Narumi Ishikawa es una joven en sus 20's que ha tenido una vida llena de altos y bajos que soportó por su cuenta, solo ella. Siempre fue mala para expresar muy bien como se sentía, y nunca se sintió a salvo con nadie para hacerlo. Las cosas empiezan...
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El chico abrió los ojos, quejándose y tapándose un poco más con la manta que tenía encima. Abrió los ojos y un poco desorientado inspeccionó su alrededor, estaba oscuro, pero con una leve luz de luna que pasaba por la ventana de la habitación. No debía haber pasado mucho tiempo desde que se quedó dormido.
Recordó haber estado platicando con Narumi en esa cama, y sintió un poco de vergüenza, ya que no sabía en qué momento se quedó dormido. Además estaba en la cama de ella, probablemente ella estaba durmiendo en el sofá y se sintió descortés.
Se paró de la cama, aun con la manta alrededor de su cuerpo, y abrió la puerta de la habitación sigilosamente. La fuerte luz de la sala lo tomó por sorpresa y lo primero que vio fue a Narumi en su sofá viendo algo en la televisión.
—¿Ishikawa? —preguntó él frotándose un ojo.
—Dios. —la chica se sobresaltó al escucharlo, se llevó una mano al pecho soltando un suspiro y pausó la serie que estaba viendo. —Me asustaste.
—¿Qué hora es? —preguntó él un poco perdido.
—Son las... —revisó su celular. —Cuatro... lo siento, ¿Te desperté? —preguntó preocupada.
—No, desperté solo. —aseguró con una sonrisa soñolienta. —¿Y qué haces despierta? —rio por la nariz.
—No tenía sueño. —dijo simplemente con una sonrisa. —Y Grey's Anatomy se está poniendo muy buena. —apuntó a la pantalla.
El chico caminó al sofá y se dejó caer a su lado apoyando la cabeza en su hombro. —Lo siento por dormirme en tu cama. —se sintió muy cómodo apoyado en ella.
Narumi sintió algo en el estómago al tenerlo tan cerca. —Está bien, no me molesta. —dijo amablemente. —Deberías volver. Sé que tienes sueño, a penas abres los ojos. —sonrió.
—Tienes que dormir. De pequeño me obligaron a dormir bien, es importante.
—Está bien, si dormiré. —aseguró ella blanqueando los ojos.
—No dormiré hasta que tú lo hagas.
—¿De verdad?
—De verdad. —la miró seriamente.
Narumi lo observó a los ojos casi cerrados de él por unos segundos y soltó un suspiro antes de apagar la tele y ponerse de pie.
—¿Y tú donde dormirás?
—En el sofá, yo soy la visita. —respondió él.
—Está bien, pero convérsame de algo hasta dormirme. Si no, no podré. —pidió ella.
Él sonrió y la siguió hasta su habitación.
Una vez Narumi estaba acostada, Mitsuya se sentó a su lado dispuesto a quedarse hasta que fuese necesario.
