Capítulo 27

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GAEL


-¿Y qué? ¿Preparado?

-Eso creo...

-Claro que sí. –Dije dándole unos cuantos golpes en la espalda. –Ánimo.

-¿Por que lo dices como si me fuera al ejército? –Me encogí de hombros antes de reír.

-Que te sea leve. –Respondí cuando oí la voz de Lenna llamarlo del otro lado de la puerta.

-¿Estás listo, Dan?

-Sí, vamos.

-Muy bien, Gael. Nairo ya cenó y ya está acostado en su cama. Después solo debes pasar y si está dormido, apágale la luz.

-De acuerdo...

-Los demás cenarán algún sándwich o bocadillo y luego irán a la cama también. Recuerda, no deben acostarse tarde para mañana ir a la escuela.

-Está bien, Lenna. –Fue a salir cuando se detuvo para volver a mirarme.

-Ah, y sabes que puedes llamarme en el momento que sea para lo que sea.  –Asentí con la cabeza y ahora sí sonrió antes de salir de la habitación.

-Bueno, tío. Te dejo al cargo, niñero.

-Ja, ja. –Lo fulminé con la mirada antes de que él saliera también dejándome a solas. 

¿Y ahora que hago yo? ¿Estará Valentina en su cuarto?

Me levanté para caminar hacia su cuarto encontrándome de camino con los gemelos.

-Hey, ¿te apetece echar una partida al fútbol?

-No, ahora no. Voy a...

-¿Al cuarto de Valentina? Preguntó Elian mirándome desconfiado.

-No, al cuarto de Nairobi. –Le sonreí falsamente para dirigirme al cuarto del último de los hermanos Carter.

Como había dicho Lenna, el cuarto del niño estaba iluminado solo por la pequeña luz de su lamparita de noche.

Lo que más me extrañaba, era que ya estuviese dormido.

Apagué la luz antes de salir cerrando la puerta detrás de mí. Comprobé que los gemelos no estuvieran por allí para dirigirme hacia la habitación de Valentina.

-¿Val? –Nadie respondió. –Quizás ya está dormida...

Pero no, abrí la puerta y en su cuarto no había nadie.

¿Dónde estaría?

Bajé a la primera planta para buscarla por la cocina y el comedor, pero nada.

-¿Valentina? –Salí al jardín encontrándomela tumbada sobre la hierba bajo la luz de la luna. –¿Qué haces aquí, enana?

-¿Gael? –Preguntó sentándose enseguida. –¿Qué haces en mi casa?

-¿Es que no lo sabías? Soy tu nuevo niñero. –Sonreí orgulloso de mi oficio mientras que ella seguía con el ceño fruncido. –Marta y María tenían la tarde libre, y tu madre me pidió que me quedara con vosotros hasta que llegaran.

-Genial...

-¿No estás contenta?

-¿Por qué debería estarlo?

-¿Te pasa algo conmigo? –Pregunté finalmente confundido.

-No...

-¿Entonces?

-¿Vamos a seguir con las preguntas? –Nos quedamos en silencio por un momento antes de que comenzáramos a reír.

-Ahora en serio, Valentina. ¿Qué tienes?

-Es que... Me gustaría recordar lo que pasó en la fiesta...

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué? Estuve con un chico, ¿sabes? ¿Qué pasa si...

-No pasó nada de lo que te estás imaginando, Valentina.

-¿Y tú cómo lo sabes?

-Porque ya te dije que... –Pasé la mano por mi pelo resoplando. –¿Quiéres saber la verdad? –Asintió. –Bien.

La agarré de las mejillas para estampar mis labios a los suyos.

Ella lo había decidido.

¿Quién dijo que los sueños no se hacían realidad?  {NDN#3}Où les histoires vivent. Découvrez maintenant