Capítulo 6

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Sehun se pasó la tarde estudiando las defensas del castillo y buscando una posible vía de escape. El laird no le había dejado otra opción y, mientras observaba con ojo avizor todo lo que sucedía a su alrededor, seguía intentando averiguar hacia adónde podía huir.


Jummyeon lo buscaría en las otras abadías de la orden; ésa era una salida demasiado previsible como para arriesgarse a tomarla.


Por otra parte, su madre provenía de las islas del oeste, pero ella misma se había autoexpulsado del clan incluso antes de convertirse en la amante del rey. Y, a decir verdad, Sehun no podía confiar en que en su clan materno no si es que supiesen lo de Aviemore. Si sabían lo de esa herencia, lo obligarían a casarse con el primer hombre que encontrasen.

Necesitaba tiempo. Tiempo para pensar cuál era la mejor alternativa.

En la abadía, la madre Choi lo había ayudado a confeccionar una lista de posibles maridos. Al principio, el había dicho que no quería contraer matrimonio con un guerrero, pero al final había tenido que reconocer que le iría bien que su esposo lo fuese, porque, a partir del momento en que el reclamase su herencia, él tendría que pasarse el resto de su vida defendiéndola de la codicia de hombres poderosos.


Pero así funcionaba el mundo, ¿no? Sólo sobrevivían los más fuertes, los débiles morían.


Frunció el cejo. No, eso no era cierto. Dios protegía a los débiles, por eso había creado a los guerreros, para que cuidasen de las mujeres y los niños. Lo que significaba que Kim Jummyeon era hijo del diablo.

Con un largo suspiro, Sehun apoyó las palmas de las manos en el suelo para ponerse en pie y volver a su habitación, donde seguir planeando su huida. Todavía no había dado un paso cuando vislumbró a Taeyong corriendo colina abajo hacia el, saludándolo con la mano.

Volvió a sentarse en el suelo y esperó a que el niño llegase; cuando lo hizo, él le sonrió de oreja a oreja y se tumbó en la hierba a su lado.


— ¿Hoy te encuentras algo mejor? — le preguntó educado —

— Sí, mucho mejor. He estado caminando un poco para ejercitar los músculos –


Taeyong se acurrucó junto a el.


— Me alegro. ¿Has hablado con papá? —

— Sí —suspiró Sehun –


El niño lo miró embobado.


— Te dije que él se ocuparía de todo —

— Sí, me lo dijiste —murmuró el —

— Entonces, ¿vas a quedarte? –


La expresión del niño le derritió el corazón a Sehun y lo rodeó con un brazo para estrecharlo con cariño.


— No puedo quedarme, Taeyong. Ya lo sabes. Hay más hombres además de Kim Jummyeon que querrían secuestrarme si supieran dónde estoy –


Él arrugó la nariz.


— ¿Por qué? —

Mi EnemigoWhere stories live. Discover now