CAPÍTULO 2 ✔

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Al día siguiente desayunaron. El Conde y su padre se conocían desde pequeños, era divertido escuchar algunas historias de sus aventuras y travesuras, según lo que Amelie había escuchado, después de que se casaron no pudieron encontrarse debido a sus nuevos deberes. Su padre, en el negocio, y él en el condado.

Cuando se reencontraron, no dudaron en programar una visita para recordar viejos tiempos.

Esa mañana fue divertida, escuchar, y después jugar un poco con Diane. Todo era perfecto hasta que su padre dijo que iría al pueblo por algunos negocios.

— ¿Volverás? —Pregunto Amelie algo confundida, mientras salía de esa grande casa. Su padre nunca menciono que se iría, y ahora se estaba marchando.

— ¿Por qué no lo haría? — Le dedico una sonrisa. — Tu madre se quedará con ustedes, no tienes por qué preocuparte.

No quería que se vaya, pero entendió los motivos.

—Te quiero mucho papá. — Le dio un abrazo. Siempre cuando se separaba de alguien pensaba en que podría volver a verlos. Así que se despedía con el corazón.

A pesar de tener doce años Amelie podía pasar por una niña pequeña; No por su físico, sino por su personalidad; Podía ser inmadura, risueña y delicada con el corazón.

— Yo también, así que cuida a mamá y Diane por unas horas ¿Si? — Le recomendó. Ahora ella era la mayor, no estaba John y esa responsabilidad la llevaría con entusiasmo.

—Si. — Respondió firmemente. No fallaría su deber. Observo como su padre se dirigía al carruaje, luego este enseguida se puso en marcha.

Amelie no lo sabía, pero para el Señor Bertham era su hija favorita, no era que no quisiera a John o a Diane, los amaba, pero Amelie era diferente, tenía más juicio y el carácter más tranquilo.

— Vamos adentro querida. — Dijo su madre algo que la desconcertó y entro. ¿Qué podía hacer en esa casa? Todavía sentía escalofríos, volteo la mirada hacia las sombras, pero no vio nada. Deseaba haber ido con su padre al pueblo.

— ¿Disculpe Milord? —Dijo Diane acabando el silencio y Amelie se avergonzó un poco, hace rato se había comportado como una niña pequeña, sin tomar en cuenta la presencia del Conde. Por un momento había olvidado las etiquetas de los modales.

— Dígame pequeña señorita Bertham. — Le dio una sonrisa.

— ¿Es cierto que tiene muchos caballos? — Pregunto Diane inocentemente. A Diane le encantaban los caballos, pero no podían permitirle tener uno; ya que era muy pequeña.

—Diane...— Dijo su madre. Seguramente porque estaba siendo informal. Pero le agradecía a Diane, ella también quería saber si tenía caballos, no le gustaba mucho montar, pero eran animales impresionantes y muy bonitos.

— No se preocupe Señora Bertham. — El Conde era muy amable y de eso se convenció Amelie. — y respondiendo a tu pregunta; Si tengo muchos ¿Quieres verlos? — Respondió gentilmente.

— ¡Si me encantaría! —Dijo Diane emocionada.

— Bien, vamos.

—Espero que no sea de mucha molestia. — La voz de su madre hizo que volteara la cabeza. Ella siempre era considerada, no le gustaba molestar a las personas, en eso Amelie consideraba que se parecía a su madre.

—Para nada.

Llegando al establo, había muchos caballos, Diane estaba impresionada. Igual se emocionó por dentro, pero en vez de montarlos, tomaba atención a los detalles de cada uno, todos eran muy diferentes, colores interesantes. Veía los nombres en cada lugar de estos. Y vio a uno de un tono grisáceo. "Gris" decía el nombre. Parecía ser más Yegua que caballo. De vista no podía diferenciarlos. Era muy bonito, el más pequeño de todos y el más solitario.

Sentimientos DistintosWhere stories live. Discover now