Capítulo 18

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GAEL

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SARAH

Ya llegué.

¿Dónde nos vemos?
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Esperé unos segundos por su respuesta, pero nada.

La música está tan alta que ni oiría el móvil

Guardé mi teléfono en el bolsillo del pantalón para terminárme el cigarrillo antes de entrar al local.

Sarah se había empeñado en que viniera a una fiesta que organizaba uno de los mejores clubs de la ciudad.

El portero que había en la puerta me puso el sello de pase y enseguida entré buscando a Sarah entre las tantas caras desconocidas que habían allí presentes.

Bah, que me busque ella si quiere.

Dándome por vencido, me senté en la barra para pedir algo con alcohol.

-¿Pero qué hace aquella loca de allí?

-No sé, pero está buenísima. –Miré de reojo a los chicos que estaban a mi lado antes de darle un trago a mi bebida. – Creo que voy a entrarle.

-Mira a ver si te cuadra y por fin te echas novia, anda.

-No sé si novia, pero por lo menos una noche sí. –Reí sin poder evitarlo.

Esos dos me recordaban a Daniel y a mi de jóvenes.

-Se te van a adelantar si no te mueves ya, Claudio.

-Joder... –El chico se levantó rápidamente de la butaca haciendo que girara la cabeza para mirar hacia donde iba.

Mi sorpresa fue ver a Valentina sobre una de las mesas bailando de tal manera que casi se le veía todo. Y cuando decía todo, era todo.

Pero la pregunta aquí era, ¡¿qué hacia ella aquí?!


-¿Pero qué diablos?

-A qué es guapa, ¿eh? –Dijo el imbécil a mi lado riendo.

Y su amigo iría por ella.

Me levanté enseguida para caminar rápidamente hacia donde estaba Valentina. Ahora se agachaba hacia el chico para oír, probablemente, lo que él tenía que decirle.

-Bájate de ahí, Valentina.

-¡Gael! ¿Pero qué haces tú aquí?

-Oye, pero si eres el de la barra. –Dijo el idiota mirándome confundido mientras que bajaba a Valentina de la mesa.

-¡¿Me seguiste?!

-¿Pero qué dices? Además, ¿qué haces aquí? ¿Cómo te dejaron entrar? –Pregunté jalándola del brazo hacia la salida.

Suéltame!

-Oye, ¿pero a donde la llevas? ¡La vi yo primero!

-¿Qué la viste primero? –Solté a Valen para agarrarlo del cuello de la camiseta. –¡No es un trofeo para que hables así de ella! 

-¿Y tú qué sabes? Esa tiene pinta de... –Lo golpeé en la cara antes de que terminara la frase.

¿Pero quién se creía ese idiota para hablar de ella sin conocerla de nada?

-Ni se te ocurra volver a pensar lo que ibas a decir. ¿Quedó claro? –Lo empujé hacia atrás para meterle algo de miedo antes de girarme hacia Valentina...

Pero ella ya no estaba.

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz