Capítulo 31

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Sehun se arrastró fuera de la cama y se dirigió directa al orinal, para vomitar lo poco que le quedaba en el estómago de la comida de la noche anterior. Era una costumbre horrible que había adquirido en las últimas dos semanas y que siempre le atacaba por las mañanas. Y no terminaba allí. Sehun vomitaba cada día después de desayunar y también después del almuerzo y normalmente una última vez antes de acostarse.

Había intentado ocultárselo a Chanyeol el máximo de tiempo posible, pero vomitando tanto como vomitaba y reaccionando ante la comida como si temiera que fueran a envenenarle de nuevo, era inevitable que él se diese cuenta.


Ese mismo día le diría lo que sospechaba. Claro que de sospecha tenía poco, porque no hacía falta ser un genio para deducir que llevaba al hijo de Chanyeol en el vientre. Y Dios sabía que su esposo había puesto mucho empeño en dejarle embarazado.

El clan entero se alegraría de la noticia. El dote de Sehun llegaría en cualquier momento y la prosperidad por fin visitaría el castillo. El embarazo y el nacimiento del niño otorgarían para siempre la propiedad de Aviemore a los Park. Sehun prácticamente saltaba de alegría de las ganas que tenía de darle a Chanyeol la noticia.

Después de enjuagarse la boca y de vestirse, bajó al piso inferior, donde Gannon fue a recibirlo al pie de la escalera. El levantó ambas cejas al verlo porque desde su envenenamiento, Chanyeol se había asegurado de ser él, o uno de sus hermanos, quien le custodiase durante el día. Y la verdad era que Sehun se había resignado a aceptarlo.


— Buenos días, mi señora —le dijo el soldado de buen humor —

— Buenos días, Gannon. Dime, ¿qué has hecho para hacer enfadar a tu laird? –


El hombre parpadeó y lo miró confuso, pero se rió al comprender que el se estaba burlando de que le hubiesen encargado protegerlo.


— Nada, mi señora. Me he ofrecido voluntario para esta misión, os lo aseguro. El laird y sus hermanos han tenido que salir a recibir a los Song Kang –


Sehun arqueó ambas cejas. Después del incidente del veneno, nadie había vuelto a hablar de los Song Kang. De hecho, el incluso se había olvidado de lo de la alianza. Aquel día sus vecinos no abandonaron el castillo como amigos, así que ahora sentía curiosidad por saber por qué habían vuelto.


— ¿Dónde están? —preguntó —

— Descargando la comida de las carretas —contestó Gannon con una sonrisa –


Sehun juntó las manos lleno de felicidad.


— ¿Han cumplido aquella ridícula apuesta? —

— Por supuesto —afirmó Gannon con cierta burla—. Y deduzco que también es su manera de tender una rama de olivo. Si queremos formar una alianza, a ambos clanes nos conviene hacer las paces —

— Oh, esto es maravilloso. Seguro que nos será muy útil para pasar el invierno –


El soldado asintió.


— Y mucho más si la caza sigue siendo tan buena como hasta ahora –


Mi EnemigoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz