Capítulo 2

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GAEL

-Buenos días.

-Buenos días, Luisa. –Le sonreí a la secretaria del jefe para dirigirme a mi mesa y ver a Daniel sentado ya en la suya.

Su padre nos había contratado hacía poco en la empresa y debía confesar que aún no sabía cómo agradecerle está oportunidad que me había brindado.

-Mi padre quiere hablar contigo.

-¿De qué? –Pregunté quitandome la chaqueta para colgarla en el respaldar de la silla.

-Tú solo vé.

-¿Te levantaste de mal humor hoy o qué? –No contestó. Sólo me miró mal antes de esquivar mi mirada. –Muy bien.

Caminé hacia el despacho de Lucian para tocar antes de entrar.

-Oh, hola, Gael.

-Buenos días, señor. –Hizo un ademán con la mano para que tomara asiento frente a él. –Daniel me dijo que me buscaba...

-Sí, muchacho, sí. Tenemos que arreglar unos asuntos en Alemania y pensé en ti para...

-¿En mí? –Pregunté interrumpiéndolo. –Digo, si usted considera que...

-Deja las formalidades, Gael. Nos conocemos de hace años.

-Sí, sí, pero... ¿Cuándo es?

-Saldrías mañana en la mañana y volverías el miércoles.

Abrí los ojos sorprendido.

¿Casi una semana fuera?

-¿Yo solo?

-No, no, Vázquez irá contigo para enseñarte todo lo relacionado con el asunto.

-Hmm... Está bien. ¿Algo más que decirme?

-No, ya puedes retirarte.

-Bien. Gracias, señor. –Asintió con la cabeza y enseguida me puse de pie para volver a mi mesa pensativo.

-¿Por qué yo? Tú eres su hijo.

-Porque él te eligió a ti... ¿Aceptaste?

-Claro que sí, Daniel. ¿Tenía más opciones?

-No aceptar. –Respondió como si fuera obvio. –Ahora me tocará a mi llevarme la gran bronca con mi hermana.

-¡Hostia! El cumpleaños de Valentina...

-¿Es que ni siquiera te acordabas?

-Sí, sí, incluso tengo su regalo ya comprado... –Dije recordando la cadena acompañada con el anillo que había reservado en la joyería. –Dios, me va a matar...

-Y a mi también. –Volví a resoplar para pasarme las manos por el cabello nervioso.

-Bueno, la compensaré con una salida o... Ya se me ocurrirá algo.

-Que mi hermana no es ninguna de tus amiguitas, joder. –Lo miré frunciendo el ceño. ¿Y a este que le pasaba? Lo siento, Gal, pero sabes que desde lo de Andrea estoy... Alterado.

-Y lo entiendo. Perdoname tú a mí, Dan. –Suspiré recostándome en mi silla. –¿Cómo está ella?

-Apartando eso, bien. Y con eso también.

-¿Pero?

-Pero no sé... Yo sigo pensando que sería una locura. Ella aún está en la universidad y... Que ni siquiera tenemos casa propia, Gael.

-Bueno... Si es sí, pues ya pensaréis que hacer. Porque vamos, tenerlo lo van a tener sí o sí.

-Pero si es no tampoco pasa nada, ¿eh? –Lo miré alzando una ceja. –Dios, ya no sé ni lo que digo. No le cuentes nada a Andy de esta conversación.

Llevé la mano a mi boca cerrándola como si de una cremallera se tratara.

-Soy una tumba, hermano.

-Bien.

-Bien. –Repetí para encender mi ordenador.

Ni siquiera había comenzado a trabajar y ya presentía que éste día iba a ser agotador.

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Where stories live. Discover now