Capítulo 22

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Era importante que Chanyeol no saliese corriendo detrás de su esposo, en especial delante de sus hombres. Era evidente que Sehun no tenía ni idea del lío en que se había metido. Chanyeol le daría tiempo para calmarse y luego le explicaría cómo funcionaban las cosas.

Se volvió hacia los hombres que seguían en pie detrás de él. Gertie ya estaba sirviendo la cena y, a juzgar por el olor, había sido un buen día para la caza y los encargados de llevar carne fresca al castillo habían tenido mucho éxito.


— ¿Puedo recuperar mi puesto, laird? —le preguntó Arthur. Chanyeol asintió, cansado —

— Sí, Arthur. Tienes buena mano para los caballos. Sin embargo, estoy harto de tus constantes peleas con Magnus, es obvio que disgustan a vuestra señora –


El anciano no pareció demasiado contento, pero asintió y corrió a sentarse en su puesto a la mesa. Magnus pareció tentado de burlarse de él, pero Chanyeol le advirtió con la mirada y se contuvo. Él también se sentó en su sitio, en una mesa distinta a la de Arthur.

Chanyeol ocupó la presidencia y sus hombres tomaron asimismo asiento. Cuando Maddie pasó por allí para llenar las bandejas, la detuvo.


— Cuando termines de servir a los hombres, llévale una bandeja a tu señora. Está en sus aposentos y no quiero que se pierda la cena —

— Sí, laird. Me ocuparé de inmediato –


Satisfecho de que su esposo no pasase hambre y, dado que de momento no había ninguna otra discusión en marcha, Chanyeol se relajó y se dispuso a disfrutar de la carne fresca.

Si le daba tiempo a Sehun para que se le disipase el enfado, probablemente cuando subiese a su dormitorio lo peor ya hubiese pasado. Chanyeol se felicitó de haber resuelto la situación con tanto acierto y se sirvió otra ración.

Pero media hora más tarde, cuando Maddie entró corriendo en el salón y le dijo que su esposo no estaba en sus aposentos, Chanyeol se dio cuenta de que había cometido el error de creer que algo relacionado con Sehun pudiese ser tan sencillo.

El lo hacía sentirse incompetente y que cualquier intento que pudiese hacer para mantenerla a salvo era una mera chapuza. Nada de eso era cierto, pero Chanyeol se enfadaba porque desde pequeño nunca había dudado de sí mismo. Podía entrenar y dirigir un ejército. Podía ganar una batalla incluso cuando el enemigo los superaba cinco a uno. Pero no podía controlar a un joven que ni siquiera le llegaba al hombro. Aquello no tenía sentido y lo estaba volviendo loco.

Se levantó de la mesa y se dirigió hacia el lugar por donde se había ido Sehun. Era evidente que no había subido la escalera, así que pasó ésta de largo y siguió hacia afuera del castillo.


— ¿Has visto a tu señora? —le preguntó a Rodrick, que estaba vigilando la muralla —

— Sí, laird. Ha pasado por aquí hace media hora —

— ¿Y dónde está? —

— En los viejos baños. Gregory y Alain lo están vigilando. Está llorando, pero por lo demás está bien –


Chanyeol hizo una mueca de pesar y suspiró. Prefería que Sehun lo arañase como un gatita salvaje, o incluso que cuestionase su autoridad, a que llorase. Llorar no servía para nada y él no tenía ni idea de cómo lidiar con las lágrimas.

Mi EnemigoWhere stories live. Discover now