Capítulo 53

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VALENTINA


-¿Aquí va bien?

-Sí. –Asentí colocando por fin el palo de la cortina en su sitio para bajarme de la silla.

-¿Ya tienes ganas de venirte?

-Sí, y Andrea mucho más. No quiere seguir molestando a sus padres allí.

-Podrían haberse quedado en casa... – Murmuré encogiéndome de hombros mientras miraba como quedaban las nuevas cortinas.

-¿Y meternos en casa con el bebé? No, no...

-Solo di opciones...

-Pues no me valen esas opciones, Val. Algún día tendría que independizarme, ¿no?

-Sí, pero será raro no tenerte más por casa...

-Casi estaba más fuera que dentro. – Rodé los ojos subiéndole el volumen a la radio para escuchar mejor la canción que estaba sonando.

Daniel y Andrea se habían comprado la casa en la que nos encontrábamos ahora, pero aún no habían tenido la oportunidad de mudarse porque habían querido hacerle unas cuantas reformas primeros. 

-Eh, ¿y esa canción? –Preguntó mi hermano al cabo de unos segundos intrigado.

-De la radio. –Dije mirándolo confundida. –¿Por qué?

-Me recuerda a cuando era pequeño... –Murmuró encogiéndose de hombros.

-Me gusta. –Dije mientras que intentaba captar el nombre de la canción. –¿Sabes como se llama?

-Prueba con Nunca dije nada.

-Por que es parte del estribillo, ¿no? – Volvió a encogerse de hombros haciéndome reír.

Saqué el móvil para escribir esa frase en Youtube en busca de los resultados. 

-¿Era?

-Sí, pero se llama Nunca dije, y la cantan tres chicas llamadas Kaay.

-Está bien saberlo...

-Bueno, ¿falta algo más o nos vamos ya?

-Hmm... Creo que no. ¿Te invito a merendar?

-No, gracias. Si me dejas en casa de Gael, mejor que mejor.

-¿En casa de Gael?

-Sí, quedamos en su casa.

-Mira, ya sé que acepté tu relación con él y todo eso, ¿pero porqué tenéis que quedar en su casa? Con todos los sitios al aire libre a los que se pueden ir...

-¿Y que hay de malo en su casa, Dan?

-Que ahí estáis solos.

-Ni que fuera la primera vez que estuviéramos solos en su casa...

-¿Qué? ¿Dijiste algo?

-No, nada. –Le sonreí inocentemente para apagar la radio antes de coger mi bolso. –¿Vamos?

Si le omitía a Daniel que ya Gael y yo habíamos estado juntos no pasaba nada, ¿no?

₹₹₹


-Terminé de barrer.

-Muy bien. –Dije quitándole el jabón al plato que tenía en las manos.

Terminé de enjuagar también los cubiertos y los vasos para dejar que se secaran junto al fregadero.

Pensando que estaría sola en la cocina, me dí la vuelta dando un gran salto del susto.

-¿Qué haces ahí?

-Mirándote. –Dijo de lo más pancho apoyado en el marco de la puerta. – ¿Sabes? Me acostumbraría a esto...

-¿A verme fregar la loza?

-No, tonta. –Rió descruzando los brazos para acercarse a mi. –A verte por aquí haciendo y deshaciendo a tu gusto.

-Tampoco es que haya hecho mucho...

-Déjate halagar, Valentina. –Me encogí de hombros antes de abrazarlo por la cintura. –¿No te gustaría vivir algún día aquí?

-Por supuesto. Pero como siempre digo, para eso queda mucho...

-Para lo otro también quedaba mucho y mira que pronto llegó. –Sentí mis mejillas encenderse al recordar aquella noche apasionada en esta misma casa.

Haber compartido aquella parte tan especial de mi vida con él había sido lo mejor que me había pasado.

Siempre había imaginado cómo sería mi primera vez con el chico al que quería, y hoy en día podía decir que había sido incluso mejor de lo que me imaginaba.

-¿Val?

-¿Si?

-Estabas pensando en eso, ¿no? – Asentí sin levantar la cabeza de su pecho. –¿Y por qué sientes vergüenza? Fue algo bonito para ambos.

-Lo sé. –Besó mi cabeza antes de separarme suavemente para mirarme a los ojos.

-¿Es que quiéres que se repita de nuevo?

-No. O sea, sí, pero no ahora... –Alzó una ceja. –Tampoco quiero que pienses que no me gustó, Gal, pero hoy no había venido con ese pensamiento en la cabeza...

-Hey, tranquila. Solo bromeaba, Val. Se repetirá cuando tú quieras, ¿si?

-Eso tampoco, Gael. Es una cosa de dos y pienso que debe surgir entre ambos, no obligar la situación. – Sonrió uniendo nuestras manos. – ¿Qué?

-Que me encantas.

-Anda, bobo... –Reí poniéndome de puntillas para rodear su cuello. – ¿Vemos una peli?

-Claro, preciosa. –Me levantó por sorpresa para caminar conmigo hacia el sofá.

-Tengo piernas...

-Yo también. –Respondió haciéndome rodar los ojos.

-Que gracioso te despertaste hoy, ¿no?

-¿Yo? Siempre. –Volví a rodar los ojos mientras que él reía.

-Veamos la tele un rato, anda.

-Enciendela primero, ¿no?

-¡Gael! –Golpeé su brazo con fuerza antes de coger el mando para encender la televisión.

A ver si así se callaba un rato y dejaba de lado sus bromas interminables.

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt