| Página cuarenta |

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Ella había regresado.

Podía verla a la distancia sentada en su asiento rodeada por las chicas y abrazada por Mina que no paraba de sollozar mientras ella reía. Era como si nunca se hubiera ido en esa larga semana; como si el sábado solo hubiera sido el día anterior mientras la nieve caía por la ciudad colmando de frio cada rincón por el que pasaban. Y él conservaba aquella manta perfectamente doblada sobre su escritorio, viéndola cada día creyendo que lo sucedido había sido solo un sueño o una ilusión y que en realidad (Nombre) se había ido ese fin de semana a casa. Que todo estaba normal, que nada había sucedido...

Sus pies se quedaron plantados sobre el piso diciéndole que no era el momento para acercarse a ella y hablarle. No quería ser el centro de atención, mucho menos quería agobiar a su compañera —porque creía que lo haría— y simplemente llegó a su asiento a espera que las clases iniciaran. Podía escuchar su voz con normalidad hablando con las chicas, contando que estuvo con su madre sin dar lujo de detalles. La escuchó reír nerviosamente cuando dijo que fue una sorpresa recibir una llamada de su madre y la visita de Aizawa en su habitación a altas horas de la madrugada para retirarse. Confesó que fue extraño y que por el sueño que tenía no estaba tan consiente de sus decisiones, y simplemente se fue.

—Tomen asiento —Aizawa entró al salón portando aquella bolsa de dormir a la que ya estaban acostumbrados a ver todos sus alumnos para iniciar las clases.

Las chicas regresaron a sus asientos con más tranquilidad a los últimos días mientras que la azabache solo suspiraba agradecida por la llegada del mayor. Tomó su cuaderno para hacer anotaciones y ponerse al día con lo que había sucedido en aquella semana que estuvo ausente creyendo que solo serían tres días. Sabía que se había perdido de mucho, incluso debería tomarse el tiempo para responder los mensajes que todos sus amigos le enviaron cundo estuvo ausente. Sin embargo, buscaba la forma de no mostrarse tan obvia al observarlo tras recordar los mensajes que le había mandado luego de, quizá, enterarse de su repentina ausencia.

No pudo evitar sentirse extraña por ello. Optó por ignorar sus mensajes hasta haber respondido los demás, como una forma de quitarse la idea de vivir un sueño donde él le mandaba mensajes. Ver su nombre con el número de mensajes a un lado avivaba esos sentimientos que tenía, cuando quería hacer todo lo contrario. Y sin más, solo se dedicó a escuchar la cansada voz de Aizawa.

Cuando el momento de las prácticas llegó, la chica lobo se mentalizó para encarar a Bakugo, creyendo que ya era el momento en que practicarían juntos tras haber pasado una semana. Se sintió mal por haber dejado a Shoto tal vez sin pareja para el segundo periodo, pero se llevó una gran sorpresa cuando lo vio caminando a su lado en dirección hacia el sitio designado exclusivamente para ella y sus entrenamientos.

—Creí que ya no practicaría contigo —habló la azabache siguiendo su camino—. Siento haberte dejado solo la semana que pasó.

—No te preocupes —Todoroki negó con serenidad—. Las practicas se suspendieron hasta que regresaras. Así que aún tenemos nuestra semana para practicar —explicó con ese gesto serio habitual en él, aliviándola. (Nombre) sonrió genuinamente por ello, alegrándose por tener la oportunidad de practicar con Tordoroki; y esa sonrisa además de ser vista por el chico bicolor, un par de orbes bermellón también fueron testigos de ello, provocando un ceño fruncido y un bufido que Kyoka, su compañera en el segundo periodo, escuchó; porque no era a él a quien sonreía.

Más tarde, al terminar, cada alumno regresó a los vestidores para cambiarse y regresar a la residencia con sus uniformes deportivos, algunos cansados y deseosos por una relajante ducha, y otros emocionados por haber regresado a las practicas. Sin embargo, frente a la puerta de los vestidores de las chicas, Bakugo se mantenía recargado en la pared, esperando. Ignorando las miradas de sus compañeras que salían teniendo una pequeña idea sobre el motivo por el que Katsuki podría estar ahí, quizá entendiendo el por qué (Nombre) les dijo que no era necesario esperarla.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora