Capítulo 9

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Joel

No esperaba recibir semejante golpe y a decir verdad, tal vez me lo merecía porque había actuado por impulso, un impulso que no se como explicar y mucho menos defender, yo simplemente...lo besé. Tengo que admitir que el beso fue bastante...malo, ni siquiera fue uno real, él solo se quedó ahí sin moverse, sin hacer ni el mínimo intento por corresponder, como si no le hubiese gustado y tal vez por eso lo pegué más a mí y saboreé su boca sin reparos, tanto que solo me detuve cuando mamá rió entretenida. Ella no sabía que Erick no me estaba correspondiendo, ella solo disfrutaba de "saber" que teníamos una bonita relación y quedó complacida con ver con sus propios ojos lo que había sido el encuentro más cercano que habíamos tenido.

-Es un idiota, un maldito idiota y estoy harto, harto de que haga lo que se le regala la gana. -Cuando alcé la mirada, él seguía ahí, con ese semblante enojado y el rostro completamente rojo. Yo estaba enojado también, acababa de pegarme una cachetada violenta y eso estaba por completo fuera de lo que permitiría.

-Que sea la última vez que haces algo como eso, jodida mierda o voy a romperte la cara de vuelta. -Gruñí para él, el enojo creciendo dentro de mí no era bueno y verlo fruncir las cejas con molestia, no ayudaba a que me calmara.

-Y usted no sea tan cerdo, no tiene derecho a besarme, no tiene ningún maldito derecho sobre mí. Me da asco, me da mucho asco saber que sus estúpidos labios tocaron los míos.

-¿Cuál es el puto problema? Fue un jodido beso, un jodido beso que ni siquiera respondiste. -Bien, eso había sonado peor de lo que pretendía y prácticamente lucía enojado por el hecho de que no me besó de vuelta.

-¿Qué? -Él pareció notarlo y no me quedó más opción que tomar las riendas, no era bueno que creyera que yo quería ese beso.

-Mi madre casi nos atrapa peleando, estabas a punto de irte. ¿Qué se supone que tenía que hacer, eh? ¿Qué carajos tenía que hacer?

-Pues para variar, podría empezar con ser sincero y en lugar de besar a personas que no lo toleran, dígale la verdad a sus padres.

El silencio se apoderó de mi habitación y se sintió como si toda la frialdad de la lluvia se hubiese establecido justo entre ambos. Lo ví respirar entrecortadamente, incómodo, como si hubiese utilizado todas sus fuerzas para decirme esas palabras. Estábamos separados por al menos dos mentros pero por algún motivo que no pude descubrir, en un abrir y cerrar de ojos lo tenía pegado a la pared, presionando su cuerpo con el mío, impidiendo que pudiera moverse.

-Eso no va a pasar, no voy a contar la verdad, mi madre no puede enterarse de que es una mentira. -Susurré para él, estaba enojado, estaba muy enojado pero no podía gritarle, no podía devolverle el golpe que me había dado anteriormente, yo solo estaba ahí, apresándolo, sintiendo su respiración agitarse más.

-¿Por qué? ¿Por qué simplemente no termina con esto? Puede que la lastime al comienzo pero es su madre y las madres siempre perdonan, será peor después, será mucho más doloroso para ella si se encariña conmigo y descubre la verdad, yo...no quiero que...

-¿Tú de verdad la aprecias, eh? -Noté como dió un pequeño respingo ante mi pregunta, como si acabara de darse cuenta de nuestra cercanía, como si recién en este instante se hubiese percatado de que muy a pesar de no tener nada en común y estar discutiendo, era la primera vez que sosteníamos una conversación real.

-¿Qué... qué dice? A penas la conozco. -Y fue en ese momento en que bajó su mirada con las mejillas sonrojadas, que supe y entendí algo que estuvo en mis ojos todo este tiempo.

-Tú realmente la aprecias, tú... tú no estás fingiendo con ella, tú... tú de verdad te sientes bien con esto.

-Su madre no tiene la culpa de que usted no tenga principios. Me agrada, su papá también me agrada y es por eso que no quiero seguir con todo esto, no me gusta mentir, no me gusta saber que estoy siendo partícipe de las mentiras de otra persona. No quiero estar involucrado con usted, no me gusta como es, no me gusta lo que hace y considero que es una persona muy...

-¿Muy qué? -Gruñí tomándolo de la cintura, no lo pensé, solo pasó y él no pareció molestarse porque no dijo nada, en cambio bajó su cabeza y suspiró profundo, yo no me conformaría con eso. -Dime que es lo que soy, Brian, es una orden.

-¿De verdad quiere escucharlo? -Cuestionó bajito sin mirarme, yo me acerqué más. No sabía que mierda me estaba pasando pero quería saber, necesitaba saber.

-Estoy esperando. -Y supe que no estaba listo para su respuesta en el justo instante en que alzó esos ojos verdes y me regaló una mirada que no pensé ver jamás en él, una mirada que sacudió todo dentro de mí.

-Pienso que usted quiere mucho a su madre en realidad, lo he observado y realmente siento que la ama mucho pero también creo que es incapaz de sentir algo por otra persona que no sea su familia cercana. No se que le pasó para que se haya convertido en alguien tan cruel, tal vez alguien lo lastimó tanto que ahora no cree que sea importante como pueda sentirse otra persona, que de verdad usted ni siquiera se detiene un segundo a pensar en el daño que causa con sus palabras y sus acciones déspotas. Una cosa es que no le guste ser amable o que tenga cierto recelo en entrablar relaciones interpersonales de forma sana y afectiva sin necesidad de un sentimiento más profundo y la otra muy distinta es realmente vivir como usted lo hace.

-¿Qué?

-Que ni siquiera creo que lo haga con la intención de lastimar, creo que simplemente no sabe distinguir lo que causa con su forma de ser, es como si no pudiera realmente diferenciar el bien del mal y más allá de querer hacer daño, solo lastima porque no es capaz de sentir. Usted está incapacitado para sentir, fuera de su muy reducido círculo, el resto de las personas le son por completo indiferentes y no le afecta en lo más mínimo como se puedan sentir. Ni siquiera tiene amigos, no lo conozco mucho pero jamás lo he visto con otra cara que no sea esa de amargado, alguien que tiene amigos y se siente bien con ellos, que sale de fiesta o a una simple cena en grupo, alguien que se rodea por gente que quiere...no va por la vida amenazando empleados.

-Brian...

-No he terminado, usted pidió que le dijera lo que pienso y eso estoy haciendo. -Se detuvo un segundo para respirar y yo volví a acercarme con el corazón vuelto loco y mis manos en sus caderas, él no me detuvo. -Se que hace esto por su madre y aunque encuentro muy enfermos sus métodos, tal vez soy capaz de entenderlo hasta cierto punto porque se lo que se siente querer hacer feliz a una mamá pero está obligándome a jugar su juego y me está arrastrando consigo. Me envolvió en esto sin siquiera saber como me siento yo, sin saber como estoy, sin saber si alguien me espera en casa o si estoy enamorado de otra persona. Usted simplemente me apresó en esta mentira y me hizo participar sin posibilidad de negarme. Me está atando a un futuro incierto que no quise nunca vivir y me está robando la posibilidad de ser feliz como yo quiero, con quien yo quiera. ¿Usted se ha detenido a pensar que pasará cuando nos casemos? ¿Ha pensado acaso en lo que yo espero de un matrimonio? No, no lo ha hecho porque yo no le importo y me voy a casar aunque no quiera porque me está obligando pero quiero que sepa que cuando todo esto acabe y nos hayamos divorciado, yo podré quedar destruido por haber seguido su juego pero usted...usted no tendrá nada porque su burbuja estará rota y no será más que un hombre sin amor para recibir porque es incapaz de darlo.

Solo puedo decir que después de eso, un relámpago iluminó la habitación, el sonido del trueno que le siguió logró aplacar el suspiro herido que soltaron mis labios. Las luces flaquearon y solo quedó la oscuridad, la oscuridad profunda de la noche lluviosa y ya sea por el ruido de las gotas chocando contra la ventana o por los latidos desfigurados de mi corazón, mi impulso fue uno solo y aún en contra de todo lo que debía ser...ahogué el dolor que causaron sus palabras...en su boca porque cuando volví a besarlo esta noche en medio de la inconsciencia y la agonía, saboreé el más dulce de los venenos, sus labios eran veneno y yo estaba empezando a creer que me gustaría que me destruyera.

en su boca porque cuando volví a besarlo esta noche en medio de la inconsciencia y la agonía, saboreé el más dulce de los venenos, sus labios eran veneno y yo estaba empezando a creer que me gustaría que me destruyera

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