ɪ. ɴᴀʀᴜᴍɪ

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Narumi no recuerda mucho de su infancia, pero se podría considerar bastante común

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Narumi no recuerda mucho de su infancia, pero se podría considerar bastante común. Creció con sus padres en una linda casa en Yokohama, el dinero en su familia nunca fue un problema, su padre era abogado y su madre ejecutiva en una empresa de bienes raíces. Siempre fue una niña bastante introvertida. A lo largo de su vida escolar recuerda haber tenido solo una amiga a los catorce que se mudó un año después de haberla conocido. Lloró como nunca al perder a la única amiga real que tuvo en la escuela, pero la pequeña no sabía que se vendrían cosas peores.

Cuando tenía solo dieciséis años su padre falleció de cáncer. Siempre ha sentido que desde ese momento las cosas empezaron a ir mal en su vida.

Luego de la muerte de su padre, su relación con su madre no fue la misma. La mujer se sentía devastada, miserable, desmotivada. No le dirigía la palabra a su hija, no salía mucho de su habitación, y su aspecto era deplorable. La niña solo se preguntaba si era su culpa, si había hecho algo mal, si era buena idea entrar a la habitación de su madre y decirle que comiera, que saliera de ahí, que le hablara. Pero la duda y la ansiedad empezó a crecer dentro de ella y solo podía abrazarse las piernas mientras miraba por la ventana de su habitación. Los meses pasaban y pasaban, y la situación seguía siendo la misma, pero llegó un punto en el que Narumi no aguantaba más.

No se dio cuenta cuando sus horas de sueño habían disminuido. Se levantaba con bastante ánimo a pesar de dormir casi nada, tenía ganas de todo, de salir, hablar, desahogarse y expresar todo lo que le pasaba por la cabeza en esos momentos, pero nadie la escucharía. Su cerebro avanzaba rápido, muchas ideas pasaban por su mente, y la hiperactividad se adueñó de ella.

No se esperaba que una adolescente que había perdido a su padre hace una semana empezara a salir en exceso, a gastar dinero en cosas absurdas, ir a fiestas, emborracharse, fumar, y verse involucrada en un ambiente que no era para nada como ella.

Fue en la calle a las cuatro de la mañana, que iba camino a casa y se encontró a una gata blanca un poco desnutrida. No pensó dos veces y se la llevó a su casa. Caminando sin ninguna expresión en su rostro, un poco cansada mentalmente, con el animal en sus brazos.

En ese momento era imposible para ella saber lo que pasaba en su cerebro, o saber que estaba teniendo un episodio hipomaníaco, ni siquiera sabía lo que era.

Y su madre, a pesar de que pasaba encerrada en casa, sabía que algo le pasaba. Hubo un momento en el que se enfadó y le dio impotencia su energía, por tener un bienestar exagerado que no tenía sentido luego de la muerte de su padre. Pero no le tomó mucho tiempo para darse cuenta de que ella no estaba bien; Estaba nerviosa, inquieta, hablaba demasiado, casi ni dormía, y ni habían tocado el tema de su padre incluso después de un año. Su madre no tenía ganas de nada, y solo comían juntas de vez en cuando, pero luego de una semana de ver a Narumi de esa forma, decidió levantarse y llevarla a un médico.

Su hija no le tomó gran importancia; con la cara sonriente blanqueó los ojos. Le parecía una estupidez y le dijo a su madre varias veces que estaba bien, que exageraba, ya que nunca había estado mejor. Así que decidió ir al médico solo para demostrárselo, pero definitivamente estaba equivocada.

the way you are - takashi mitsuyaOnde histórias criam vida. Descubra agora