Capítulo 38.

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— ¡Sanha!—saltó de donde se encontraba para darle un abrazo— Pensé que seguías en Caborca.

— Pensaste mal; hace dos días estoy aquí.

— ¿Por qué no me avisaste?, quería verte, idiota.

— ¿Para qué?, ¿Para que me agredieras como ahorita?, gracias, pero no gracias.

— Pero es con amor; aparte mamá y Rocky también querían verte.

— Volveré cuando tu vuelvas— se encogió de hombros— Aquí está mi casa, mis amigos, mi mamá; la verdad es que sentí que ya no encajaba en México, siento que he pasado tantos años aquí que ya no recuerdo la última vez que pertenecí a algún lugar; supongo que amo a México tanto como amo Sudáfrica… además… en México no está la mujer que me gusta— le sonrió.

— Regresaste por ella, ¿verdad?

— Sí, y regresé más decidido que nunca para pedirle que salgamos; sabes… muy dentro de mí, aunque no lo quiera aceptar, EunWoo me inspiró a animarme a hacerlo; tienes a un buen hombre a tu lado, T/N, no lo dejes ir— le susurró y se miraron a los ojos con complicidad.

— No lo haré, Frijo.

— ¡Por Dios!, no me llamaban así desde hace mucho tiempo— hizo un berrinche.

— Mamá Conchita me dijo que nunca te gustó que te llamaran así.

— Y tiene toda la razón; sé que te lo dijo para que me empezaras a molestar.

— Lo que no me dijo fue el porqué del apodo.

— Es porque… una vez mi maestra de canto me dijo que…

— ¿Ibas a clases de canto?— lo interrumpió.

— Sí, pero ya dejé esa vida en el pasado— hizo un ademán de nostalgia— Bien, te sigo contando; estábamos ensayando para el próximo concierto y me puso en el medio de todos los niños y me dijo: “Sanhita, tú eres como un pan con frijoles; así de sencillo y rico”; fue humillante después porque todos ahora me conocían como Pan con Frijoles y súmale que estoy en una familia carrilluda y abreviaron el apodo a “El Frijo”; hace mucho tiempo que nadie me decía así y luego llegas tú con eso, I hate you, zarrapastrosa.

— Yo también te amo, Frijo— le aventó un beso en el aire y su primo lo esquivó con cara de fingido asco.

— Ya nos vamos?— interrumpió su momento la voz de EunWoo.

— Sí.

— Oh, vámonos en mi auto para que no se vayan en taxi.

— ¡Pido enfrente!— gritó MJ mientras corría a la salida del aeropuerto.



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— ¿Entonces tú me vas a ayudar con el papeleo?

— Hasta vengo y te los entrego personalmente— prometió Sanha.

— La verdad es que no te perdiste nada en el curso— intervino el castaño, comiendo una paleta de hielo— Sólo cuando miramos parir a aquella Cheeta; fue divertido ver al señor Dakarai todo salpicado en líquido de placenta y sangre.

— Qué explícito— EunWoo susurró.

— We, ¿te acuerdas de la vez que llegó un antílope con un pico de tucán metido en el ano y tu dijiste— el rubio comenzó a reír mientras lo contaba— “Semillas de romance floreciendo en la Sabana” y nos reímos tanto que nos sancionaron con un día de salario?, fue épico— los dos empezaron a carcajearse, hasta los que no estaban en la escena también les causó gracia.

Mi África [Cha Eun Woo y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora