Narumi Ishikawa es una joven en sus 20's que ha tenido una vida llena de altos y bajos que soportó por su cuenta, solo ella. Siempre fue mala para expresar muy bien como se sentía, y nunca se sintió a salvo con nadie para hacerlo. Las cosas empiezan...
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Ambos se despidieron de todos antes de irse.
—¿Tienes Instagram? —preguntó Yuzuha entusiasmada antes de despedirse de Narumi.
—Sí. —asintió esta.
Yuzuha le pasó su celular y Narumi busco su usuario para seguirse. Hizo lo mismo con Hina y Emma y se despidió cariñosamente de todas. Se notaba que la extrañarían, y que probablemente saldrían con ella nuevamente en alguna ocasión.
Narumi estaba feliz claramente, todos los amigos de Mitsuya habían sido muy amables con ella, eran divertidos y en ningún momento se sintió incómoda o fuera de lugar.
Al llegar al departamento, la pequeña gatita blanca se acercó rápidamente a Narumi y esta la tomó en sus brazos hablándole con ternura. Mitsuya cerró la puerta detrás de ellos y sonrió al ver su actitud.
—¿Quieres un té o algo para tomar? —preguntó ella, dejando a Yumi en el piso y dirigiéndose a la cocina.
—Un té estaría bien. —se sentó en una silla de la pequeña mesa de la cocina.
—Un té... para el lindo barista de pelo violeta. —dijo mientras echaba el agua caliente a la taza.
El chico sonrió tontamente. —¿Ahora yo soy el cliente?
Ella tomó las dos tazas listas y se volteó a mirarlo. —Obvio. Ven, quiero ir al sofá. —le señaló con la cabeza para que lo siguiera.
Ambos se sentaron en el sofá con sus tazas y Narumi colocó un poco de música en la televisión.
—Está muy rico. —dijo él refiriéndose al té.
Ella sonrió y se tomó unos segundos antes de hablar. —Oye.
—¿Hm?
—Gracias.
Él decidió mirarla. —¿Gracias por qué?
—Por todo... —sonrió tímidamente, dirigiéndole la mirada. —De verdad la pasé muy bien. Y es todo gracias a ti... desde que nos conocemos que todo es diferente. No puedo explicarlo. —soltó una risa nerviosa.
—Está bien, entiendo. Y no tienes que darme las gracias, en serio. —rio por la nariz. —La verdad es que tú haces todo más divertido. Nada es lo mismo si no estás ahí.
Ella se vio obligada a desviar la mirada con una sonrisa tonta en su rostro. Suspiró pesadamente. —Yo no suelo salir mucho. No voy a conciertos, ni a fiestas, ni a nada por el estilo. Y cuando iba antes de conocerte no la pasaba muy bien. No sé muy bien por qué, pero me sentía fuera de lugar.
Él la escuchaba atentamente y entendía cada palabra que ella decía.
Ella lo miró. —No quiero sonar como pobrecita, o víctima, es solo que así es como es. Así es como soy, por eso nunca culpé a los demás por nada.
