(2) Feliz

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El día de mi boda llegó, y les puedo decir que tuve la boda de mis sueños.  Era hermoso ver a mi muñequita desfilar frente a mí cargando los anillos, mientras que en el altar me esperaba el mejor hombre que existía en este mundo.  Sus ojos estaban llenos de amor, y su sonrisa era algo que no había palabras para explicar. 

La ceremonia fue sencilla, pero emotiva.  Sentía dentro de mí que mis padres se sentían muy orgullosos.  Había terminado mis estudios y me encontraba uniendo mi vida al hombre que amaba.  Aún cuando había cometido un error años atrás, había enmendado todo.  Aunque no podía arrepentirme de ese error; mi hija era producto de eso.

Un año luego de nuestra boda, nació Kiel.  Era un hermoso niño lleno de alegría, simpático y travieso.  Ariana disfrutaba compartir con su hermano, y se la pasaba enseñándole lo que ella sabía.  Me encantaba sentarme todas las tardes a observarlos jugar.

No tuve mucho problema en conseguir un trabajo.  Mis suegros me habían ofrecido uno, trabajando desde mi casa, pero para su compañía.  Era perfecto!  Damián era profesor en la universidad, y al igual que yo, le gustaba lo que hacía.  Mi trabajo me daba tiempo para atender a mis hijos, mi casa y mi esposo.

“Mañana iremos a ver casas” comentó una noche Damián mientras estábamos acostados viendo la televisión.

“De veras?” pregunté llena de emoción.

“Sí, necesitamos una casa propia.  Les agradezco a mis padres el habernos prestado esta, pero ya Ariana y Kiel están creciendo.  Se nos está haciendo algo pequeña, no crees?”

“Sí…ya Ariana quiere una casita de muñecas, y me imagino que necesitaremos algo con un patio grande.”

“No lo dudes.”

Estuvimos más de un mes en la búsqueda de casas.  Era cierto, los niños crecían y la casita donde estábamos se nos estaba haciendo pequeña.  Además, en un futuro planeábamos otro bebé.  Pero no aun; todavía teníamos otros planes antes de esto.  Tal vez cuando Kiel tuviera cinco años.

La relación de Ariana con su padre no había cambiado.  Fernando, fielmente, venía todos los fines de semana a compartir con ella.  A veces se la llevaba a su casa el viernes por la noche y la devolvía el domingo; otras, simplemente la recogía, compartía con ella un rato, y la traía de vuelta.  Estaba cada vez que ella se enfermaba, o en cualquier actividad donde ella apareciera. 

Damián y Fernando tenían una relación cordial.  No eran amigos, y no creo que eso llegara a ocurrir, pero se hablaban y Damián no tenía ningún inconveniente en que este entrara a la casa.  Después de todo, el era consciente de que allí vivía su hija. 

Entre Fernando y yo nunca hubo discusiones.  Sentía su apoyo incondicional cada vez que lo necesitaba para algo de Ariana; aunque Damián no tenía ningún problema en ayudarme con mi muñequita, este la quería como si fuese de él. 

Ariana cayó muy bien en la familia de Damián.  Inmediatamente pasó a adoptar abuelos, tíos y primos; que aunque no llevaban su sangre, la amaban como si fuese parte de ellos.  Eso me hacía muy feliz.  Ver como la consentían de la misma manera que a Kiel, me llenaba de emoción.

“Habrá algún problema si Ariana comienza clases de ballet con Sofía?” preguntó Claudia, la hermana de Damián.

Sofía y Ariana eran de la misma edad, y se llevaban de maravillas.  Se consideraban primas, y disfrutaban quedarse a dormir juntas.  Estaban en el mismo salón de clases y eran cómplices en sus travesuras.

“Seguro que no, Claudia.  Esas niñas se adoran, y sé que a Ariana le encantará compartir con ella” le respondí.

“Ya consiguieron casa?”

Estigma de AmorWhere stories live. Discover now