Capitulo 4

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Camila abrió la puerta de la oficina de su hermano y lo encontró con la mano metida en la falda de una de las camareras del restaurante.

¿Cómo rayos le iba a meter en la cabeza a su hermano, Alias: "Pene mágico" que dejara de meterse con las empleadas?

¡Lo tenía!

Con una enorme patada en el culo.

Pensaba, casi creyendo, de forma seria, que mínimo debía tener un pene que concede deseos porque jDemonios!
Lo había cambiado de cada restaurante de la familia y en todos se terminaba cogiendo, como mínimo, a tres camareras y hasta a las chefs.

Sonó su pie derecho contra el piso mientras cruzaba sus brazos, esperando a que por fin repararan en su presencia. No lo hicieron, por lo que ella carraspeó pero terminó obteniendo la misma respuesta.

Nada.

Estrelló la puerta contra la pared y la chica dio un enorme salto, volteándose de inmediato hacia ella. Sus mejillas se tornaron extremadamente rosas cuando la reconoció y luego empezó a
balbucear como una retrasada.

-Yo... Señorita Camila... No fue.. No es.. -ella levantó sus manos, cortando su balbuceo.

- Mariana... salga de inmediato de esta oficina le ordenó.

Ni bien terminó la frase, cuando la pobre muchacha pasó por su lado como un misil, y ella aprovechó su ausencia para cerrar la puerta de forma paciente y dirigirse hacia donde estaba su
hermano.

-¿Lo hiciste a propósito? -preguntó.

- ¿Por qué rayos lo haría a propósito?-
respondió él, frunciendo su ceño.

-No lo sé, Agustín. Quizás porque no hace ni veinte minutos que te dije que vendría- me cruzo de brazos-. Repito, ¿Lo hiciste a propósito?

-No... Solo sucedió - dijo él, haciendo que su hermana levantara Su ceja derecha, especulativamente.

- ¿lgual que las otras seis mil quinientas veces?- replicó.

Él resoplo, harto de sus reproches.

-Siempre igual de exagerada, hermanita- se burló, restándole importancia.

-¡Soy tu hermana mayor! -le gritó, sobrepasada por todo- Estoy cansada de tu mierda, Agustin. Tienes veintitrés malditos años, no eres un bebé al que hay que estar repitiéndole las cosas un
millón de veces -gruñó- ¿Es que todavía no te entra en la cabeza que alguna de ellas te puede demandarte por acoso sexual? ¿Aún no reparas en el maldito problema que nos traerías con tus
mierdas? -exclamó, colérica.

El se queda callado, igual que cada vez que tenían aquella conversación.

Camila lo amaba bastante pero, ya estaba cansada y al borde estaba de hablar con su padre sobre ello. Por largo tiempo estuvo evitando hablar con él, porque sabía que le terminaría
preguntándole sobre Agustín y su comportamiento.

En montones de ocasiones había aplazado y cambió el rumbo del tema cuando se daba cuenta que este se dirigía hasta allí, tratando de ayudar a su hermano pero, Agustín parecía no
cambiar.

-No me dejas más opción que hablar con papá -le dijo, seria.

- ¿Hablarás con papá? -preguntó, horrorizado- Pensé que me querías- puso ojos de cachorro herido.

-Voy a hablar con nuestro padre si no cambias tu comportamiento, estoy cansada de cubrirte, lo único que estoy haciendo es hacerte un daño con eso- gruñó-. Vine aquí para hablar contigo,
sabías que algo andaba mal, pero que va... todos los jodidos hombres son iguales. Los únicos pensamientos que tienen en la maldita cabeza son sobre vaginas.

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILAWhere stories live. Discover now