Capítulo 3

2.4K 189 5
                                    

VALENTINA

-Pero alegra esa carita, Valen. –Miré mal a María antes de seguir observando el paisaje por la ventana de mi habitación. –Que nos ignores de esa manera no hará que él vuelva.

-Ya lo sé. –Respondí resoplando mientras iba a tirarme, literal, a mi cama. –¡Quiero morir! No, primero quiero matarlo a él y luego me muero yo. 

-¡Por favor, Valentina! –Gritó horrorizada. –No vuelvas a decir cosas como esas, niña. Y ahora será mejor que termines de arreglarte para bajar a la fiesta. 

Refunfuñando, se dio la vuelta dejándome sola con el estrés del momento.

¿Pero como quería que estuviera alegre y feliz con el resto de invitados si sabía que Gael no iba a venir?

Suspirando, miré el vestido blanco que había colgado en el armario esperando a que fuese utilizado.

Me lo había regalado mi madre esta mañana antes de que nos fuéramos a la escuela. Mis hermanos también habían tenido unos detalles para mí y toda la casa entera me había cantado el cumpleaños feliz.

-Vamos a ver como me queda... –Murmuré quitándome el albornoz que me había puesto después de la ducha.

Pasé las manos por los pliegues de la falda frente al espejo de cuerpo entero pensativa.

El vestido no era nada exuberante, es más, ni siquiera tenía algo de escote, pero no iba a hacerle ese feo a mamá de no ponermelo para la fiesta.

-Estás hermosa.

-¿Aparento dieciocho?

-¿Para qué quieres tener dieciocho si acabas de cumplir diecisiete? –Me dí la vuelta mirando mal a Elián.

-Solo preguntaba, bobo.

-Pues deja de preguntar tanto y termina de prepararte, anda. Tus amigos ya están llegando.

-¿También Kurt?

-Sí, por desgracia... –Murmuró por lo bajo antes de salir de mi habitación cerrando la puerta tras él.

Kurt no era nada especial comparado con cierta persona que estaría ausente el día de hoy, pero me divertía mucho con él.

Nos habíamos conocido de casualidad hacía unos meses atrás y... Bueno, ya sabéis cómo es esto en la vida de los adolescentes, una cosa llevaba a la otra y terminábamos comiéndonos a besos en cualquier ocasión.

Sonreí inconscientemente aún desde el espejo recordando esos momentos.

Kurt era un chico muy guapo, todo había que decirlo, pero claro... Si me dabais a elegir entre él y el mejor amigo de mi hermano...

Creo que todos ya sabíamos esa respuesta.

-¡Valentina!

-¡Abby! –Grité en respuesta abrazando a mi amiga cuando apareció en la habitación.

-¡Pero qué guapa estás! –Volvió a gritar ella. –Tu madre quiere que bajes con el resto.

-Lo sé, ya voy a terminar. –Me giré nuevamente hacia el espejo para pintarme los labios de un rosa claro antes de echarme perfume.

Ambas nos sonreímos en cuanto la miré preparada antes de salir de la habitación.

-Y... ¿Ya estás mejor?

-No... Bueno, no lo sé... Por una parte me duele tanto que él no esté aquí, pero por otra...

-¿Quién no está aquí?

-¡Kurt! –Grité abrazándolo cuando me percaté que había aparecido en nuestro campo de visión.

-Estás preciosa, Val. 

-Tú no estás nada mal tampoco... – Sonrió de lado sin soltarme de la cintura para dejar un suave beso en mi mejilla.

-Mira, tengo esto para ti.

-No tenías que regalarme nada...

-Claro que sí. –Sacó una cajita pequeña envuelta en papel de regalo de uno de sus bolsillos para dármela. –Espero que te guste.

Quité el papel decorativo emocionada para descubrir una bonita pulsera de plata con un colgante en forma de libélula en su interior.

-Es hermosa, Kurt.

-¿Te gusta entonces?

-¡Claro! –Grité antes de colgarme de su cuello para abrazarlo. –¡Muchas gracias! 

-Sé que no es gran cosa, pero...

-Pero nada. Los pequeños detalles son los mejores. –Lo miré a los ojos sonriéndole contenta para que se despreocupara.

Luego de charlar un rato más con él, saludé al resto de invitados uno por uno. Mi familia y amigos estaban muy contentos de acompañarme en el día de mi cumpleaños, pero sin embargo yo... 

-Enana...

-Hola. –Respondí al llamado de mi hermano Daniel queriendo fingir una sonrisa alegre.

-¿Por qué estás aquí sola? –Me encogí de hombros dándome cuenta que tenía razón.

No sabía en qué momento me había alejado de mis amigas para sentarme en un banco alejada de los demás. 

-Supongo que no me apetece tanto como me había imaginado que sería estar rodeada de gente... –Fruncí el ceño. –Olvídalo, Dan.

-¿Realmente piensas eso?

-No lo sé... –Me encogí de hombros antes de apoyar la cabeza en su hombro.

-¿Sonreirías si te dijera una cosa muy importante para mi? –Levanté la cabeza enseguida intrigada. 

-¿Qué?

-Voy a ser papá. –Fruncí el ceño nuevamente ante sus palabras.

¿Qué iba a ser papá había dicho? ¿En serio?

-Pero... ¡¿Qué?!

-Shh... No grites, Valen.

-¡¿Es en serio?!

-Sí, pero baja la voz. –Insistió riendo mientras que yo me abalanzaba a sus brazos emocionada.

-¡Es genial! Digo, voy a tener un sobrino... –Busqué a Andrea con la mirada para verla hablando con mi madre. –¡Tengo que felicitarla!

-Eh, espera ahí que no hemos acabado.

-¿Qué? –Pregunté volviéndome a sentar a su lado.

-Prométeme que no se lo dirás a nadie.

-¿Por qué?

-Porque aún no estamos preparados para que todos se enteren, Valentina. Todavía no.

-Está bien, lo prometo.

-Perfecto. –Sonrió antes de que volviera a abrazarlo.

Esto era una gran noticia. Inesperada, pero gran noticia igualmente.

¡Iba a ser tía!

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Where stories live. Discover now