Capítulo 10

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—Creo que me gusta Jungkook. 

Jimin se le quedó mirando desde el otro lado de la mesa, no muy sorprendido. Era martes y se encontraban en la cafetería almorzando. Seokjin aún no llegaba, y Jennie había ido al baño porque al parecer justo le había llegado el periodo.

Habían pasado exactamente diez días desde la fiesta y Jimin no había visto a Jungkook, Yoongi o Namjoon desde entonces. Bueno, a menos que contaran las ocasiones en que los había visto apoyados contra la pared en su escuela, fumando y riéndose mientras él esperaba que pasaran a recogerlo.

—¿Has... has hablado con él recientemente? —Jimin preguntó.

—Eh, en realidad no. Quiero decir, el jueves pasado se me acercó cuando esperaba a mi chofer y me dijo que si quería ir a algún lado.

—¿A dónde?

—Solo dijo a algún lado. Por supuesto no fui porque tenía que regresar a casa, y la verdad no sabía de qué hablar con él.

—¿Tienes su número?

—No. No me lo pidió y yo no podía ofrecérselo solo porque sí.

—¿Así que ustedes dos no hicieron nada más que besarse?

Taehyung negó con la cabeza, para el alivio de Jimin. No estaba aliviado porque Taehyung no hubiera hecho cosas sucias con un chico (descubrió que en realidad eso no le importaba), estaba aliviado porque si Taehyung había hecho algo además que besuquearse, oficialmente sería más experimentado que él. Y Jimin siempre quería ser el mejor en todo. 

—Pero… Um… No le digas a Jennie, ¿sí? No quiero que mis padres ni nadie por el estilo se entere.

—Por supuesto que no le diré.

Y su conversación se vio interrumpida cuando Jennie volvió a la mesa, sonriendo. Ellos cambiaron de tema, empezaron a hablar del juego de cricket que tendrían el sábado. La verdad es que a Jimin no le gustaban los deportes porque hacer ejercicio significaba sudar y apestar, y simplemente eso no era para él.

«Tal vez es por eso que tengo panza y el culo gordo».

Cuando salieron de la escuela ese día, Taehyung, Seokjin y Jimin, fueron a comprar sus entradas para el baile de invierno que se celebraría dentro de un mes en el hotel 'The Dorchester', el hotel más costoso en el área si no es que en todo Corea. Cada estudiante tendría una suite para ellos y su acompañante para pasar la noche. Por lo general los chicos compraban los boletos, y las chicas solo hacían un esfuerzo por verse bonitas.

—¿A quién vas a llevar? —Jimin preguntó.

Taehyung se encogió de hombros. —No sé. Probablemente vaya con alguna chica de nuestra clase.

—Deberías ir con Hara. Terminó con Jonghoon la semana pasada.

—Probablemente lo haga.

—Yo iré con Namjoon. —intervino Seokjin.

Normalmente a Jimin le molestaría que un chico de escuela pública siquiera pisara el hotel, pero solo se encogió de hombros. Namjoon parecía agradable y relajado, además sí que sabía cómo divertirse.

Estaban en el estacionamiento esperando a sus choferes cuando Jimin vio a Namjoon y a Jungkook aproximarse. Le dio un discreto codazo a Taehyung, quien se sonrojó y bajó la mirada a sus zapatos, pretendiendo parecer ocupado.

—Hola, bebé —dijo Namjoon mirando alrededor, pero Seokjin le aseguró que su chofer todavía no llegaba. Le dio un besito en los labios antes de colocar un brazo sobre sus hombros—. Vamos a salir hoy en la noche, ¿sí?

Seokjin asintió con una sonrisa.

—¿Quieren venir? —preguntó Jungkook mirando a Jimin y después a Taehyung.

«¿Salir por la noche en día de escuela? Como si eso fuera a pasar».

—Eh… ¿claro? —dijo Taehyung— ¿A dónde?

—Solo iremos a cenar a un sitio en el centro —respondió Namjoon—. Hacen las mejores hamburguesas en Seúl, sin duda alguna.

«¿Hamburguesas? O sea, ¿esa asquerosa y grasienta carne metida entre dos pedazos de pan blanco frito? ¿Cómo en esos repugnantes comerciales?» 

—Llegaremos allá a las ocho y nos quedamos hasta las diez. Tal vez deberías darme tu número para que pueda enviarte la dirección. —Jungkook le dijo a Taehyung, quien estaba a punto de sufrir un derrame cerebral.

—Eh... sí, claro. Por supuesto. Dame tu, eh… tu teléfono.

Taehyung escribió su número en el teléfono de Jungkook con los dedos un poco temblorosos antes de devolvérselo, tratando de ocultar su sonrisa.

—Genial. Hasta entonces. —dijo Jungkook, y literalmente se inclinó para depositar un beso en la comisura de los labios de Taehyung, lo cual, okay, alguien podría haberlos visto.

Pero entonces Jimin recordó que probablemente a Jungkook le importaba una mierda lo que los demás pensaran de él, y si Jimin fuera un poco honesto, admitiría que lo admiraba y envidaba un poco al mismo tiempo por eso.

Ahora todo lo que tenía que hacer era encontrar la manera de lograr que sus padres le permitieran salir en una noche de escuela.

Y decidió preguntarles durante el postre ese día, cuando comían mousse de chocolate.

—Así que, Taehyung y yo pensamos en ir a cenar al restaurante de mariscos hoy en la noche. —habló calmadamente.

—¿Cuál restaurante japonés? ¿Ese en el que sirven unos espléndidos camarones? —preguntó su madre mientras se limpiaba la boca con una servilleta.

—Sí, a ese. —respondió, aunque no tenía ni idea de a cuál se refería.

—Está bien. ¿Pero ya hiciste la tarea?

—Solo tengo que leer algo de economía una vez más y termino.

—Hmm. ¿Qué opinas, Janghyuk?

El padre de Jungkook levantó la vista de sus alimentos y se encogió de hombros. —Si dice que estará en casa para las diez entonces está bien. ¿Cómo te vas a ir?

—¿En taxi? —Jimin dijo sin siquiera pensarlo.

Todos en la mesa estallaron en risas y él se sintió como un idiota.

—Esa fue buena, hijo —comentó su padre—. Le pediremos a Janghyuk que te lleve. Recuérdame dejarte algo de dinero.

—Ya tengo suficiente dinero.

«¿Desde cuándo rechazo el dinero que me ofrecían? Necesito un cheque de realidad».

—Nunca puedes tener demasiado dinero.

Jimin asintió y le agradeció antes de terminarse el mousse y marcharse a su habitación.

Taehyung le había enviado un mensaje con la dirección, y cuando revisó en línea dónde se encontraba el restaurante de mariscos que le había dicho su madre, se dio cuenta de que quedaba a dos calles, así que fácilmente podría caminar hasta allá. Se puso los jeans negros y una camiseta sencilla blanca, ya que hacía un poco de calor esa noche y no tenía ganas de cargar un abrigo.

Así que después de que se aseguró de que se veía presentable (no estaba seguro de a quién estaba tratando de impresionar), bajó las escaleras y tomó el dinero que le había dejado su padre.















BEBÉ, EL CIELO ESTÁ EN TUS OJOS. ➸yoonminWhere stories live. Discover now