(4) Qué nos pasó?

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Esperar hasta que Damián llegase de la universidad, fue una espera enorme.  Sentía que temblaba, que quería gritar; no paraba de derramar lágrimas ante el inminente final.  Ya no había amor, de eso no tenía duda. 

Para evitar cualquier contratiempo, o que mis hijos escucharan algún tipo de discusión, inventé la excusa que saldría con Damián y llegaríamos tarde.  Mis padres se quedaron con Kiel y con Jaziel, mientras que Fernando se hizo cargo de Ariana. 

Cuando Damián llegó a la casa, se extrañó al no ver a los niños en la sala o a Ariana en su computadora.  Así que colocó sus cosas sobre la mesa del comedor, y llegó hasta mí.  Yo me encontraba en la cocina, buscando algo para tomar; de veras que necesitaba controlar mis nervios.

“Y los niños?” preguntó deteniéndose frente a mí.

“Kiel y Jaziel están con mi mamá.  Ariana se fue con Fernando” respondí sin moverme de mi lugar al ver que este no tenía intenciones de saludarme.

“Porqué?”

“Creo que tú y yo tenemos que hablar” continué mientras me sentaba en el comedor.

“De qué?” preguntó aun de pié.

“Nosotros….qué te sucede Damián?  Has estado distante, y…a menos que tengas otra persona en tu vida, no sé qué te sucede” porqué las lágrimas no podían quedarse en mis ojos?

“Nada, simplemente siento que ya estoy cansado…” dijo él mirando al suelo.

“Cansado de qué?” mi corazón quería salir de mi pecho, me dolían las pocas palabras que había dicho.

“No sé Alexandra.  No sé.  No tengo a nadie, eso te lo puedo jurar.  Pero creo que ya no sé si sienta lo mismo…” continuaba diciendo sin mirarme a los ojos.

Honestamente, le creía cuando decía que no tenía a nadie.  Damián era una persona sincera, y no lo creía capaz de eso.  Pero, que el amor se había acabado?   Esas palabras me dolieron demasiado.  Sinceramente, tenía que continuar…

“Ya no me amas entonces?”

“No he dicho eso, Alexandra.”

“Entonces?  Quisiera saber qué es lo que pasa por tu mente.  El porqué tu actitud.  Qué he hecho yo para que me trates así?” continuaba buscando una contestación a lo que no tenía respuesta.

“No sé Alexandra.  Quisiera algo de tiempo…para pensar” por primera vez en la conversación, me miró al rostro.

“Pensar qué, Damián?  Cuando uno ama, ama, así de sencillo.  No hay que pensarlo ni cuestionarlo.  Yo te amo, con todo mi corazón.  Me duele demasiado todo esto; y te soy honesta al decir que ya no puedo seguir.  No puedo continuar siendo infeliz cuando tengo tres hijos que dependen de mí.  Que no merecen una madre que esté triste todo el tiempo…”

Estigma de AmorWhere stories live. Discover now