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Louis se encontraba sentado en la orilla de la cama matrimonial que estaba en su habitación, con la mirada perdida en la nada. Bajó un momento la mirada a sus brazos que estaban llenos de moretones de muchos colores, apretando sus labios. Ya casi no sentía el dolor en ningún lado de su cuerpo, pero sabía que debía cubrirlo si no quería que nadie lo viera.

Ayer fue un día tranquilo. Adam había llegado tarde como siempre, dejó un beso sucio en su mejilla al tiempo que apretaba su muslo con brusquedad, y cayó rendido para dormirse hasta la mañana siguiente para irse a trabajar. Agradece que no tuvo que lidiar con un hombre borracho o agresivo como solía ser su esposo la mayoría del tiempo.

Apenas eran las once de la mañana, acababa de levantarse sabiendo que debía limpiar la ropa de su amado para que no se molestara cuando regresara. Quizás invitaría a Harry a tomar un café para pasar el tiempo y no estar tanto tiempo solo.

A su esposo sí le molestaba que tuviera contacto con él, pero no se arriesgaría a no parecer una familia perfecta frente a las personas. Louis sabía que él temía más que él que Harry descubriera lo violento que puede llegar a ser, mucho más que el hecho de que Louis pudiera engañarlo. Eso no significa que no dejó una advertencia de "si te veo con él te mato", pero Louis no quería eso. Sólo quería un amigo.

Así que se levantó, acomodó un poco sus cosas y miró un momento al nido a medio hacer. Adam no lo había terminado, y no sabía cómo hacer uno bonito para la llegada de su bebé, pero estaba seguro que se preocuparía luego. Aún faltaba para la llegada del pequeño o pequeña, tenía tiempo.

Abrió las ventanas, permitiendo el paso de la luz del sol que comenzó a calentar un poco el lugar. Aún no hacía suficiente frío por lo que Louis llevaba sus vestidos de mangas cortas y maquillaje en sus marcas.

Puso en volumen alto la radio donde pasaban música actual, y sonrió con el frío en sus pies descalzos y el calor que abrazaba su cuerpo que se parecían un poco a la libertad. Cerró los ojos, y se desplazó con pasos delicados por el lugar que casi parecía que estaba bailando. Estaba feliz, su vida ya no parecía tan oscura. Tenía un esposo, un cachorro y un nuevo amigo. A pesar de los malos momentos, agradecía haber llegado a donde estaba. No se podía quejar, el hombre le daba un hogar y comida, y sí, quizás era un poco brusco, celoso y cruel, pero lo amaba. Se enamoró de alguien más, pero era la misma persona al fin y al cabo.

—¿Qué pasa, cachorro?, ¿te gusta la música?.

Preguntó acariciando su abdomen, mordiendo sus labios levemente, y luego comenzó a prepararse un té. Intentaba ignorar la manera en la que sus rodillas dolían de la misma forma en la que ignoraba el vacío que sentía por la manera en la que Adam lo había maltratado hace unos días.

Sabe que cuando comenzó con ello, trató de negarlo a toda su familia, ocultarlo. Nadie creía que Louis podía mentir sobre ello hasta que le encontraron llorando en el suelo con los dedos del más grande entrelazados en su cabello, tirando y gritándole que era un mal omega.

Negó con la cabeza para borrar el recuerdo que le secaba su garganta y apretaba su pecho, recordando que esa vez le había gritado en la cara. Se internalizó tanto que era un mal omega que terminó creyéndole y dándole un hijo.

—¿Tienes hambre, pequeño?. Yo también.

El doctor le había dicho que los bebés podían sentir todo, incluso sus sentimientos. Le hablaba casi todo el tiempo, sobretodo cuando estaba solo para no escuchar las burlas de Adam, pero lo hacía frente a Harry ya que le dijo que le parecía muy tierno.
Harry. Ese chico que conoció hace unas semanas, tan dulce y protector, ahora pasaban sus tardes hablando, comiendo y viendo fotografías o pinturas del otro.
Sonrió inconscientemente, hasta que escuchó el llamado de la puerta. Se levantó, y por un momento pensaba que sería aquel rizado hasta que recordó que seguro estaría trabajando.

ɪᴠʏ [H&L]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora