Lee el prólogo para conocer un poco la temática.
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Traducción hecha por mí y autorizada por la autora original, @Lalamylisa. Todos los créditos de la creación son para ella.
⚠️La obra toca varios temas deli...
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6 MESES DESPUÉS
7:10 pm, Ulsan
Chicas delgadas y charla pobre, cada cosa tan aburrida como la otra. Casi tan trillada como el aparente color favorito de la noche. Azul. Ugh, ruedo los ojos. Los ruedo y los ruedo, porque a cada lugar que volteo veo el color y cada que lo veo quiero gritar, pero no puedo desviar la mirada así que ruedo los ojos. Y duele. En serio. Lo juro, sin exagerar. No estoy intentando ser poética, no es mentira, no es 'un regalo para la vista'. Solo digo que me duele. De verdad me lastima los ojos.
Azul. Los ruedo. Auch.
Así.
¿Entienden que eso podría perforarme los ojos como un clavo?
Un océano de trajes azul marino, un cúmulo de hombres cuarentones, infectando el aire con un sabor muy, muy agrio. Es desagradable. La sensación me hace palidecer y sentir náuseas. Diría que es una epidemia. Y la brizna de vómito al fondo de mi lengua puede confirmarlo. Al igual que el dolor de cabeza.
Verdaderamente no tengo nada bueno qué decir. Ni un pensamiento amable acerca de la forma banal en la que cada uno de ellos combinó su traje con zapatos cafés. Ni un pensamiento amable acerca de sus manos persistentes, sus dedos haciendo señas o de sus quejas insoportables. Ni un pensamiento amable acerca del hombre al que siguen. Su superior. Su Neptuno. Su Dios Todopoderoso y líder de esta empresa fascista y sin moda. Y es él quien me enferma más. Parado, viéndose particularmente alto en su traje azul; su cabeza se asoma bien por encima de las demás. Como para burlarse, deleitarse y disgustarse. Para recordarme, constantemente, de su presencia. Como si la fuerza armada de trajes azules no fuera suficiente... y por armada, quiero decir que están cargados de mal aliento y entradas de cabello crecientes.
¿O solo era yo la que imagino su mirada rastrera? ¿Le estaré dando demasiado crédito a este tipo?
Le doy un trago a mi vino.
La estatura es hereditaria. Eso no era culpa de él, yo viéndolo no es culpa mía. Pero sin duda mi molestia sí. La expresión de disgusto que pusimos al mismo tiempo cuando nos encontramos; cuando nuestra mirada cayó en la del otro por un momento, la incomodidad que sentí sí fue culpa suya.
Le estoy dando demasiado crédito, ¿no?
Da igual y ya que es más alto que todos los demás, él podía verme y yo a él. Todo el tiempo.
