Narumi Ishikawa es una joven en sus 20's que ha tenido una vida llena de altos y bajos que soportó por su cuenta, solo ella. Siempre fue mala para expresar muy bien como se sentía, y nunca se sintió a salvo con nadie para hacerlo. Las cosas empiezan...
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La noche había pasado entre besos y caricias, entre sueños profundos y cómodos. Se despertaron tranquilamente en la cama de Narumi, mirándose a los ojos y sonriendo sosegadamente.
—¿Qué quieres desayunar? —preguntó él mientras sacaba unos mechones castaños del rostro de ella.
—Yo creo que prepararé panqueques. ¿Qué opinas?
—Perfecto, pero yo seré chef hoy.
—¿Por qué? —sonrió.
—Porque sí, vamos. —se incorporó y la tomó de la mano para que lo siguiera.
La mañana pasó tranquila y afectuosamente. Para ambos ya era un reto el despegar las manos del otro; caricias de pelo, de rostro, estómago, espalda, los suaves y cálidos toques eran ya imprescindibles.
—Tienes hartos tatuajes. —comenta ella, tocando y observando con detalle sus brazos desnudos mientras se relajaban en el sofá.
—Más o menos.
—¿Tienen significado?
—Algunos.
—¿Qué significa ese? —apuntó a uno en su antebrazo, el cual era un dibujo demasiado complejo de entender.
—Ah ese, solo lo hice porque se veía lindo. —rio.
—¿Y ese? —apuntó a otro.
—Ese también.
Ella soltó una pequeña risa y lo miró. —¿Te estás burlando?
—¡No! Es en serio. Hay otros con significados... pero algún día los verás.
—Oh... no están todos a la vista. —sonrió.
—Claro que no. —se acercó a darle un pequeño beso en sus labios.
Ella quedó con una sonrisa tonta mientras se imaginaba donde estarían los tatuajes restantes.
—¿Qué estás pensando? —él se burló.
—Nada. —mintió.
No habían hablado de que se venía ahora. Solo sabían que todos esos sentimientos acumulados eran mutuos, y no hallaban necesario ponerle un nombre a lo que estaban construyendo. No aún.
—¿Trabajas hoy?
—Sí, pero entro más tarde. Estaba pensando que podríamos salir a almorzar en algún lado. —sugirió él.
—Uh... ¿Es una cita? —se sentó mirándolo a él mientras sonreía.
—Claro. —él hizo lo mismo. —¿Qué opinas?
—Me parece bien. —le aseguró.
Se sentía muy calmada y cómoda, a pesar de todo lo de la noche anterior, y a pesar de que todo era bastante nuevo para ambos. Su ambiente cambiaba conforme avanzaban, pero siempre mantuvieron la misma esencia y calidez del principio. Seguían siendo amigos, solo que con muchas cosas adicionales. Y era asombroso.