Capítulo 20

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Erick

Los días estaban siendo mucho más difíciles de sobrellevar de lo que había pensado y al parecer mi cuerpo era el mayor perjudicado porque desde un par de semanas atrás no me estaba sintiendo bien. La vida me había dado un giro de trescientos sesenta grados y no puedo decir que para bien. Desde que Joel puso fin a nuestra relación, todo se tornó un caos y de un momento a otro dejé de ser el chico normal que había sido toda mi vida para convertirme en un fantasma que no hace más que respirar pobremente y tratar de sobrevivir al infierno que me rodeaba.

Joel había cumplido su palabra y en cuanto regresamos a Miami, puso los papeles del divorcio. Yo intenté, juro que intenté que no lo hiciera pero él no entendió razones y buscó a un abogado que en menos de cuarenta y ocho horas tenía lista muestra separación. Todo fue tan rápido y frío que no tuve la posibilidad de volver a verlo, todo el papeleo fue a través de ese señor que me miraba como si yo fuera insignificante y lo era, era malditamente insignificante. Quise hablar con Joel, rogarle que no lo hiciera pero él jamás me escuchó, jamás respondió una llamada y estoy seguro de que tampoco lo hizo con los cientos de mensajes que le dejé en el buzón porque han pasado dos meses y no ha habido ni rastro de él.

Este maldito tiempo ha sido un martirio, un infierno o algo peor porque además del divorcio, también quedé sin trabajo, no fue su culpa, él jamás me despidió pero yo no podía seguir estando en un lugar donde lo tuviera tan cerca pero tan jodidamente lejos. Los primeros dos días si fui a trabajar, necesitaba el dinero y era la única esperanza para llegar a él sin embargo no pude alcanzarlo, de un momento a otro decidió no ir más a la empresa y ahí murieron todos los intentos de lograr verlo. Quise ir a su casa pero en los papeles de divorcio estaba explícitamente advertido que si era visto a menos de quinientos metros de la mansión, sería reportado a la policía y no me importó, realmente quise llegar sin embargo terminé con una orden de alejamiento.

Fue difícil, realmente fue difícil enfrentar la realidad y comprender que Joel me había sacado de su vida para siempre, dolió como mil demonios entender que me había enamorado de él y que fui un grandísimo idiota al negarlo, al negárselo a él y al negármelo a mí porque aquella noche en que me hizo suyo, no solamente entregué mi cuerpo, esa noche le regalé mi alma. Fui muy idiota al decirle aquellas palabras, fui el peor de todos los idiotas porque aquello no fue un error. ¿Cómo podría serlo si me había regalado la mejor noche de mi vida? ¿Cómo podría arrepentirme de brindarle mi corazón? ¿Cómo en la vida podría yo renegar del acto más puro que había hecho?

Estaba enamorado de él, estaba total y completamente enamorado de Joel Pimentel, el mismo Joel que me había obligado a cometer esta locura, el mismo Joel que había puesto mi mundo patas arriba en una mentira penosa, una mentira que se convirtió en un castigo porque yo había caido por él, yo había visto más allá de su máscara impermeable y había descubierto su verdadero ser, su verdadera esencia, su verdadera alma. Su alma era hermosa y pude mirarla fijamente cuando nuestros ojos se encontraron mientras hacíamos el amor porque eso no fue sexo, eso fue mucho más, eso fue el complemento perfecto para confirmar que me moría por él pero actué con miedo, con terror de que me rechazara primero, con un pánico terrible que me hizo abrir la boca para llevarme de cabeza al abismo.

Hoy es mi día libre y realmente agradezco no tener que levantarme de la cama porque no tengo fuerzas ni para respirar. No me he sentido bien y día a día voy empeorando, los mareos y náuseas son recurrentes pero mi nuevo trabajo es agotador, lo poco que como lo vomito siempre y no ha sido fácil lavar platos seis días a la semana por un sueldo mínimo pero no me quejo, yo elegí no ir más a la empresa y me toca asumir las consecuencias. Al menos puedo seguir pagando el pequeño apartamento en el que vivo y me alcanza para comer al menos una vez al día, cuando me recupere de lo que sea que tengo, buscaré otro lugar donde no tenga que pasar diez horas seguidas limpiando lo que otros ensucian.

Una vez más siento deseos de vomitar pero no quiero moverme, cada que lo hago, los mareos se incrementan y no quiero caer, de nuevo, basta con las veces que ya ha pasado. No quiero hacerlo, no quiero salir de acá pero se que no puedo continuar así, estoy enfermo, no es una sorpresa y tal vez es mejor que averigüe que tengo antes de que se convierta en algo peor aunque... quizás no es tan mala idea dejar que empeore, a fin de cuentas no tengo nada, no tengo a nadie y lo más probable es que ninguna persona se de cuenta de que falto, solo Christopher se preocupa por mí y está muy lejos de este pais como para darse cuenta de que no estoy, si muero acabará mi dolor y no tendré que lamentar más el haber perdido a la persona que amo y que no supe como decirle.

¡Idiota!

Grita la voz que vive en mi cabeza y sacudo mis pensamientos autodestructivos, no puedo morir, no así, no sin haber al menos enfrentado mi dolor, mamá debe estar completamente decepcionada de mí donde quiera que se encuentre y no quiero fallarle, ella luchó hasta que su cuerpo no pudo más, fue una guerrera y me enseñó a pelear. Me levanté de la cama sintiendo mi cabeza partirse a la mitad, el dolor era fuerte y el mareo arreció pero pude llegar al baño antes de vomitar. Fue desagradable y me costó mucho trabajo recuperarme pero tenía que hacerlo, por mamá, tenía que levantarme. Me duché con agua fresca, la calefacción se había roto una semana atrás pero no me alcanzaba el dinero para poder arreglarla, tenía que seguir usando el agua regular pero no importó, me sequé rápido para entrar en calor y entre tropiezos logré vestirme para salir.

Caminé hasta la parada de autobus más cercana y agradecí que el clima no estuviera frío, no era agradable pasar horas esperando un transporte mientras el viento helado calaba los huesos. El hospital público no quedaba tan lejos pero era una misión imposible llegar caminando, me tocaba aguantar y una media hora después ya iba sentado rumbo al médico. El viaje era corto pero me sentía tan mal que pareció una eternidad. Cuando llegué a mi destino, entré sin dudarlo a la recepción, mi estado seguía empeorando, mis piernas estaban débiles y no sabía si lograría alcanzar a llegar, no lo hice, justo a punto de colocarme en la fila para pedir atención...todo se volvió oscuro.

todo se volvió oscuro

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