EPÍLOGO ✔

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Estaba disfrutando la brisa y la calidez del sol, esa tarde habían decidido que lo mejor era salir afuera, así que decidieron hacer un picnic al aire libre. Ella estaba sentada con un libro, observo la cesta que trajo consigo, seguía llena. La señora Smith quedaría triste si la cesta no regresaba vacía.

Busco con la mirada a Alfred. Cuando lo encontró vio que estaba jugando con Adley. No pudo evitar sonreír. Jugaban a atraparse, ella se les hubiera unido de no ser por su estado. Dio una risa algo ruidosa cuando vio que Adley atrapo a su padre con cierta fuerza, casi haciéndolo caer. Era divertido de ver.

A distancia ellos se dieron cuenta de ello. Se dieron una mirada cómplice entre ambos. Alfred susurro algo a Adley, Amelie sintió curiosidad, ¿Qué estarían tramando? Cuando Alfred dejo de susúrrale, Adley fue corriendo hacia ella, era tan lindo.

— ¡Mamá! — Grito su pequeño y corrió a sus brazos.

— ¿Qué pasa? — Pregunto juguetona. Adley busco algo en su pequeño bolsillo. Vio que saco unas flores. ¿Cuándo había recogido unas? Adley se acercó a su cabeza y le puso con cuidado la corona.

—Papá dijo que a mamá le gustan las flores. — Le dijo con ternura.

—¿Si?

Adley asintió con su cabeza. Se acercó a susurrarle algo al oído.

—Hasta me dijo que mamá se enoja muchas veces, pero no le creo. —añadió Adley ¿Era así? Aunque la mayoría de las veces era paciente, no siempre resultaba. No podía decir que su matrimonio era completamente perfecto, habían tenido unas cuantas discusiones, pero no era algo que no se pudiera arreglar. Amelie observo de reojo y vio como Alfred se acercaba hacia ellos algo cansado.

—Pues dile a tu padre que es el aún más gruñón. — Le susurro antes de que Alfred llegara. Adley asintió decidido.

— ¿Me estoy perdiendo algo interesante? — Pregunto Alfred algo agitado y se sentó en la manta.

—Para nada.

—¿Puedo traer a Rocklis? — Pregunto Adley. Rocklis era un cachorro que habían adoptado hace un año.

—Sí, pero con cuidado. —Dijo Amelie.

Adley embozo una sonrisa de oreja a oreja y se apresuró a correr.

—Sin correr. — Advirtió Alfred. Adley asintió rápidamente con la cabeza y dio pasos apresurados más despacio, Amelie vio cómo su pequeño hijo se acercaba a la casa. Había pasado cinco años de la llegada de Adley y poder abrazarlo era una de las cosas más lindas de la vida. Adley entro a la casa y sintió como Alfred se acercó a ella y le acomodo la corona.

—¿Cómo las han conseguido? — Pregunto curiosa.

— Es un secreto. —Le respondió, pero eso no funcionaba, no lo dejaría en paz hasta descubrirlo.

—No me digan que las sacaron del jardín. —Se le ocurrió eso ¡Ojalá no lo hubieran hecho!

Alfred no dijo nada y su mirada era sospechosa, entonces era así.

—El señor Barrow se entristecerá al ver el jardín sin flores, no debieron hacerlo. —Era el jardinero del condado, ver algunos ramos sin sus flores, definitivamente lo quebraría de tristeza y cierto enojo por supuesto.

—Pues él no lo notara, sacamos las que no se ven.

—En otra no lo hagan. — Aconsejo. Amelie sintió un golpecito en su barriga. Sonrió de la nada.

— ¿Estas bien? — Le pregunto Alfred preocupado.

—Me siento perfectamente. — Asintió y saco otro pastelillo para comérselo.

Entendía la preocupación de Alfred, el tener a Adley era un milagro, por eso era muy especial, después de que hace cinco años atrás se arreglaran las cosas, ella quedo en cinta. Adley era su primer hijo, estaba muy contenta, pero tuvo un parto difícil. Alfred le dijo que esa era la segunda vez que sentía que la perdería. La primera había sido cuando ella se enfermó en el condado, quedo una semana entera inconsciente, cuando se enteró de eso quedo boquiabierta y en el parto el doctor le dijo que perdió mucha sangre, era un milagro que siguiera con vida y lo agradecía porque así podía ver crecer a su pequeño.

Después de eso no pudo concebir otra vez. Se tocó la barriga. Ahora esperaba a su segundo hijo. El doctor le dijo que ya no podría tener más hijos, pero había sucedido otro milagro. Estaba contenta en poder darle un hermano a Adley.

Y esta vez se sentía más fuerte, estaba saludable y con muchas más energías.

—Enseñare a Adley a tocar el piano. — Confeso Alfred. Eso la hizo muy feliz. Alfred sabía cuánto les gustaba. —Cuando tenga la edad necesaria.

—Oh Alfred, me encanta la idea, ya no solo habrá solo uno que toque.

— Si quieres también puedo enseñarte.

Amelie abrió los ojos por la sorpresa, ¿Ella? Nunca fue muy buena, se preparó en otras cosas, era amante de ser solo oyente, pero la idea de aprender a tocar era tentadora.

Asintió emocionada con la cabeza. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Le encantaba el piano y nunca paso por su mente tocarlo, ¡vaya! Nunca era tarde para empezar.

Alfred le dio un beso en la frente y se paró. Le ofreció la mano para ayudarla a levantarse y ella se sujetó. Se pusieron de pie.

—Entremos antes de que Adley salga primero. Asintió con un gesto.

—La cesta. — Indico Amelie. Se estaban olvidando de eso.

Alfred levanto la cesta e hizo lo mismo con la manta, la acomodo en su brazo izquierdo. Amelie se sujetó del derecho y caminaron hacia dentro. No podía pedir más, era feliz, tener su propia familia la hacía contenta, su esposo la quería, su hijo la adoraba, definitivamente un final perfecto para ella. 

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Lo prometido es deuda, aquí tenéis un epilogo para darle un cierre total a la historia de Amelie y Alfred. 

Algo cortito, soy consiente, pero suficiente. jeje 💓

Muchas gracias por el apoyo al anterior capitulo. Le dieron mucho amor, y sus comentarios me hicieron feliz, 🤗 bueno nos vemos mas rato con una notita final interesante, 🤭 y tampoco me olvido de agradecer las 22.3k  de vistas,💗 son muchas enserio mil gracias.🤚

Nos vemos

Enseguida:  😚

Sentimientos DistintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora