| Página diesiséis |

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Las nubes grises de esa mañana parecían oscurecer todo su alrededor. El gélido aire acariciaba su piel expuesta al no cambiar de atuendo desde el día anterior, no era importante en ese momento. Las ojeras empezaban a formarse bajo sus parpados por no dormir en toda la noche y velar por el sueño de su madre, asimilando todos los sucesos. Un golpe muy fuerte que recibió en toda su vida, quizá el primero de tantos que debería afrontar en el futuro debido al trabajo que aspiraba tener. Anteriormente recibió una llamada de Aizawa informándole sobre un paquete que Mei le llevó el día anterior justo cuando se fue, olvidó por completo las modificaciones que mandó hacer a su traje, olvidó muchas cosas, pero no las palaras de Bakugo. A pesar de lo que estaba viviendo, su mente no dejaba de recordar todo lo que dijo, se volvió una piedra en su camino sin siquiera planearlo, era un estorbo para él y eso aumentaba un peso más al dolor que sentía en su pecho.

Su mirada permanecía perdida en el ataúd que ahora resguardaba el cuerpo de su padre, dándole el último adiós que no sería respondido por él y no recibiría un "te veo más tarde" como si solo se fuera por unas horas para cumplir su trabajo, regresando cansado y con una nueva historia que contar. Su mirada se perdió en las hojas  de los árboles rodando gracias al aire llevándoselas con él, algunas eligieron ser sepultadas junto al profesional cayendo encima de la caja de madera oscura. Los murmullos la regresaron a la realidad y las tenues sombras que se formaron a su alrededor llamaron la atención de la joven pelinegra que reconoció a héroes y compañeros que harían sus prácticas con ellos. Pudo destacar al profesional No. 2 acompañado de Tokoyami, la heroína dragón junto con Uraraka y Tsuyu, y otros más que no logró ver a detalle dado que su vista se detuvo en Best Jeanist y su pupilo.

(Nombre) cruzó miradas con Katsuki, pero esta vez el joven no logró ver un brillo en su mirada, aquel azul de sus ojos era tan opaco que parecía no ser su compañera de clase, ahora solo observaba a una chica triste, cansada y desanimada, con pocas energías de las que recordaba. La muerte de su padre le afectó demasiado y él no sabía que ella le escuchó. Notó que su vestimenta era la misma del día anterior, su cabello despeinado se mecía con el aire obstruyendo a veces sus orbes apagados. La fémina desvió la vista regresando de nuevo al primer lugar donde la tenía clavada, ignorando todo su entorno de nuevo. No fue consciente de la pequeña ceremonia en honor a su padre, solo observaba la tierra caer encima y ocultar poco a poco el cuerpo de su padre resguardado por aquel ataúd. En su cabeza una bomba de recuerdos estalló forzándola a mantenerse fuerte delante de los presentes, frunciendo sus labios y tragando duro para desvanecer ese nudo en su garganta, manteniéndose lista en cuando le hablaran y no dejar a su voz quebrarse.

Los brazos de su madre la rodearon en un cálido abrazo, tomándola por sorpresa y llevando a la basura todo su esfuerzo por reprimir sus sentimientos; la mayor lo notó y no se permitiría dejar a su hija guardarse todo, acumulándolo y prolongando un mayor estallido de sus lamentos o quizá llevarla a un estado que la mataría poco a poco. Los ojos de la menor se abrieron un poco más, sorprendida por el cálido tacto de su madre, sintiendo las lágrimas en sus comisuras mientras miraba al cielo rogando no sollozar—. Está bien si lloras (Nombre), nadie te juzgará por ello... —susurró su madre con la voz quebrada. La chica lobo solo cerró sus ojos sintiendo las gotas salinas descender por sus pómulos y perderse en el saco negro de su progenitora, ocultó el rostro en el hombro de ella ordenándole a su boca permanecer cerrada y no dejar que sus lamentos, aprisionándolos en su garganta, salieran.

Katsuki fue testigo que ello, sintiendo una punzada en su pecho que lo llevó a poner su diestra en la zona para sentirlo. Era una extraña emoción, se sentía mal no tanto por la pérdida del héroe profesional, sino por cómo se encontraba (Nombre) en ese momento. Le recordaba a él aquella vez que se enfrentó a Deku, queriendo ser orgulloso para no mostrar la debilidad que representaba la desesperación e impotencia que le invadían en ese momento cuando creyó que por su culpa All Might perdió sus poderes. El abrazo terminó dejando a la azabache limpiándose las lágrimas con el dorso de sus manos rápidamente, dirigiéndolas al colgante de su cuello cuando terminó; su vista se dirigió a la cripta de cantera gravada observando un punto indefinido de ésta mientras con su dedo índice y pulgar sostenía la piedra de cuarzo que generaba ligeros destellos llamando la atención del rubio.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora