xxɪ. ᴀ ɴɪɢʜᴛ ᴛᴏ ʀᴇᴍᴇᴍʙᴇʀ

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Se escuchó el sonido de vibración del celular que estaba en la mesa de noche, causando que el chico despertara

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Se escuchó el sonido de vibración del celular que estaba en la mesa de noche, causando que el chico despertara. Se estaba haciendo costumbre el despertar así.

Observó a Narumi, que dormía plácidamente, apoyando la cabeza en su pecho, mientras se abrazaban. Se habían quedado dormidos profundamente luego de haberse aseado apropiadamente.

Sin moverse mucho, estiró el brazo para contestar la llamada, viendo el nombre de Draken en la pantalla.

—¿Hola? —preguntó con los ojos cerrados por el sueño, sin ganas de esforzarse para entablar una conversación.

—Oye, Mitsuya, no te quiero molestar... pero se está haciendo tarde y quiero saber qué es lo que haremos para celebrar, o a qué hora. Nunca dijeron específicamente, ¿sabes?

Mitsuya abrió los ojos al recordar la salida que tenían preparada. << Dios, ¿Cuánto dormimos? >> observó el cielo que estaba de un azul opaco, a medida que oscurecía.

—Mierda, me quedé dormido, lo siento. —vio la hora, eran las ocho de la tarde. —Em... está bien, yo propongo que nos juntemos en el bar de siempre en Shibuya, en un poco más de una hora estaré listo... así que digamos a las diez. —dijo un poco dudoso. —¿Está bien esa hora?

Draken soltó una pequeña risa. —Es tu celebración, amigo.

—Claro, sí, entonces a las diez. Avisaré en el grupo donde están todos.

Miró de reojo a la castaña que había despertado y escuchaba la conversación mientras pasaba los dedos por su marcado abdomen.

—Okey, nos vemos.

—Adiós. —dijo alargando la palabra antes de cortar.

—¿Te habías olvidado de la salida? —sonrió la chica, abrazándolo nuevamente y besando su cuello.

—Sí... aunque no me arrepiento de nada. Siento que descanse lo que no había descansado en semanas con esta siesta. —suspiró y se hundió más bajo las tapas, abrazándola y dándole un pequeño beso en la frente.

—No estabas muy cansado antes. —bromeó.

—Tú me diste toda la energía necesaria. —sonrió coquetamente.

Estuvieron ahí unos minutos, acurrucándose, acariciando sus pieles desnudas, y besándose. La vida parecía ser tan fácil en esos momentos.

—No me quiero levantar. —se quejó Mitsuya apretando los ojos.

Ella soltó una risita mientras acariciaba su cabello, él estaba apoyado en su pecho con los ojos cerrados, sintiendo su aroma y su suave piel.

—Se está haciendo tarde, y aún tienes que ir a tu casa a cambiarte. —suspiró. —Yo tampoco quiero que te vayas... pero nos veremos después.

the way you are - takashi mitsuyaWhere stories live. Discover now