Capítulo 9

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Continuación del capítulo anterior, espero lo disfruten y no olviden votar!!

Me muerdo la lengua apenas termino de hablar, dándome cuenta que he metido la pata; he quedado en evidencia, aunque inconscientemente, frente a Derek.

―Perdón, pero podrías repetir eso... ―negué, tapando mi boca―. ¿Acabas de decir que yo te gusto? ―Pregunta, luciendo sorprendido pero con una sonrisa traviesa en los labios.

Yo también estoy igual de sorprendida por mis propias palabras, mi subconsciente me acababa de traicionar.

¡Me he echado la paja yo misma!

―O sea no ―titubeo―. Bueno si, pero no de la forma que piensas, así no es ―intento retractarme de mis propias palabras―. Quise decir que me gusta estar contigo, tu compañía pues.

Sonríe divertido por mi contradicción.

―Es decir que te gusta que yo esté cerca de ti, pero yo no te gusto. ¿Es así? ―Sopeso, tanteando el terreno, midiendo mi respuesta.

―No, bueno, tú si me gustas, como persona ―intente arreglar la situación, pero en realidad ni yo misma me entendía del todo―. Quiero decir que me gusta tu personalidad.

― ¿No quisiste decir que yo te gusto como hombre? ―Cuestiona, enarcando una ceja, no muy convencido.

―Tampoco te creas tan bueno ―farfulle, rodando los ojos―. Que estés guapo no significa que todas las mujeres a las que te acercas deben gustar de ti ―mentí sin convicción.

¿Y quién en su sano juicio y con cuatro dedos de frente no gustaría de un tipo como Derek? Ya sea hombre o mujer, con solo verlo y oírlo hablar, seguramente caerían rendidos a sus pies.

.Y como no, si él es la belleza hecha persona: alto, varonil, fornido, cabello negro azabache y lacio, de ojos azules enmarcados por unas pestañadas bien tupidas y rizadas, con dos cejas perfiladas e igual de oscuras que su cabello, nariz recta y un tanto respingada, pómulos marcados y mandíbula cuadrada. Y ni que decir de su presencia a la hora de vestir, porque sus trajes siempre impecables y hechos a medida lo hacen lucir imponente e inalcanzable, un hombre que jamás podría pasar desapercibido para nadie. ¿Quién era yo para no caer rendida por sus encantos? Y menos esta noche, al encontrarlo frente a la puerta de mi casa, vestido de manera informal: zapatillas deportivas, jeans claros, camiseta roja y una chaqueta negra; el sueño de cualquier mujer.

Casi me volví tonta y alucinada, no podía creer que él fuese capaz de llegar a tanto solo para verme.

Y he ahí el dilema.

¿Cómo un hombre con dinero y poder, apuesto y encantador, tenía tantas atenciones como una mujer tan sencilla y común como yo? Pudiendo tener a la mujer más hermosa de todo el país, se conforma con una simple mortal como yo y de paso madre soltera.

Pues permíteme dudarlo, ese cuento no me lo trago yo.

Él soltó una carcajada, que fácilmente podía despertar a mi abuela; al ver mi gesto de espanto, Derek abrió los ojos alarmado y se tapó la boca.

― ¡Lo lamento! ―se disculpó, bajando de nuevo la voz.

Le pedí que guardara silencio un momento para escuchar si algún ruido se hacía oír desde el pasillo que conducía a las habitaciones, pero un minutos después, la casa se manutuvo en el mismo silencio.

Ambos no quedamos callados, él comiéndose un pan dulce de los que restaban en la bolsa que había traído; yo por mi parte, tome una de las cucharitas que usaba para darle papillas a Mila, para terminar con el resto del chocolate que quedaba en mi taza y que al ponerse frio se había vuelto espeso como un pudin.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora