algarabía de tu audición, fue que al terminar un chico rubio te acompaño fuera del escenario. No pasarían ni cinco minutos cuando una de las profesoras, bastante nerviosa aviso que te habías desmayado tras bastidores ―me sobo el cuello, creo que me va a doler la cabeza.

Derek frunce el ceño, como si recordará la escena.

―Luego te trajeron hasta aquí mientras te reponías y todos se fueron a continuar con las audiciones ―concluyó, Lucía y eso me dejó pensativa.

Derek y Diego asienten.

― ¿Qué tal estuvo mi baile? ―cambio de tema, interesada en saber cómo baile después de tanto tiempo.

― ¡Te la comiste, muñeca! Casi puedo jurar que fuiste una de las mejores, y con la improvisación del final... ¡te los echaste a todos en el bolsillo ―dice mi amigo con entusiasmo.

Sonrió al recordar mi presentación.

― ¿Crees que tenga oportunidad de entrar a la academia?

― ¡Pues obvio que sí! ―Exclama Lu―. Todos amaron tu baile. No sabía que bailabas así de hermoso, Amby. Trasmites una magia hipnótica cuando te mueves y que no podía dejar de mirarte.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora