Capitulo 3

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-Oh, ahí está -dijo Benjamin, tomando el celular de la mesa, donde Camila lo había dejado al escuchar que él se acercaba.

Ella contuvo la respiración cuando los brazos de él la sujetaron, abrazándola, justo después de tomar el teléfono que contenía todas las evidencias de su infidelidad, para luego posar sus labios en su cuello, besándole allí.

Ella trató de tomarlo con calma porque, con su carácter, lo más que podía hacer era clavarle un enorme cuchillo en su parte favorita del cuerpo. Que oportunamente estaba bastante accesible.

Su cuerpo estaba ardiendo y no precisamente de deseo. Sus orejas estaban extremadamente calientes, algo que solo le ocurre cuando la furia
posee su cuerpo.

Los besos de Benjamin siguieron
atormentándola, haciendo que sus ojos ardieran por lágrimas no derramadas, mientras además de eso él se encargaba de mentirle una vez más, diciendo que la amaba.

Su corazón estaba roto en mil pedazos y su acida conciencia no hacía más que preguntarse si también le decía eso a su amante. A Maria.

Ella no entendía por qué se quedó allí sin hacer ningún movimiento, ni por qué su cuerpo no reaccionó pero, suponía que debía ser por lo
masoquista que estaba siendo.

Las manos de él tomaron su trasero y sus lágrimas estuvieron a punto de salir. Estas ciertamente se hubiesen derramado si no fuese porque el sonido de su celular timbrado, le sacó de aquel trance en el que se había visto sumergida.

-Espera, Ben -le dijo, apartando su boca de su cuello y separándose de él.

Camila sacó su celular de su bolsillo
inmediatamente las náuseas la invadieron al recordar que así mismo aquella mujer le llamaba en sus asquerosos mensajes.

El resopló ante la demanda de su novia pero finalmente la soltó.

- ¿Qué tal hermanita? ¿Interrumpo algo? -rió Agustin, su hermano, por el auricular.

Si ella no se hubiese encontrado en aquella situación, se habría burlado de él por llamarla hermanita. Era una vieja costumbre que ellos tenían, pelearse por aquel título pues, en realidad, él es el hermano menor.

-Oh, Agus. No, no hay problema, estaré ahí en un momento -respondió, queriendo salir de ese maldito apartamento lo antes posible.

-¿Estás con Benjanin? -preguntó él,
confundido, y ella respondió que sí- ¿Tengo que darle una paliza?

La rabia, al notar que algo extraño pasaba, se vio impresa en su voz y ella sabía que pronto pediría explicaciones.

-Sí, realmente lo creo, pero hablaremos cuando esté allá.

-¿Te paso a buscar? ¿Estás en su apartamento? -siguió haciendo preguntas.

-No, está bien. Ando en mi auto, nos vemos en un rato -respondió.

Colgó el teléfono antes de que su hermano dijera algo más y, apurada, se dispuso a recoger su bolso del sofá. El mismo sofá podrido en el que hacían ya unos meses le engañó con palabras
dulces e hicieron el amor, celebrando su compromiso. Pesaba, completamente herida.

El calor de Benjamin se pegó a su espalda y las náuseas volvieron a ella cuando sintió el bulto que sobresalía y se presionaba contra su trasero.

En otra situación ella se habría estado frotando encantada contra él, pero en ese momento solo quería arrancarle de cuajo aquella parte de su anatomía.

- ¿Es tan importante para que aplacemos esto? -mordió su oreja y se presionó aún más contra sí.

-Es realmente importante que esté en el
restaurante lo antes posible. Agustín dice que tenemos un enorme problenma con uno de nuestros proveedores -inventó aquella historia,
haciendo el mejor de los intentos para mantener su voz serena, para que de una vez por todas él la dejara en paz.

Camila necesitaba, con carácter de urgencia, tener un tiempo a solas para no matarlo. Estaba decidida a pensar bastante bien lo que iba a hacer pero, con el dolor y la rabia corroyendo su
ser, no estaba segura de contenerse lo suficiente para no cometer una locura.

Su mente no hacía más que desarrollar escenas completamente sangrientas y, la verdad, no estaba dispuesta a convertirse en una psicópata por él.

-Está bien -dijo, resignado-. Tendré que ir a la oficina de mi hermano, a entregarle algo que se le ha olvidado aquí esta mañana -le dio un beso en
los labios y de inmediato ella tuvo la necesidad de frotarse un jabón de lavar platos en la boca para borrarlo de sí-. Nos vemos más tarde cariño. Te amo.

Aun cubierto únicamente por una toalla de la cintura para abajo, la acompañó hasta la puerta y antes de que volviese a poner sus labios sobre
los suyos, como era costumbre, Camila se despidió con un tosco adiós.

Casi corrió hasta el ascensor que, gracias a Dios, se abrió desde que ella tocó el botón.

Se metió en él y, al mismo tiempo que las puertas se cerraron, sus lágrimas al fin cayeron. Mismas que reflejaban el dolor, la rabia, decepción y el asco que sentía en esos momentos.

Limpió la prueba de su corazón herido cuando el asesor abrió las puertas en el cuarto piso y la misma pareja enamorada del día de su compromiso entró tomada de la mano y, al verlos,
deseó que ninguno de los dos pasara una situación similar a la que ella en aquellos momentos. Deseó que su amor y relación permanecieran puros y que jamás sintieran el dolor que estaba sintiendo.

Pronto llegó al primer piso y cruzó el vestíbulo sin mirar a ningún lado, saliendo a la calle sin siquiera despedirse de la amable Georgina.

Abrió la puerta de su auto y, sin poder evitarlo, se sumergió en su miseria.

Su hermano mi culo, va a desahogar su deseo con la maldita Maria. Pensó, envenenada por el dolor, mientras encendía el motor.







Continuará....

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora