Capítulo 28

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Maximiliano despierta a su esposa temprano por la mañana, argumentando que necesitaba que le acompañe al Banco. Ella de manera obediente se levanta para ir, aunque estaba somnolienta, puesto que dormía un poco más antes de visitarlo en la oficina.

Después de desayunar, partieron en el carruaje en compañía de una criada, quien les miraba sonriente y daba pequeñas risitas. Luciana no comprendía por qué esa muchacha les acompañaba, además de ver a su esposo que también trataba de ocultar una sonrisa, lo que aumentaba aún más su curiosidad. Por un momento, ella creía que le harían alguna broma, pero lo dudaba, ya que el Conde no era ese tipo de personas que actuaba de forma infantil.

Solo faltaban dos calles para llegar al Banco Claramonte, cuando el coche se detiene.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué nos detuvimos? — pregunta Luciana.

— Porque hemos llegado — dice Maximiliano, bajando del carruaje y ayudando a su esposa a que haga lo mismo.

— Llegar ¿Dónde?

— A tu nueva boutique de modas.

Maximiliano abre los brazos para mostrarle el local que se encontraba detrás, con grandes ventanales y que antiguamente pertenecía a una botica.

Luciana abre mucho los ojos, pero sin entender.

— No comprendo...

— He alquilado esta tienda, para que inicie su taller de modas. Al medio día vendrán costureras para que puedan ser entrevistadas por usted, ya que he colocado anuncios en el periódico y en el tablón de anuncios del banco. Creo que estará bien partir contratando a tres.

— Pero, yo no pensaba en comenzar una tienda... es mucha responsabilidad... me avergüenza que vean mis vestidos, la tienda fracasará — dice de manera asustada.

— Por eso debe esforzarse en trabajar en nuevos diseños, para que siempre tenga una clientela estable. Además, ya tiene un primer inversionista que le está patrocinando, y el nombre de su tienda ya está en los valores de acciones del Banco. Aunque debe cambiar el nombre del lugar a uno que sea de su agrado.

— ¿Tengo un inversionista? ¿Quién?

— Yo — dice Maximiliano, tomando las llaves de la tienda y abriendo sus puertas.

Adentro del sitio, había polvo cubriendo los muebles y los aparadores estaban desgastados. Mirar aquel amplio lugar, vuelve a crear inseguridades en Luciana.

— No mi señor, no ocupe su dinero en esto. Tengo miedo, me culparé a diario si la tienda sufre perdidas.

— Señorita Luciana, yo le apoyaré en las finanzas, así que jamás se irá a bancarrota. Además que este lugar y las costureras, se financian con el dinero de su dote — Maximiliano sonríe y toma de las manos de la joven que tenía las mejillas rojas para entregarle las llaves de la tienda — No se preocupe, si algo sale mal, solo es dinero que se pierde y nosotros tenemos bastante como para asustarnos por eso. Yo confío en usted.

La criada, que estaba de pie en la entrada con una caja y escobas, les miraba expectante.

— Ella limpiará el lugar. Por la tarde vendrán carpinteros para reparar la tienda. Las compras de las máquinas de costura y los materiales, deberá encargarse usted. — El Conde sonreía y le daba palmaditas en el hombro — Este lugar queda cerca del Banco, venga a verme por la tarde para que miremos las finanzas, luego podremos regresar juntos a la mansión si lo desea.

Él camina en dirección a la puerta para marcharse.

— Conde. Muchas gracias por toda su amabilidad.

— No hay de qué. Soy hombre de negocios y estoy seguro de que esta inversión tendrá frutos.

Cuando el Conde se marcha, Luciana por primera vez se siente emocionada al mirar aquel lugar. Siempre había querido ser una diseñadora de modas, y ahora podía hacerlo, aunque seguía dudando de tener las capacidades para lograr el éxito.

Ese día fue muy agitado para Luciana, ya que se dedicó a comprar máquinas de costura y guiar a los carpinteros para preparar los aparadores, zona de mostradores, probadores, armarios, además de pedir algunos muebles extras y sofás para la sala de espera. Por la tarde entrevistó a las costureras y escogió a tres, una de ellas, llamada Mila, ya había trabajado en una boutique de modas y tenía experiencia en la adquisición de telas, además de tener contactos para adquirir las que fueran de mejor calidad, así que era el apoyo que necesitaba Luciana para comenzar.

Aún faltaba habilitar el lugar y preparar algunas cosas para que estuviera completo, lo que mayoritariamente era trabajo de carpintería. Por la mañana del día siguiente, Luciana se reuniría con las costureras para enseñarles los vestidos que había ideado, y ser acompañada por ellas, con el propósito de comprar las máquinas de costuras, telas y todo lo demás que se necesite, para comenzar a poner en marcha el taller.

Como su esposo se lo indicó, Luciana acudió esa tarde para ver las finanzas de su nueva tienda. Ella estaba radiante de felicidad al verlo y tenía tantas cosas que contarle, que sentía que le faltaría tiempo para hacerlo, así que hablaba rápidamente.

Maximiliano reía al ver a Luciana tan emocionada, ya que caminaba de un lado a otro, hablando sobre su primer día y como ya había solicitado un gran letrero para cuando la tienda abra sus puertas al público.

— Tiene bastante dinero para adquirir lo que necesite, debe organizar bien las cuentas, para que siempre sus ganancias sean mayores a los gastos — comenta Maximiliano, enseñándole la carpeta en donde se encontraban las cifras con las que contaba la tienda — siempre debe asesorarse con su contador en el Banco.

— Mi contador, es usted, ¿Verdad?

— Así es.

— Creo que deberé visitarle con frecuencia, ya que los números no son mi fuerte.

— Puede venir todas las veces que quiera. Además que, como su accionista principal, necesitaré saber cómo se encuentra la tienda y su funcionamiento.

Nuevamente Luciana sonreía, dando pequeños brincos alegres, al no poder quedarse quieta por la emoción de que ya mañana sea un nuevo día, tenía tantas cosas en las que pensar y poco tiempo para hacer todo lo que quería realizar.

— ¿Ha pensado en algún nombre para su tienda?

— Malva. Me gusta ese color y quisiera que la tienda se pinte de malva y crema, eso llamaría mucho la atención.

— Opino que eso sería muy llamativo y el nombre queda perfecto "Modas Malva".

— ¿Le gusta? ¡Ah! pero que feliz me siento, esto es un sueño, ya quiero comenzar.

Maximiliano volvía a carcajear. Le alegraba verla tan emocionada, que sentía ganas de dar saltitos al igual que ella.

— Vamos a celebrar entonces el nacimiento de Malva. ¿Le agradaría cenar con unas copas de champagne en un buen restaurante?

— Me encantaría — dan un giro muy feliz, haciendo ondear su vestido. — Pero preferiría celebrar cuando ya sea la apertura oficial. Además que hoy, le corresponde visitar a Don Ismael.

— Podemos celebrar hoy y todas las veces que queramos. No se preocupe por Ismael, escribiré una nota para que se la hagan llegar, puesto que lo más importante en este momento, es verla tan feliz, que se debe celebrar tan alegre momento. Al menos que no desee ir y prefiera volver a casa.

— Claro que no, solo se lo decía por cortesía — Luciana toma del brazo de su esposo y se aferra a él, sin dejar de sonreír — Solo quiero festejar y que pasemos un buen momento.

Ambos salieron de aquella oficina muy felices, para caminar por esas calles hasta llegar a un restaurante que ofrecía varios cócteles y servía exquisitos platillos.

En ese momento, por la mente de Luciana, desaparecieron todas sus preocupaciones y ese era el propósito que Maximiliano deseaba lograr, puesto que esperaba más días que se alegrarán con esa radiante sonrisa. Aquello, definitivamente fue la mejor inversión que pudo realizar en su vida.

Un Amor Tan EquivocadoWhere stories live. Discover now