Estigma de Amor

(16) Todo estará bien

"El amor es un ingrato, que te eleva por un rato y te desploma porque sí. El amor es dos en uno, y al final no son ninguno, y se acostumbran a mentir. El amor es la belleza, que se nutre de tristeza y al final siempre se va..."

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Mi mundo se derrumbó al ver a mi madre, una mujer tan fuerte, deshecha con mis hijos a su lado. Una sensación de que las cosas no estaban bien, invadió mi mente y mi ser.

"Alexandra, que bueno que estás aquí!" fueron las palabras de mi madre mientras ambas nos abrazábamos y llorábamos.

"Cómo están?" pregunté desesperada.

"Tú padre está estabilizado, mi princesa es la que me preocupa..."

"Qué sucede, mamá?" cuestioné nuevamente, desesperada.

"No reacciona. Ya le han hecho unos estudios pero aun no abre sus ojitos" contestó mi madre, sintiéndome desplomar al instante.

Damián soltó a los niños y me tomó en sus brazos.

"Amor, tienes que ser fuerte. Ariana te necesita a su lado, no puedes debilitarte. Recuerda eso; te amo mi vida" me dijo Damián besando mi frente.

En ese instante terminé de desplomarme. Lloré sobre su pecho, abrazándolo fuertemente mientras encontraba el valor para ir a dialogar con el doctor que estaba atendiendo a mi hija.

Minutos luego, me encontraba a solas con el médico. Este me dijo que Ariana tenía un brazo fracturado, su cuerpo estaba lleno de hematomas y que, aparentemente, recibió un fuerte impacto, lo que no le permitía reaccionar aun. Mi papá ya estaba estabilizado, con varios puntos de sutura en su frente y un hombro dislocado.

"Cuando despertará, doctor?" pregunté sin poder controlar el mar de lágrimas.

"No puedo precisarle. La niña se golpeó fuertemente la cabeza, según los estudios, y no sabemos los efectos secundarios que esto pueda ocasionar. Todo es cuestión de tiempo y observación. No le puedo asegurar nada."

Las palabras del doctor me terminaron de hacer pedazos. En realidad, no tenía consuelo. Por qué tuvo que suceder esto?

"Puedo verla, doctor?"

"Seguro, venga conmigo" me respondió mientras abría la puerta para que saliera al pasillo.

"Alexandra!" escuché la voz de Fernando llamarme; inmediatamente me detuve.

Este corrió hacia mí, ambos fundiéndonos en un abrazo que no les puedo explicar. Ambos compartíamos el mismo dolor, el sufrimiento era mutuo. Era nuestra hija, el ser que amábamos con nuestra vida, quien se encontraba delicada en aquel hospital.

"Qué sucedió, Alexandra?" me preguntó, sosteniendo mi rostro en sus manos.

"Luego te cuento, voy a verla..."

"Voy contigo" dijo este, tomándome de la mano y caminando detrás del doctor.

Caminamos por aquel pasillo, el que de repente se tornó frío y eterno. Mi corazón casi quería salir de mi pecho, y la angustia era horrible. Qué me encontraría allí?

Entré a la habitación, y les juro que si Fernando no me sostiene, una vez más me iba a desplomar. Ver a tu hijo con máquinas a su alrededor, monitoreándolo, chupones en la cabeza y otras cosas que no puedo ni describir, es la sensación más horrible del mundo. Te sientes impotente; quieres hacer algo pero no puedes.

"Los dejo solos, regreso en unos minutos" dijo el doctor saliendo de la habitación.

"Ariana..." dije mientras corría a tocar la carita de mi muñequita.