Capitulo 4

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El peso de un sentimiento




- Necesitamos conversar- fue la primera frase que dijo en cuanto encontró a su madre cuando regresó al hotel.

Las emociones se mezclaron cuando vieron con quién estaba Camila.

Rojas recibió desde miradas confusas, por parte de Felipe, hasta enojadas, de doña Andrea.

- ¿Benjamin? ¿Qué haces aquí? - preguntó Felipe mientras se acercaba a los dos.

- No puedo creer que no te reconocí- dijo Luisana

- Quizas porque hace mucho tiempo que no nos vemos- habló Benjamin sonriéndole mientras Luisana intercambiaba miradas confundidas con su cuñada.

Camila llevó a su madre a un rincón más alejado del vestíbulo mientras su hermano trataba de obtener explicaciones de Rojas bajo la mirada atenta de Luisana.

- ¿Qué hace aquí, Camila Bordonaba?

- Lo encontré por casualidad, pero el caso es que me dijo la razón por la que se fue- dijo cruzando los brazos y encarando a su madre quien estaba completamente enojada, pero tratando de mantener la pose.

- Vámonos a mi habitación- eso fue todo lo que dijo yendo hacia el ascensor siendo seguida por su hija.

La familia de la novia había llegado al hotel muy temprano y ya se dirigían a sus habitaciones cuando Camila apareció en el vestíbulo con Benjamin.

Todos los ojos estaban dirigidos a ellos dos, pero no les importaba. Ahora la pequeña niña estaba parada frente a su madre que la miraba sin expresión alguna.

- ¿Por qué le dijiste eso?

- Lo hice por ti y lo hice bien. Nunca fue una buena influencia para ti. Ese estilo, lenguaje y modales. Te merecías algo mejor y lo encontraste- explicó sus razones escuchando la risa irónica que soltó.

- No pensaste en mí ni por un segundo. La conozco señora Andrea y estoy segura de que pensó en cómo reaccionarían sus amigos si su querida princesita saliera con Benjamin Rojas - dijo tratando de calmarse mientras su madre, que estaba sentada en la mesita de la habitación, golpeaba con los dedos el vaso sin mostrar ningún signo de arrepentimiento.

- Siempre hiciste todo lo contrario a lo que te pedí- dijo tratando de cambiar de tema- Cuando eras pequeña, tuviste la idea de querer tomar lecciones de guitarra, pero me alegro de que te rindieras y tomaras ballet, algo con más clase.

- Hice ballet porque tú me obligastes- dijo sentándose frente a ella- Y siempre hice todo lo posible para hacer lo que querías, para que estuvieras orgullosa de mí, pero en cada intento recibía solo críticas y más críticas. Y una de las únicas personas que estuvieron a mi lado, que me aceptó como era, insististe en desterrarlo de mi vida- acusando al intentar contener las lágrimas. Andrea la miró con cansancio.

- No pueden estar juntos, no pueden- hablaba en serio- No hagas una tontería, Camila. No deseches a alguien tan increíble como Carlos, realmente te ama.

- Sinceramente, no sé si eso es cierto- confesó levantándose y dirigiéndose hacia la puerta- Y mierda querida mami, haré que les dejes controlar mi vida de nuevo- dijo cerrando la puerta y caminando por el pasillo para llegar a su habitación.

Estaba tan cansada, enojada y frustrada.

Fue una noche increíble.

No había pasado nada, pero cuando hablé con Benjamin, cuando escucho su risa y sus sueños, fue como si finalmente estuviera en paz, y eso fue horrible.

Se iba a casar en unas horas, se casaría con alguien que también le hiciera bien, en unos momentos.

Había aceptado un compromiso, que por el momento no estaba segura de que fuera el correcto.

Perdida en sus pensamientos, ni siquiera se dio cuenta de que había llegado a su habitación, en cuanto abrió la puerta encontró al novio apoyado en el balcón,

- ¿Cómo estuvo la conversación? - preguntó serio sin mirarla. Ella lo miró confundida, pero desvió la mirada en la misma dirección que él y se dio cuenta de que desde donde estaban podían ver el estanque con claridad.

- Pensé que estabas en tu despedía- habló con un suspiro.

- Llegué antes, busqué a mi prometida y vi que estaba hablando con un extraño junto a la piscina. No fue la escena más agradable- dijo dándole una mirada irritada al entrar a la habitación. Cerró los ojos con aire de culpabilidad y lo siguió.

- Benjamin es un viejo amigo al que no veo desde hace muchos años. Acabamos de hablar, eso es todo.

- Te creo, pero tal vez otras personas no. ¿Qué pensarán todos de mí si se enteran de que mi prometida está hablando con alguien?- preguntó sorprendiéndola. No creía lo que acababa de escuchar.

- ¿Te preocupa más tu imagen que yo?

- Por supuesto que estoy preocupado por ti, pero tengo una imagen para cuidar de mi princesa- trató de explicar acercándose a ella quien se alejó rápidamente.

- Sabes Carlos, a veces me pregunto si te casarás conmigo por amor o por apariencia- dijo viéndolo intentar disimular el malestar.

- Camila Bordonaba- habló tomando sus manos y mirándola directamente a los ojos- Yo te amo- declaró con seriedad y por un minuto estuvo a punto de creer, en ese minuto todos los momentos que pasaron juntos se apoderaron de su mente.

Las risas ahogadas durante alguna fiesta, las declaraciones en medio de elegantes restaurantes, los besos intercambiados en los balcones de los hoteles que visitaban.

Pero los mismos recuerdos le mostraron lo inútil que era su relación.

La forma en que siempre trató de impresionar a todos, las aburridas fiestas a las que se vio obligada a asistir, los restaurantes a los que iba solo por las estrellas que tenían.

¿Cuándo dejó de ser ella misma y se convirtió en una marioneta en manos de todos?

- Tengo que irme- eso es todo lo que dijo, dejando caer las manos, recogiendo su bolso de la cama y saliendo de la habitación, dejando atrás a su preocupado novio.

Corrió y buscó a Micaela en todos los lugares posibles hasta que la encontró hablando con Luisana en el bar del hotel.

- Vamos ahora- ordenó tomando de las manos a las dos y arrastrándolas hacia el estacionamiento, ignorando sus protestas.

Conducía con concentración.

Sus amigas intentaron extraerle alguna información, pero la Camila permaneció en silencio, ella sabía que si abría la boca para pronunciar alguna frase, se derrumbaría ahí mismo.

Ella solo quería un momento de paz, quería estar en un lugar donde pudiera sofocar todos esos sentimientos incluso por un segundo.

Micaela y Luisana dejaron de intentar sacarle algo y permanecieron en silencio todo el camino, pero se sorprendieron cuando llegaron a una finca alejada de la ciudad.

Camila estacionó su auto frente a la reja y salió, seguida por las dos.









Continuará....

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum