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Me levanté por el dolor de cabeza que tenía,me senté en mi cama y tome mi cabeza,sintiendo un dolor un poco fuerte, me costó un poco abrir mis ojos pero cuando lo hice,me ardieron un poco.

— Uhm...— Escuché un quejido y después ronquidos,me levanté rápidamente de mi cama un poco asustada,ya que vivo sola. Pero eso hizo que me mareé.

— Ay...— tome mi cabeza de nuevo — mi cabecita.

— ¿Que...? — gire mi cabeza hacia el ruido, viendo como alguien envuelto en sábanas se levantaba lentamente,tome mi almohada y le pegue con fuerza a la persona que estuviera debajo de las mantas. Del golpe cayó al suelo,levanté de nuevo la almohada dispuesta a darle otro golpe — ¡Ay! — pare en seco al escuchar la familiar voz.

— ¿Camilo? — deje caer la almohada.

— Buenos días para ti también, sumercé — se levantó sobándose la cabeza.

— ¿Tu...no te habías ido anoche?.

— No...ni siquiera recuerdo lo de anoche — hizo una mueca y se tocó la cabeza. Mis mejillas rápidamente se tornaron rojas.

— A-Ah...si — me abrace a mi misma, pero frunci el ceño. Tome la almohada del suelo y golpee de nuevo a Camilo pero esta vez en el hombro.

— ¡Auch! ¿Y esta vez por qué? — se sobó el hombro.

— ¡¿Cómo no te diste cuánta que eso no era jugo,si no alcohol?! — le di otro golpe.

— ¡Espera! ¡Tu tampoco te diste cuenta!, Además,¿Tu por qué tenías alcohol en la casa? — me apunto con su dedo y entrecerro sus ojos.

— Pues,no sé,debí tirarlo hace mucho pero como era un regalo no quise. Ahora qué lo pienso ¿Quien regalaría alcohol a una chica de quince años? — deje caer la almohada de mis manos.

— Pues ni idea,pero se que ahora cuando llegue a mi casa seguro y me llevo un regalo — rápidamente camino hacia la ventana — Ay,no...está nublado — giro su cabeza hacia mi e hizo un puchero — ¡Si llego a Casita será mi perdición! ¡Preocúpate y mucho cuando veas una tormenta! — sollozó.

— Ay,Camilo,no creo que sea pa tanto — me acerqué a él y coloque una mano en su hombro,di un respingo cuando la tomo de repente.

— No, sumercé,si es pa tanto,no conoces a mi ama.

— Ya,a ver,vamos. Yo te acompaño,pero primero voy a por unas pastillas para la jaqueca — respondí tomando de nuevo mi cabeza.

°•°•°•°

— Ay,no. Sumercé,mejor vámonos — tomo mi mano e intento irse,pero le puse resistencia.

— Ándale,Camilo,no se ve tan...mal — trague grueso.

Obviamente se ve muy mal la casa Madrigal, encima de esta había una enorme nube gris,dónde salía pequeños rayos y había una ventisca.

— No me mienta,sumercé — suspiré hondo e ignore las súplicas de Camilo y lo lleve a rastras a dentro de la casa.

— Vamos...— abrí la puerta de la casa y un viento súper fuerte nos invadió.

— Oh,no...— apretó mi brazo y lo sacudió — Vámonos antes de que sea tarde.

— Dios mío...

— ¡Camilo! — dimos un respingo y miramos asustados a Pepa — ¿¡Dónde habías estado!? ¡Te estuve buscando toda la noche y no aparecías! ¿¡Sabes lo preocupada que estaba!? ¡No habías llegado a comer y dije que te habías entretenido pero después no aparecías en horas y pensé lo peor! — se aproximó a nosotros y Camilo se escondió detrás mío — ¡Estás en grandes problemas! — cuando se acercó sentí como la lluvia caía sobre mi y probablemente también a Camilo.

— ¡Mamita, perdóneme, perdóneme,le juro que quise venir pero surgió un problema!.

— Es cierto...— murmure. Me miro unos segundo y después a Camilo. Después de unos segundo la nube que estaba encima de la casa desapareció y en lugar de eso empezó a llover. Pepa se acercó a Camilo y lo abrazo.

— ¡Tan preocupada me tenías! — dijo mientras sollozaba.

— Ay,mamita — Camilo le devolvió el abrazo. Yo mire hacia otro lado,mirando las paredes,como si fuera lo más interesante del mundo — No te preocupes, ____ me cuido muy bien — Pepa se separo del abrazo mientras limpiaba sus lágrimas y me miro. Di un paso atrás nerviosa, mientras mordisqueaba mi labio.

— Ay,querida — me abrazo también dejando tensa y sorprendida — primero a mi Antonio y después a mi Camilito. Parece que apareciste de repente solo para mantener a mi familia a salvo — se separo de mi y sonrió,mientras la lluvia desaparecía. Sonreí nerviosa.

— No...no es nada — sonreí.

— ¡Y contigo ya hablamos! — lo señaló acusadoramente. Camilo otra vez se oculto detrás mía — Ven ____,como ya es hora del desayuno te quedarás a desayunar— tomo mi mano y empezo a guiarme.

— Otra vez no...— murmure,haciendo un puchero.

Un don especial (Camilo Madrigal y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora