Capítulo 24

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Sehun observó el salón, satisfecho y agotado. Casi había amanecido y las mujeres se habían pasado toda la noche trabajando. A las que tenían hijos las había mandado a casa, pero un grupo reducido se había quedado con el sin dormir para ayudar con los últimos preparativos. El resultado era sorprendente, aunque Sehun preferiría no tener que volver a organizar algo así sólo con un día de margen.


El interior del castillo resplandecía. Habían fregado los suelos y limpiado las paredes. Habían cambiado las velas viejas por otras nueva y ahora la lámpara iluminaba el techo creando un bonito juego de sombras. Ramos de flores recién cortadas habían sustituido el olor a sudor y a suciedad y Sehun había usado las pieles de los dormitorios para convertirlas en alfombras, que colocaron frente a las chimeneas de piedra del salón.

El aroma del estofado recién hecho llevaba horas torturándolo. Gertie había conseguido preparar una cena deliciosa con los conejos que habían cazado Chanyeol y sus dos hermanos. A Sehun se le hacía la boca agua sólo de pensar en una de las rebanadas del pan recién hecho que aguardaba en el horno.

Horas atrás, Chanyeol había intentado convencerlo de que fuese a acostarse, pero como no sabían exactamente a qué hora iba a llegar el laird Song Kang, el se había negado a irse a dormir antes de que estuviese todo listo.


— Está precioso, mi señora —le dijo Maddie, orgullosa –


Sehun miró hacia donde estaba la joven, junto con Bertha y sonrió.


— Sí, sí que lo está. No parece el mismo castillo que antes. Aunque todavía hay zonas derruidas y que siguen mostrando los efectos del incendio, nadie podrá quejarse de nuestro trabajo –


Bertha se apartó un mechón de la frente.


— El laird se sentirá orgulloso de recibir aquí a sus huéspedes. Habéis conseguido hacer un milagro —

— Gracias a las dos por haberos quedado toda la noche ayudándome — les dijo Sehun—. Tú y Maddie podéis iros, y decidles a las demás que vayan a acostarse y que no se levanten hasta después del mediodía. Las otras mujeres se encargarán de vuestras tareas mientras descansáis –


Las dos jóvenes asintieron agradecidas y se fueron del salón dejando sola a Sehun.

Ésta observó una última vez el fruto de su trabajo y se dio media vuelta para dirigirse hacia la escalera. A decir verdad, no había cumplido al pie de la letra lo que le había prometido a Chanyeol. La herida del costado le dolía considerablemente, aunque confiaba en no habérsela abierto. Había mucho trabajo por hacer y no era justo que les pidiese a las demás mujeres que se esforzasen tanto si el no iba a hacer lo mismo.


Se sentía muy orgulloso del papel que había desempeñado. Todas habían trabajado muy duro y durante muchas horas, pero siempre muy animadas y con una muy buena predisposición. Las mujeres habían dado lo mejor de sí para complacerla y, ciertamente, lo habían logrado. Por primera vez en su vida se sentía en casa. En su hogar. Sentía que formaba parte del clan Park.

Entró en silencio en su dormitorio, pero descubrió que no había necesidad de que fuera con tanto cuidado, porque Chanyeol ya estaba despierto, vestido y calzándose las botas.

Él frunció el cejo al verlo y se puso en pie de inmediato. Lo sujetó justo cuando Sehun se tambaleaba.


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