Capítulo 12.

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— No, MJ, no puedes hacer eso.

— ¿Por qué no?

— Porque tú sólo sabes comerla y no hacerla.

— ¿Y? Puedo aprender.

— Nadie va a comprar Mashonzha hecha por un extranjero.

— Pero sí sería buena idea poner un restaurante de sólo Mashonzha.

— Mejor pon uno de comida mexicana, sería todo un éxito, piénsalo.

— Mi corazón dice "Mashonzha, vende Mashonzha"— susurró.

— O inventa una línea de desparacitante.

— Si no me vas a apoyar mejor cállate.

— Es que cuando te dije que consiguieras trabajo no me refería a que vendieras comida.

— Pero es que es lo único que se me ocurre.

— Yo tengo una.

— ¿Qué?

— Pedir trabajo en la reserva.

— ¿Limpiando popó?... gracias, pero no gracias.

— Piénsalo; te pueden contratar como veterinario ahí y pues, para eso estudiaste ¿no?

— No me pienso quedar aquí toda la vida ¿sabes?

— Pues tú sabes lo que haces, yo si lo haré.

— Tú lo que quieres es ver a esa morra de nuevo, picarón— levantó ambas cejas burlescamente.

— En parte— agachó la cabeza para sonreír— Pero yo ya tenía contemplada esa idea desde antes de conocerla.

— Lo que tú digas, Nunu, lo que tú digas.

— Pues si para eso vine, Myung-jun.

— ¿Mamá, eres tú?

— Sí, ven acá, mi amor, tienes la cara muy chamagoza— el menor se paró de su cama y lamió su dedo pulgar para correr detrás del mayor.

— Te vas a arrepentir si lo haces— amenazó cubriéndose con una silla.

— Apuesto a que no.

— Yo ya no apuesto... y menos contigo.

— Miedoso.

— Sí, ¿Y qué? ¿Y qué?

— Mejor ya vámanos que se nos hace tarde.

— Tres semanas desde que entramos y sigues llegando quince minutos antes de las siete, qué asco, qué nerd, giu.

— Disciplina y puntualidad, eso es.

— ¡Buuuuh! ¡Aburrido!

Sin decir más, el menor tomó su juego de llaves y salió del departamento.


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— Please!— era la quinta vez que repetía esa palabra con un puchero en su boca, la dignidad del pelinegro estaba por los suelos... o quizá ya no tenía.

La recepcionista de Kruger miraba a Eun Woo como un bicho raro, llevaba rogándole más de dos horas que le diera trabajo en la reserva, alegando que la estadía era muy costosa y se le estaba acabando el dinero, que necesitaba un trabajo pronto para no estar la penosa necesidad de devolverse a México.

— Please!– volvió a repetir, esta vez gateando para sujetarse de la pierna de la muchacha— Please, Aminata!— repetía su nombre, prendido como garrapata de la larga pierna de la mujer.

Mi África [Cha Eun Woo y tú]Where stories live. Discover now