Capítulo 28

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Erick

Estaba a tres minutos de explotar, lo sabía, yo sabía que había sido una mala idea, lo sentía en mi sangre mientras corría como lava ardiente por mis venas pero como buen idiota había asistido a esta maldita fiesta. Claro...todo porque al señor Joel Pimentel lo estaban nombrando oficialmente "El hombre del año" por todos los logros que había alcanzado con su empresa. Me alegraba, obviamente lo hacía porque sabía cuanto se esforzaba por su trabajo, yo era testigo de las noches en las que no pegaba ojo para poder terminar informes y cualquier cantidad de documentos, yo comprendía que sobre todo después de que consiguió quedarse con el total control de las exportaciones, el trabajo se había multiplicado y de la misma forma en que daba buenos frutos, traía una carga agregada.

Me emocioné muchísimo cuando le dijeron que le harían ese reconocimiento, lo merecía y me ponía orgulloso pero ahora ya no me parecía buena idea estar en un salón gigante repleto de personas que transpiraban riqueza porque me sentía fuera de lugar, prácticamente invisible y estaría bien si solo fuera eso, no me importaba realmente que la gente volteara a mirarme o que fingieran sonrisas solo porque era el novio de Joel, no, yo estaba bien siendo invisible aunque con una panza gigante de siete meses, no había forma de pasar desapercibido pero ese no era el problema, nada que ver, podía vivir con eso sin embargo estaba a punto de saltarle encima a ese duende feo de apellido Cabrera porque desde hace veintisiete minutos está zorreándole a Joel y el muy idiota parece no darse cuenta.

Traté de comportarme como un buen novio, me quedé sentado en mi silla mientras un sinnúmero de personas desfilaban para saludar a Joel, para lamerle las botas o para simplemente hacerse notar, era aburrido porque en todo ese tiempo yo no tenía nada que hacer y aunque estuviera feliz por él, me sentía apartado. No quise incomodar, sabía la importancia de este dichoso evento y lo sobrellevé tranquilo hasta que apareció esa ramera, ahí todo se fue al carajo y realmente no se de donde he sacado las fuerzas para no reventar porque su nivel de puta es muy alto, tan alto como las evidentes ganas que tiene de que mi novio se lo folle.

Joel se veía muy a gusto hablando con él, riendo de sabrá Dios que cosas porque yo no escuchaba, no podía porque los dos se habían ido hacia la barra en busca de algo de beber. Yo no quería hacer una escena, tampoco quería que me presentara ante ese elfo pero definitivamente no me gustaba que me dejara sentado acá como si fuera un adorno para irse a reir con ese tipejo. Yo sabía que Joel me era fiel, jamás había dudado de su amor por mí y tampoco me pasaba por la mente la idea de él teniendo algo con otra persona pero justo en este momento, yo me sentía demasiado abadonado y minúsculo, cada sonrisa que le dedicaba a ese hombre, cada palabra, me lastimaba, me dolía y no se si es por las hormonas o simplemente porque al estar acá me di cuenta de que no pertenezco a su mundo pero de un momento a otro yo no aguantaba más.

Traté de llamar su atención sin ser demasiado evidente, tampoco quería que los invitados se llevaran una idea equivocada sobre la situación porque si simplemente iba y me presentaba como novia celosa a interrumpir la conversación, podía perjudicarlo a él, a su imagen. Así que solo me quedé mirando fijamente tratando de que se diera cuenta de que lo necesitaba pero no pasó, Joel simplemente continuó riendo y conversando con el tipejo, olvidándose de mí, como si lo que sea que se estaban contando fuera más importante que yo y entonces no aguanté más. Me levanté de la silla tratando de ser lo más cauteloso posible y después de confirmar que nadie me había notado, ni siquiera él...me largué.

No tardé mucho en encontrar un taxi, habían demasiados a la salida del lugar, así que le di la dirección al chofer y en el silencio de la noche, dejé que me llevara. El camino fue algo largo y en algún momento comenzó a caer una fina llovizna que si bien no era tanta, aportaba un toque de melancolía a mi ya desmejorado estado de ánimo. Pagué la carrera cuando al fin estacionó delante de la mansión y después de una despedida pequeña, me apuré lo más que pude a entrar, la lluvia había arreciado un poco y no me gustaba la idea de mojarme. Cuando estuve bajo el refugio de la casa, caminé sigiloso hasta nuestra habitación, directo a la ducha para calentar el cuerpo, sentía frío pero sabía que más que por haberme mojado, la frialdad venía de mi interior.

Dejé que el agua caliente rodara por mi piel, así las lágrimas se notaban menos y yo me sentía mejor. No tardé mucho en la ducha, me dolían los pies y me pesaba mucho la panza, habíamos estado muchas horas en ese evento y yo no era tan resistente, además de que por obvias razones, mi estado de ánimo había disminuido muchísimo. Cuando me sentí listo, me sequé con la toalla y me coloqué el pijama que siempre dejaba en el mueble, necesitaba acostarme y dormir, estaba cansado y quería olvidarme de todo. El reloj de la mesita de luz marcaba las dos y quince de la mañana, en mi celular no había ni una sola llamada de Joel.

Suspiré evitando que mi llanto volviera, mi bebé no merecía sentirse mal por algo que no era su culpa, así que solo me arropé en la frialdad de una cama vacía para tratar de dormir. Sabía que no había caso en enojarme más, con el tiempo transcurrido desde que me fui de esa fiesta, mi enojo disminuyó, no valía la pena perder un segundo más en ello sin embargo la tristeza si se unió para hacerme sentir una vez más... pequeño. Esperaría a que Joel se dignara a llegar para escuchar lo que tuviera que decir, no iba a perdonarle fácilmente la forma en que pasó de mí y me dejó tirado, tampoco el hecho de que hubiese pasado más de una hora desde que me largué y no haya hecho ni el mínimo intento de buscarme pero tampoco actuaría como cavernícola, yo también había obrado mal al irme sin avisar.

Con ese pensamiento en mente apagué la luz, quería dormir, quería dormir para no pensar, para evitar que mi cerebro creara miles de escenarios en los que Joel me engañaba con ese idiota. Él nunca me había sido infiel, yo era testigo de su amor, de sus cuidados, era testigo de todo lo que hacía por mí, yo sabía que jamás miró a otra persona desde que empezó conmigo y por ello no podía permitirme pensar de más. Mañana, mañana al despertar Joel estaría a mi lado y me regañaría por marcharme solo, mañana después de escuchar sus quejas por haberlo asustado, volveríamos a estar bien. Joel me amaba como yo también lo hacía y aunque ahora no fuera un buen momento, después de hablar...todo estaría bien. Cerré los ojos con la mente en blanco, hoy el día había terminado, solo quedaba esperar a mañana.

 Cerré los ojos con la mente en blanco, hoy el día había terminado, solo quedaba esperar a mañana

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