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Miré mi reflejo con seguridad, esta vez no iba a llorar. No estaba sola, todo mi mundo no se centraba en Noah, tenía personas que valían mucho más.

Me subí la falda tras ponerme los leggins debajo. Bajé el jersey negro y sonreí al espejo.

—Va a ser un buen día —murmuré.

Me dejé la cabellera suelta y salí con una sonrisa del baño. Mientras agarraba mi mochila sonó mi teléfono, mi padre. Acepté la llamada mientras salía de mi apartamento. Sólo quería saber lo que ocurrió el día anterior, no di detalles; simplemente estaba agobiada y no estaba de humor. Mi padre parecía preocupado, pero no había venido a asegurarse de que estaba bien de verdad; no tenía tiempo para eso.

Bajé a la cafetería, entré buscando directamente a los chicos de ayer. En la cola estaba Prescott con Laech. Me acerqué silenciosamente y asusté al rubio.

—¡No hagas eso!

El castaño reía descontroladamente. Sin duda esos dos eran la pareja típica de personas contrarias que se llevaban sorprendentemente bien. Agarré una bandeja y escuché a los dos hablar de un tema aleatorio por completo.

—¿Estás mejor?

Fruncí el ceño a la pregunta de Prescott.

—Ayer...vimos la escena, preguntamos a Jeon cuando nos lo cruzamos en la tarde, pero dijo que estabas en proceso de ser persona.

—Oh—sonreí avergonzada—estaba durmiendo...

—Hoy te ves mejor—me sonrió Laech antes de despeinarme cariñosamente.

—Hiciste bien alejándote de esa mesa—dijo Prescott sonriente—Quédate con nosotros.

Me llevé a la mesa un café y una macedonia de frutas. Seguí a los dos chicos hasta una mesa en la que ya esperaba Farrel. La chica miraba despreocupada el móvil mientras se comía unas tostadas. Al ver como los dos de sentaban en frente dejó el móvil en la mesa.

—Tardones.

Me senté al lado de ella algo nerviosa. Tenía mucho carácter y aún no sabía cuál sería mi límite para soportar sus accidentales comentarios desagradables.

—Buenos días, Alcott—me sonrió—¿Me das un cacho?

Asentí brindando mi cuenco de frutas. Pinchó un pedazo de manzana y se lo llevó a la boca antes de insultar a Laech por patearla bajo la mesa. Esos dos se la pasaban gritándose, era entretenido de ver.

—¡Buenos días!

Un rubio de ojos ambar se sentó al lado de Prescott. Ese chico lo había visto en algún lugar. Vestía de colores claros y tenía una sonrisa deslumbrante. Posó sus ojos en mí pero no dijo nada. Tenía el rostro con facciones marcadas, mucho.

—Buenos días.

Otra castaña de pelo corto y algo ondulado se sentó a mi lado con una sonrisa. Tenía los ojos rasgados, mucho, me sonrió antes de prestar atención al rubio de delante, ese que seguía mirándome.

—¿Chica nueva?

Un chico de pelo rubio oscuro se sentó al lado de la castaña de mi derecha. Era demasiada gente nueva para mí, no sabía que eran tantos.

—Es Alcott—dijo Farrel comiendo sus tostadas mirando el móvil.

—¿La famosa Alcott?—preguntó el rubio claro—¿Por qué no está en su grupo?

—¿No viste lo de ayer?—susurró alto la chica a mi lado—Como Kayssin la golpeó...

Hice como si no escuché eso, bebí mi café tensa. No quería recordarlo, la verdad; menos aún lo que continuó después. Me dio un bajón importante.

Giants - JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora