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La imagen de aquella enfermera no desaparecía de su cabeza, incluso permanecía a pesar de ocupar su mente en realizar los ejercicios y repeticiones que Mirko le asignaba para practicar obligándola a llegar a su límite con intenciones de mejorar su condición física y fuerza.

—Vamos, levántate —exigió la profesional al ver a la azabache caer de rodillas y apoyar sus manos en el suelo respirando con irregularidad. Las gotas de sudor caían después de dalizándose por su piel caliente recorriendo su frente y mejillas hasta llegar a su mentón donde abandonaban su cuerpo. (Nombre) se sentía desfallecer en su tercer día de prácticas al lado de la morena, experimentando en carne propia los entrenamientos de la mayor con los que consiguió semejante cuerpo escultural y su puesto número cinco dentro de los héroes más fuertes—. Sinceramente esperaba más de ti —la voz de Mirko resonó por todo el conglomerado de árboles que conformaban un pequeño bosque a las afueras de la ciudad.

La menor alzó su vista con gran dificultad, sintiendo las extremidades de su cuerpo temblar y amenazar con desplomarse si se ponía de pie, así como experimentar un mareo que se intensificaba al creer que todo su alrededor se movía. Observó la figura sudorosa de Rumi, a causa del ejercicio al que ya estaba acostumbrada, ubicarse en canclillas delante de ella, a los pocos segundos empezó a verla borrosa, mas no se inmutaría delante de ella, trataría de permanecer más tiempo de pie, debía hacerlo.

—Siendo híbrido de un depredador esperaba más fuerza y resistencia de tu parte —habló con un tono decepcionado, no con la intención de ofender a la azabache, sino de sí misma, pues creía que (Nombre) le pediría más ejercicios y superaría sus expectativas con su entrenamiento, uno que fue estructurando con el paso de los años.

A pesar de eso (Nombre) la sorprendió aguatando hasta el final de la sesión sin siquiera desmayarse, Mirko entendía perfectamente la diferencia de un aspirante a héroe y un profesional con experiencia, por ello no le reclamó ni llegó al punto de atacarla para probar su fuerza, eso sería después. Ahora solo quería probar su resistencia y coraje a pesar de lo que ocurría en su vida.

—Es todo por hoy, regresemos —habló con tranquilidad, dando media vuelta casi por completo observando por el rabillo del ojo a su pupila que apenas logró ponerse de pie, pero la chica lobo llegó a su límite, ya no podía resistir más tiempo, y por más que deseara hacerse la fuerte, sus rodillas flaquearon llevándola de nuevo al suelo y a una futura caída en bruces. Pero las grandes habilidades y rapidez de la profesional le permitieron ser el apoyo de la menor al notar que realmente se encontraba cansada.

(Nombre) hasta ese momento se permitió ser fuerte, sucumbiendo al cansancio tanto del entrenamiento como de sus pocas horas de sueño en dos noches seguidas en las que luchaba por no llorar, además de pensar en la enfermera y su posible influencia para llevar la salud de su padre a un estado deplorable y a su repentina muerte. Rumi suspiró nostálgica, recordando sus altibajos y el cansancio que le provocó su entrenamiento hasta acostumbrarse a él, así como la vez en que GrandAlpha tomó el papel que ahora tenía, cargándola y llevándola hasta su departamento para recobrar sus energías—. Lo has hecho bien, (Nombre).

•••

Día de patrullaje. Best Jeanist salió con Bakugo a realizar su inspección diaria por las calles como era de costumbre para el profesional, esta vez el rubio cenizo vestía su traje de héroe completo, no usaba jeans como las primeras prácticas que realizó con el mayor y agradecía internamente por no tocar su cabello. Aprovechó el momento de calma, donde el profesional hablaba con otro héroe que circulaba por ahí, para mirar su teléfono celular. Observó las notificaciones y destacó el mensaje de Kirishima de hace dos días y del cual no se percató al no utilizar su dispositivo en ese tiempo, pues estaba ocupado.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora