CAPÍTULO 1 ✔

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Inglaterra, 1786.

Era un día soleado, de esos que Amelie adoraba. Al posar la cabeza en la ventanilla del carruaje, la brisa que generaba el movimiento y ese sentimiento de libertad era tan relajante e inimaginable.

Suspiro. Era muy fresco, hace mucho que no recordaba ese clima. En Londres, apenas veía salir el sol. Vio los árboles. Todo era muy verde y eso le fascinaba. Le encantaba la naturaleza.

¿Dónde iban? Se cuestionó para sí misma. No lo sabía muy bien, solo que iban a visitar a un amigo de la familia, alguien que personalmente no conocía.

-¿Disfrutas la brisa? - Pregunto su madre algo que la hizo devolver la cabeza hacia adentro.

— Si, es muy refrescante. — Respondió sin dudar con entusiasmo y poso sus ojos en su hermana, Diane. La observo, estaba recostada en la falda de su madre, seguramente dormida. Igual era una niña, Diane tenía seis años y ella tenía doce. Era la mayor con seis años. A comparación de ella a Diane le desagradaba los recorridos en carruaje, ya que Diane decía que prefería jugar en tierra firme algo que no podía hacer estando en carruaje.

— Exactamente ¿Hacia dónde nos dirigimos? — Pregunto. Era curiosa, le emocionaba los misterios y este era uno de esos. Vio su madre. Le dio una sonrisilla, cuanto más la miraba, admiraba su belleza, era una mujer de porte elegante y una de sus más grandes cualidades era ser muy paciente. A veces se preguntaba si algún día podría llegar a ser como ella.

— Nos dirigimos al Condado de Derbyshire. — Finalmente le dijo. —Tu padre y el Conde son muy buenos amigos. — Prosiguió. Aunque no recordaba a ese amigo. Su padre tenía muchos. — y quedo en ayudarle a escoger la tela perfecta para su nuevo traje. — Finalizo con una sonrisa.

— ¿Nos quedaremos mucho tiempo? — Pregunto algo confundida. No era que no le gustara la idea de viajar, sino que le costaba tener confianza con gente nueva. Por eso cuando llegaban visitas a su casa, prefería esconderse en los rincones.

— Solo será unos días te lo aseguro. — Menciono su madre. Eso hizo que se sintiera más relajada. — Te agradara, el Conde es una buena persona y muy gentil.

—¿Pero si...

—te da miedo? —Continuo su madre. Amelie asintió con la cabeza tímidamente. La conocía perfectamente. — Sé que te agradara. — Aseguro. Y su madre se acercó hasta su cabeza y le deposito un corto beso en su frente, algo que la hizo sentir tranquila.

Dejo de pensar en su temor por conocer gente nueva. Y se enfocó en el recorrido, no todos los días viajaba.

El recorrido fue relajante y tranquilo que llego a quedarse dormida.

Cuando se levantó, el carruaje ya no se movía, eso indicaba que habían llegado a su destino.

Diane también había despertado.

— ¿Llegamos? — Pregunto Diane con entusiasmo, antes de que ella lo hiciera.

—Si. —Afirmo su madre.

—¡Ya quiero bajar! — Exclamo con su voz chillona y una sonrisa, la cual se veía graciosa, ya que a Diane le faltaba un diente, así que Amelie rio silenciosamente. Era divertido verla en esa etapa, en la que los dientes de leche se le salían.

La puerta se abrió, así que enfoco su mirada hacia ahí. Su padre se encontraba ahí seguro para ayudarlas a descender.

— Yo primero. — Dijo Diane y seguidamente ella lo hizo. Cuando descendió el carruaje observo el lugar.

—Wow ¡es hermoso! — Exclamo Diane con alegría. Le robo las palabras, pero lo confirmaba, si lo era, el aire de Londres no se comparaba a este. Y la casa era más grande de lo que imaginaba.

Sentimientos DistintosWhere stories live. Discover now