Capítulo 40

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VALENTINA


-¿Puedo pasar? –Me limpié las lágrimas asintiendo para ver como Elliot entraba cerrando la puerta tras él. –¿Cómo estás?

-Eso debería preguntartelo yo... –Se acercó a mí para abrazarme. –Siento mucho haberos arruinado la fiesta...

-No, no importa, Valen... Admito que me molestó al principio, pero ya no. Sin embargo, Elián...

-Tengo que ir a hablar con él. ¿Sábes dónde está?

-En la habitación. –Asentí para despedirme de Elliot y dirigirme a su habitación.

-No quiero hablar con nadie. Dijo una vez que había tocado en la puerta.

-Entonces es mejor que me vaya...

-Pues sí. –Respondió haciéndome sentir mal. Aún así, entré cerrando la puerta tras de mí.

-Eli...

-Te dije que no quiero hablar, Valentina. ¿No te basta solo con arruinar mi fiesta de cumpleaños que vienes a arruinarme el silencio también?

-Solo quería pedirte perdón... Nunca fue mi intención que esto pasara...

-¿El qué? ¿Arruinar la fiesta o tu relación con Gael?

-Por favor... –Murmuré acercándome a él. –Solo quería que Daniel recapacitara...

-Esta no era la mejor manera, Valentina.

-Lo siento... –Volví a murmurar sintiendo las lágrimas de nuevo.

-Además, ¿qué es eso de salir con un chico? Ni siquiera eres mayor.

-Sabías que tarde o temprano pasaría...

-¿En serio, Val? ¿Tarde o temprano?

-Elián...

-Mira, Valen. Me da igual que el chico sea Gael, Manuel o Pepito el de los palotes, ¿vale? Lo que realmente me molestó es que tuvieras una relación oculta. ¡Como si estuviéramos en Romeo y Julieta!

-Nadie lo hubiera aceptado. Ya lo viste ayer...

-Yo si lo hubiera aceptado, Valentina. Solamente tenías que habermelo contado, y a mi manera, lo hubiera entendido. –Importándome muy poco si me había perdonado o no, me lancé a sus brazos para abrazarlo con fuerza.

-Te quiero...

-Esto no significa que aún no esté enfadado... –Reí sin soltarlo. –Y yo también te quiero.

Suspiré una vez que me había alejado para mirarlo a los ojos.

-Bueno... Creo que voy a intentar dormir algo. Anoche casi ni lo hice...

-Vale, descansa. –Asentí para salir de la habitación encontrándome de lleno con Lucian.

-Justo a quien buscaba. ¿Podemos hablar? –Me encogí de hombros.

¿Pretendía que le dijera que no?

Ambos caminamos hacia la planta baja para ir a su despacho.

-Lo siento, papá. No saldré en todo lo que me queda de vida hasta que me lo digas...

-No quiero hablar contigo para castigarte, Valentina. –Fruncí el ceño.

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora