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Ya llevaban unas horas de viaje, y la única razón por la que pararon en algún momento fue para ir al baño, comer y darse besitos.

Louis estaba cansado a comparación de Harry, quien había dormido toda la tarde porque sabía que lo esperaba un largo viaje. Eso no evitaba que a ambos ya les comenzara a doler la espalda baja y las piernas.

—Alfa...

—¿Mmh?.

—¿Crees que puedes llegar a arrepentirte de tomar esta decisión?.

Murmuró bajo, viéndolo directamente. Una parte de él aún estaba asustada, insegura, pero desea confiar en él y la relación no relación que comparten. Después de todo, no podía deshacer lo que estaba hecho.

—No, Lou, no creo que llegue a ocurrir eso.

Volvieron a quedar en silencio unos minutos, ninguno de los dos tenía más para decir. Estaban aterrados, intentando aceptar las decisiones que tomaron, pero estaban felices. Harry amaba a Louis, podía sentir en su pecho que él estaba más tranquilo y seguro a su lado. No sabe si es su imaginación, esa cosa de "destinados" era una leyenda muy, muy vieja.

Pero la idea de estar destinado a él, de poder sentir y ver el mundo como lo hace él le gustaba. Mucho tiempo estuvo cegado, incluso llegó a pensar que era mentira porque se amaban profundamente y no podían sentir lo que el otro sentía, pero quizás sólo era la enfermedad rosa. Esa donde todo tiene tonos hermosos, casi tan sutiles confundiéndose con el rojo, pero ahora que está viendo este amanecer acariciar sus rostros, se da cuenta que estuvo tan confundido.

—Ya es de día...

—Sí... Estuvimos conduciendo un buen rato, ¿no?.

—Así parece. Fue una noche... muy oscura.

—Lo fue, pero no te preocupes más, ya es de día.

Lo miró de nuevo, dándose cuenta de lo mucho que tenía en su corazón. Se desmayaría al no poder soportar todo el amor que tiene y no poder demostrárselo a besos por estar conduciendo, pero lo sabe, ambos. No podría mirar a nadie más ahora que por fin lo encontró, ni pensar en otra persona que no fuera su alfa.

Tiene la seguridad que durará. El amor no era rojo, apasionado, violento, celoso; el amor era dorado, como el anillo que les hizo con "papel de oro" de unos chocolates que compró en la última parada que hicieron por sus antojos, dándole por sellado ese compromiso silencioso que tenían.

El anillo de Adam había quedado en la mesita de luz.

—Lo sé, sé que no debo preocuparme contigo aquí...

Harry rió un poco, besando el dorso de su mano y volviendo a dejarla sobre su regazo. Estaban llegando a su destino, del cual Louis no tenía idea, pero Harry le aseguraba que era suyo. Jamás le contó que tuviera una casa además de su departamento.

—Cuando lleguemos sólo entra, acomódate. Imagino que debes estar cansado, omega. Yo entraré las maletas y todo eso.

Era increíble cómo aún después de haber conducido toda la noche no estaba de mal humor, no le reclamaba nada, ni siquiera le pedía que hiciera todo el trabajo como Adam lo hizo cuando se mudaron al departamento. Parecía una eternidad desde que lo consideró razonable cuando su hombre trabajaba día y noche. Harry había conducido por casi 12 horas, y aún así no estaba molesto.

—Déjame ayudarte.

—No te preocupes, quiero que nuestro cachorro y tú estén bien, a salvo, en el calor. Aunque no haga tanto frío aquí como en la ciudad, tengo que cuidarlos.

Los trataba como suyos, como si él fuera su esposo y su cachorro su hijo.

—Y sin discutir, eh, sino no habrán besitos como castigo.

ɪᴠʏ [H&L]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora