Capítulo 37.

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— ¿Entonces?

Era quinta vez en día que el pelinegro le hacía la misma pregunta a su novia, mismas veces con las que ella le respondía con un ‘no sé’.

Habían pasado tres semanas desde que el chico había llegado a Hermosillo; el curso en Sudáfrica casi terminaba y él quería llegar antes para quedarse con su mamá.

Desde hace ocho días había empezado a preguntar... no, más bien, rogar que fueran allá y prolongar unas vacaciones para visitar toda África; sólo le faltaba arrodillarse para perder la poca dignidad que aún guardaba.

— ¿Es que algún día me vas a dar el sí?

— ¡Wow!, espera… ¿le estás pidiendo matrimonio a mi hermana?— dijo atónito.

— ¡Oh, no!... EunWoo me estaba preguntando si quería ir con él de vacaciones.

— Ah… ¿quieren llevar cola?— dijo Rocky y el menor de carcajeó sin humor.

— Qué chistoso eres— apretó su mandíbula y abrió de más sus ojos como diciendo ‘retráctate’.

— ¿Verdad?— Rocky entendió la indirecta muy directa.

— Piénsalo, linda— le dió un beso en la frente y se fue.

— ¿Le dirás que sí?— cuestionó su hermano en cuanto miró que su cuñado estaba lo suficientemente lejos.

— No sé; no sé si estoy lista para volver allá.

— Si lo que te detiene es papá, no creo que tenga la intención de encontrarse contigo... o tan siquiera hablarte. Si ese fuera su plan desde el comienzo, nos hubiera buscado desde el primer día… o por lo menos aclarar todo con mamá y rogar porque no nos fuéramos.

— Sería abrumador revivir todo— se estremeció por culpa de escalofrío que recorrió su espina dorsal.

— En algún momento tienes que afrontarlo, y tu…— hizo un ademán de repulsión; aún no asimilaba la idea de que su hermanita pequeña tuviera pareja— Tu novio, te está ofreciendo una oportunidad única; serías una tonta si no aceptas.

— ¡Hey!— le aventó un manotazo.

— ¿Entonces?

— ¿Quieres mi opinión?, acéptalo, dile que sí.

— Bien, entonces mañana le digo.

— Hazlo— le estiró la mano con su teléfono— Ahora para que no tengas oportunidad de arrepentirte.

Dudosa, se puso el teléfono contra su oreja y esperó a que el pelinegro contestara.

El aparato dio dos timbrazos y ella no le dio oportunidad de decir algo cuando de pronto soltó:

— Sí, acepto, vamos a África.



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— ¿Estás segura de que quieres hacerlo?

— Sí— respiró profundo— Si ya voy a ir al lugar donde crecí, tengo que cortar todo lo que me hace sentir mal.

— Entonces vamos.

Ambos salieron del auto y caminaron por la grava de la entrada.

En la blanca pared estaba grabada la leyenda “Panteón, Jardines del Buen Pastor”.

En un gesto de inseguridad, lo tomó de la mano apretándosela un poco fuerte; pero tenía una mezcla de nervios, miedo y dolor mezclados en su pecho, haciéndole una opresión y causándole dificultad al respirar.

Mi África [Cha Eun Woo y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora