Capítulo 28.

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— Que te vaya bien— se despidió el castaño de su amigo para tomar rumbo a su área de trabajo.

El pelinegro sólo asintió con la cabeza y siguió su camino.

Era jueves, le tocaba limpiar a los elefantes, y eso significa ver a Lumpy.

El animal, al igual que él, resentían la ausencia de T/N; se había enfermado un par de veces durante ese lapso de tiempo.

Estaban a menos de un mes de que acabara el ciclo escolar.

El antiguo EunWoo hubiera hecho todo lo posible por quedarse allí; pero ahora ni siquiera sabía lo que quería en realidad; le daba igual lo que sucediera.

Sabía que había algo mal en su pensar pero no podía descifrar el núcleo de todo ese embrollo mental que se cargaba.

— Hola, Lumpy— esas eran las primeras palabras que pronunciaba en todo el día.

Trataba de hablar lo menos posible con todos, generalmente respondía moviendo la cabeza o gesticulando su rostro.

Con los únicos con los que cruzaba palabra eran con los animales con los que trataba, porque sabía que ellos no le responderían y tampoco le cuestionarían el por qué de su comportamiento.

— Un mes y adiós, vaquero—sonrió incómodo— Te voy a extrañar— pasó el estropajo por su dura piel— ¿Sabes?... la verdad es que siempre quise que me cargaras con tu trompa— confesó— Se miraba divertido, pero creo que no te agrado mucho... ¿o sí?... si te agrado creo que es momento de que me lo digas...— volteó a mirarlo como si el mamífero le fuera a responder.

— Dice que te ama y que gracias por darle zanahorias, le encantan— el menor se sobresaltó.

— Me asustaste— susurró.

— Me di cuenta...— el castaño le sonrió— ¿No me vas a preguntar por qué estoy aquí?— el menor negó con la cabeza y volvió a poner shampoo en el animal— Igual te lo voy a decir porque quiero hablar contigo— su amigo no dijo nada— Jacky tiene chorro...— el pelinegro buscó con la mirada para averiguar dónde estaba el elefante.

— No me había dado cuenta de eso.

— Le daré el medicamento, pero antes de irme quiero hablar contigo...— el pelinegro ni se inmutó— EunWoo por favor mírame mientras te hablo.

— Es que ya sé de lo que quieres hablar, pero ni siquiera yo sé lo que está pasando.

— ¿Y no crees que yo pueda hacer algo?— el pelinegro se encogió de hombros— Pues averiguémoslo; en menos de un mes nos vamos, pero yo estoy dispuesto a quedarme contigo si es lo que quieres hacer... EunWoo, te amo muchísimo y me duele que estés todo deprimido, dime, ¿es por T/N?

— No sé; ya no sé nada.

— ¿No quieres decir cómo te sientes?

— ¿Quieres saberlo?, bien, aquí va— tomó una gran inspiración— Siento que todo se está yendo al caño, no sé qué carajos está pasando conmigo, con mi vida, con mis sueños... ¡Ni siquiera me emociona el hecho de estar aquí!— soltó el aire que quedaba en sus pulmones— Hay algo mal conmigo, MJ, y no sé cómo arreglarlo— confesó con la cabeza gacha.

— ¿Crees que hablándolo con tu mamá se solucione?

— No lo sé, me da vergüenza hablarle después de todo el tiempo que llevo sin hacerlo...

— Te aseguro que ella estará muy feliz de que lo hagas; es tu mamá, nunca te va a dejar, siempre va a estar para ti, porque te ama, Nunu, al igual que todos los que te rodean, eres alguien excepcional, y nos duele que te encuentres así.

— Entonces... ¿Me podrías prestar tu teléfono?— el castaño no dudó en extenderle el aparato.

— Iré con Jacky— caminó lejos de él para darle espacio, no quería estar estorbando mientras su amigo trataba de desahogarse.

Dudoso, EunWoo tecleó el número de su madre sin importarle la hora que sería dónde ella estaba.

Mantuvo el celular en su oído por unos segundos hasta que la contestadora lo saludó; lo había mandado directo al buzón.
Dudaba en intentarlo una segunda ocasión por miedo a que sucediera lo mismo; tomó un poco más de valor y la volvió a llamar.

Tal vez estaba dormida o no le quería contestar, quizás estaba enojada con él y por eso había decidido no contestarle las dos veces que estaba llamando.

La decepción no tardó en apoderarse de él y una gran tristeza lo acompañó.

Se tiró para sentarse en el suelo y observar sus pies.
Tenía los zapatos llenos de lodo al igual que el pantalón.

— Tal vez tiene su teléfono descargado y por eso no puede contestarte— dijo MJ, poniendo una mano sobre su hombro para darle un poco de ánimos; lo estuvo observando todo ese tiempo.

— O no quiere hablar conmigo— el mayor rió.

— EunWoo, Nunu; en todo caso con el que no quiere hablar es conmigo porque el celular es de tu amigo MiJo.

— Me pondré a trabajar de una vez por todas, no quiero que me vuelvan a regañar.

El pelinegro le devolvió el móvil y tomó de nuevo el estropajo.

— De regreso no podré irme contigo, Nunu, tengo unos pendientes aquí, espero que no te moleste— su amigo negó con la cabeza sin siquiera voltear a verlo.


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El turno había terminado y EunWoo caminó con destino a su departamento.

Mientras iba en la marcha se detuvo a observar el bello atardecer que Sudáfrica le ofrecía.

Los tonos naranjosos y violetas eran simplemente espectaculares.

Una sonrisa escapó de su rostro al recordar el primer día en el que llegó ahí, en el que miró en vivo un ocaso sudafricano; estaba tan emocionado que no le importó llorar frente a muchas personas en ese aeropuerto.

Iba a paso lento, no tenía prisa por llegar.

Cuando divisó el edificio pudo mirar el auto del chico rubio aparcado en el estacionamiento del lugar, a lo que funció su rostro.

¿Qué hacía Sanha allí?, se suponía que estaba trabajando junto con MJ en la reserva.

Sacó las llaves de su morral y abrió abrió la puerta.

Sus dos amigos estaban sentados en el sofá y lo miraron de una forma sospechosa; algo tramaban pero no estaba interesado en lo más mínimo.

No dijo nada, sólo se encaminó al cuarto.

— ¡EunWoo!— gritó el rubio.

— Hay una sorpresa para ti en la recámara.

— ¿De qué están hablando?— interrogó sin saber a qué se refería.

— ¿Es que acaso no te has dado cuenta?

El menor, aún más confundido negó con la cabeza mirando para todos lados hasta que su vista se topó con un par de maletas a un lado de la televisión.

Sus ojos se expandieron en un tamaño considerable.

Emocionado, corrió hacia su habitación y con la mano temblorosa, giró la perilla de la puerta.

Y ahí estaba ella; sentada en su cama, sonriéndole.

— Estás... estás aquí— dijo él, sin aliento.



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Gracias por leerme:)...

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Con amor, fer:)

Mi África [Cha Eun Woo y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora