Capítulo 10

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Casarse con el laird. Sehun paseó de un lado a otro de su dormitorio hasta que creyó que se volvería loco. Se detuvo junto a la ventana y miró afuera, aspirando la relajante brisa primaveral. Era una tarde cálida y soleada.


De repente, tomó una decisión, cogió un chal y salió a toda prisa de la estancia.


En cuanto puso un pie fuera del castillo, apareció uno de los guerreros Park y empezó a seguirle. Sehun lo miró disimuladamente y recordó que era uno de los hombres que estaban con Jongdae el día que los encontraron a Taeyong y a el. Intentó recordar su nombre, pero los acontecimientos de ese día seguían resultándole confusos.

Le sonrió, convencido de que el soldado pretendía saludarle, pero el hombre no dejó de seguirle hasta la esquina del castillo y en dirección a la abertura de la muralla.

Antes de que Sehun pudiese trepar a la roca, él le cogió de la mano, muy galante, y lo ayudó.

Sehun se detuvo y el hombre casi chocó con el de tan cerca como le seguía, así que se dio media vuelta y levantó la cabeza para poder mirarlo a los ojos.


— ¿Por qué me estás siguiendo? —

— Órdenes del laird, mi señora. No es seguro que caminéis sin escolta. Me han encargado que os proteja cuando el laird no esté con vos –


Sehun sorbió por la nariz y se llevó una mano a la cadera.


— El laird tiene miedo de que vuelva a huir y te ha ordenado que no lo permitas –


El hombre ni siquiera parpadeó.


— No tengo intención de abandonar el castillo. El laird me ha informado de las consecuencias de dicha acción. Sólo quiero dar un paseo y disfrutar del aire fresco, así que no tienes por qué dejar tus tareas para escoltarme —

— Mi única tarea es vuestra seguridad —aseveró el soldado solemne.


Sehun suspiró resignado. Estaba seguro de que los hombres del laird eran tan tozudos como su señor. Probablemente era un requisito para servir con él.


— Está bien. ¿Cómo te llamas? —

— Gannon, mi señora —

— Dime, Gannon, ¿vas a ser mi guardia permanente? —

— Comparto la misión con Cormac y Diormid. Sin contar a los hermanos del laird, nosotros tres somos los soldados que más tiempo llevamos a su lado –


Sehun esquivó las rocas que sobresalían del suelo y siguió su camino hacia la colina, en la que pastaban las ovejas.


— Me imagino que esta misión no es de tu agrado —comentó con ironía —

— Es todo un honor —le corrigió Gannon—. El laird nos ha demostrado que confía mucho en nosotros. Él no encargaría la seguridad de la señora del castillo a cualquier soldado –


Sehun se detuvo, giró sobre sus talones y tuvo que morderse los labios para no gritar.


Mi EnemigoWhere stories live. Discover now