🥀Capítulo 53: Advertencia🥀

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Narra Jaden.

Un pasillo negro. Un hombre de camisa blanca y guantes negros me observa al final del pasillo. Mientras lo miro escucho una voz a lo lejos que se va a acercando cada vez más.

— Papá— su voz de escucha a lo lejos— papá!

— ¿Isa!? — Miro a todos lados tratando de encontrarla —Isa, nena ¿donde estas?

— Jaden! —ahora es la voz de Antonella — Jaden, ayúdanos!

Sus sollozos son fuerte.

— Preciosa! —miro a todos lados con más desespero.

La habitación se hace pequeña cada vez más. Risas y llantos hacen arder mis oídos.

— Papá..

— Jaden... — suena a mis espaldas.

Me volteo. Ahí las veo.Trato de acercarme, pero de momento tengo un vidrio que me lo impide. Ella toca su panza y mira a Isabella.

— ¿Por qué nos hiciste estos? —retira la mano cubierta de sangre ¿por qué?!— comienza a llorar.

— Jamás les haría daño! —golpeo el cristal, pero este no sede—Yo las amo! Yo te amo! —pateo el cristal y nada.

— Eres igual a tu padre! — grita — Eres horrible como el, despiadado, un asesino!

— No... no... — niego— No soy como el — agarro mi cabello —No! No soy como el!

Sigo golpeando el vidrio, mis manos sangran, estas tan destrozadas que puedo notar los nudillos. Ella se desploma en el suelo con Isa que está pálida.

— ¡No! —grito abriendo los ojos.

Mi respiración es agitada, tanto que tengo que levantarme para buscar aire.

— Hey... hey... Tranquilo... — Sus brazos rodean mi cuerpo para besar mi espalda — tranquilo... todo esta bien.

Me voltea y sus manos suben a mi nuca juntando nuestras frentes hasta que mi respiración se normaliza. Agarro su cabello y la acerco a mis labios devorándolos. Caemos a la cama y subo sobre ella sin separarnos. Bajo por su cuello y paso por pecho escuchando como jadea.

— Tengo hambre — Isa aparece a nuestro lado.

Me empuja ocasionado que mi espalda de contra el suelo sacándome un gruñido.

— Maldición... — Trato de recuperar el aire.

— Alguien está despierta tan temprano... —La agarra en brazos.

— ¿Y papá ?— Me levanto ganándome una sonrisa de parte de ella.

Aparezco en su capo de vista viendo con sonríe, pero luego me mira extraño.

— ¿Por que estas en el suelo, papá?

— Es más cómodo — la cargo en mis brazos caminando con ella

— No tenemos la misma privacidad que antes... — Antonella camina hasta el baño.

— Ya veo.

— Tengo hambre! —me hace puchero.

Miro el reloj. 7:10 am
María debe estar por llegar.

— Preciosa, María llega como en 10 minutos. — Abro la puerta.

— ¿Estás seguro de que quieres que me vea? Le puede pasar algo.— seca su rostro con una toalla.

El sonido de algo romperse se escucha a nuestra espalda. Me volteo notando a María como cae al suelo.

— Te lo dije! — camina hasta ella — ayúdame!

Bajó a Isa y me acerco a ellas. La recostamos en el sofá. Antonella le verificó la presión y la azúcar, todo está bien. Le hizo una avena a Isa.

— Abre grande... — le da una cucharada y limpia el sobrante con la misma — ahora agarra la cuchara fuerte. No la dejes caer.

Vemos cómo María comienza a moverse. Antonella se acerca ayudándola cuando abre los ojos. 

— Estoy muerta ¿verdad? —fija la mirada en Antonella.

— Maria...

— No quiero más nada — Isabella alza su brazos y yo la agarro.

— Sabía que no debía comerme aquella pizza! Yo sabía! —se levanta —Ahora también dejé al muchachito ese! Estuve ¡así! De virarle la cara con un bofetón y jalarle una oreja. Es un malcriado! Un desagradecido. Si no me hubiera muerto le hubiese dado 7 patatas aunque luego me doliera la espalda.

— ¿Por qué tan agresiva? — gruño — deje de tomar pastillas de más, vieja loca!

Antonella ríe.

— Maria... estás viva, yo estoy viva.— la abraza.

— Ay! gracias Dios!. —me mira— esperen...— mira a Isa — ¿Está uña es suya?...

Antonella asiente.

— No lo vez o estás cie... — me callo cuando alza un zapato —ya, ya, lo siento.

— Hola... — la arrebata de mis brazos — Es una mezcla perfecta de ustedes dos— se limpia una lagrima —es preciosa... como su madre.

— ¿y yo?

— De ti solo saco los ojos...

— Vieja loca— repite Isa.

— Si... así es... soy una vieja loca.

🚬

Propiedad Del Señor HosslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora